11:30 hrs. Diciembre 05 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0992

Ciudad Universitaria

 

 Pies de fotos al final del boletín

 

DEMOCRATIZAR LA POLÍTICA ECONÓMICA, PROPONE EL EX SECRETARIO DE HACIENDA DAVID IBARRA

 

·        Planteó también la configuración de una política de empleo y crecimiento

·        El coordinador de la Reforma Universitaria, José Narro Robles, inauguró el coloquio “La cuestión social: superación de la pobreza y política social a 7 años de Copenhague”

 

La configuración de una política de empleo y crecimiento; la reconstrucción de las políticas industrial, monetaria y fiscal, y la democratización de la economía, propuso el ex secretario de Hacienda, David Ibarra, durante el coloquio “La cuestión social: superación de la pobreza y política social a 7 años de Copenhague”.

 

En el acto, inaugurado por el coordinador general de la Reforma Universitaria, José Narro Robles, señaló que, a diferencia de otros países del Tercer Mundo, la entrada de México al proceso de integración universal de mercados no ha sido afortunada.

 

La destrucción institucional irreflexiva y el apego unilateral a exigencias externas, mientras se descuidan los frentes ciudadano y empresarial internos, restringen la capacidad de progresar y llevar adelante una política mínima de empleo y equidad distributiva, sentenció.

 

En el acto, organizado por el Instituto de Investigaciones Filosóficas, Ibarra agregó que la democracia confiere legitimidad a reformas e instituciones, pero cuando no conduce a la justicia social ni a mejorar la suerte de los ciudadanos, acaba en ideología vacía que destruye sus propias bases de legitimidad.

 

Por ello, propuso impulsar deliberadamente el acomodo interno a la globalización, ya que hasta ahora los esfuerzos se han dirigido a acomodar al país al nuevo orden internacional, mientras se descuida la suerte de las empresas, trabajadores y ciudadanos mexicanos.

 

Es ese el motivo, subrayó, de que las dislocaciones internas hayan sido severas, como lo atestigua el rompimiento de los pactos sociales, la desigualdad rampante y la búsqueda infructuosa de avenidas al desarrollo sostenido.

 

En este sentido, planteó cuatro elementos de política a incorporar en el devenir nacional: la configuración de una política de empleo y crecimiento, con la misma jerarquía que la establecida para la estabilización de precios o la desincorporación de empresas públicas.

 

Asimismo, la reconstrucción de las políticas industrial, monetaria y fiscal, de modo que alienten a la empresa nacional a crecer, a vincularse mejor al esfuerzo exportador, a aprovechar a cabalidad el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y, en general, la apertura universal de fronteras.

 

También, la democratización de la política económica en el sentido de abrirla a la participación sistemática de los principales agentes productivos, a modo de hacerlos actores comprometidos con su diseño e instrumentación.

 

Finalmente, propuso la reconstrucción de los complejos institucionales, incluido el Estado, en consonancia con el cambio de los modelos económico y político.

 

En suma -como lo demuestra el éxito de países como los asiáticos, o Irlanda y España-, la inserción al mundo globalizado o a unidades económicas mayores necesita de una política decidida de desarrollo y justicia social, dijo.

La globalización, señaló el actual consultor independiente, no sólo ha traído consigo cambios dramáticos en la jerarquización de los objetivos sociales de los países, sino que ha erosionado gravemente la soberanía de Estados e individuos.

 

La erradicación de las fronteras económicas, la aceptación de la libertad plena a los movimientos de capitales, abren enormes ventajas al progreso, pero tienen a la par costos inmensos que no hemos aprendido a reducir: los de renunciar –con razón o sin ella- a la soberanía económica y a usar buena parte del instrumental de las políticas  nacionales, singularmente las de orden social e industrial.

 

Otro costo, apuntó,  es facilitar la desincorporación indiscriminada de empresas públicas o la extranjerización de las privadas, lo que aleja a la inversión propia o foránea de la tarea de crear nuevas fuentes de empleo y producciones, entre otros.

 

En la realidad de hoy, aseguró, los Estados funcionan cada vez menos de modo autónomo, frente a la multiplicidad de tratados, convenciones, compromisos o hasta posibles represalias  foráneas.

 

Y cuando la soberanía estatal resulta disminuida, los derechos ciudadanos quedan parcialmente invalidados. Se avanza en crear instituciones democráticas -en dar voz y participación a los habitantes- mientras se desmantela  la soberanía económica nacional, sin la cual la modernización política sólo puede avanzar precariamente.

 

En tales circunstancias, concluyó, los fenómenos de la exclusión, la pobreza o las disparidades distributivas se agravan, así se trate de naciones avanzadas o de primer mundo.

 

 

 

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PIES DE FOTO

 

Foto 1

 

En el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM se llevó a cabo el coloquio “La cuestión social: superación de la pobreza y política social a 7 años de Copenhague”, donde estuvieron David Ibarra, Rolando Cordera y José Narro.

 

 

 

Foto 2

 

David Ibarra, consultor independiente, aseguró que a diferencia de otros países del Tercer Mundo, la entrada de México al proceso de integración universal de mercados no ha sido afortunada.