15:20 hrs. Noviembre 25 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0969

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

SUFREN LAS MUJERES DEL MUNDO TORTURA, HAMBRE, TERRORISMO, HUMILLACIÓN Y ASESINATOS: HIERRO

 

·        Es preocupante que la sociedad mexicana no haya reaccionado con protestas masivas ante el caso de “las muertas de Juárez”, opinaron expertos

·        Hay indicadores suficientes para interpretar que tras este caso está la violencia sexista, indicaron

 

La violencia sexista que remata en homicidio está detrás de  “las muertas de Juárez”. Pero lo más preocupante es que la sociedad mexicana no haya reaccionando con fuerza y protestas masivas ante el horror de dichos crímenes, convertidos ya en un problema político grave que desborda el ámbito policiaco, advirtieron especialistas, durante las Jornadas Universitarias contra la Violencia. Ciudad Juárez. Ni una muerta más. Ni una mujer menos.

 

En este marco, la directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), Graciela Hierro, señaló que, por el simple hecho de pertenecer al sector femenino, una parte importante de esta población mundial está sujeta rutinariamente a tortura, hambre, terrorismo, humillación e incluso asesinato.

 

Advirtió que crímenes como éstos, cometidos contra cualquier otro grupo poblacional, serían reconocidos como una emergencia civil y política.

  

Sin embargo, denunció, los derechos de las mujeres y los derechos humanos son considerados diferentes. Más aún, bajo el sistema patriarcal no se da la aceptación profunda de las mujeres como personas ni como ciudadanas autónomas sujetas de derechos.

 

Hierro señaló que la consideración de la mujer como menor de edad perpetua o como objeto permanece vigente en muchos ámbitos de la vida cotidiana, y sostiene, por ejemplo, el “síndrome” de violación-prostitución-pornografía y asesinato, con toda la carga de violencia y sufrimiento que cada una de estas “instancias” supone para las mujeres.

 

En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM añadió que en México, como sucede en los países fundamentalistas, si una mujer se opone a la violencia con violencia, es condenada.

 

“Las muertas de Juárez”, indicó, son mujeres que “de algún modo” se sitúan en un espacio y un tiempo que no les corresponden y por ello son castigadas, en las formas más violentas que pueden ser usadas contra un ser humano: la violación y la muerte, sin que existan derechos humanos que las protejan.

 

“Todo lo que conforma a los aparatos ideológicos del patriarcado en instituciones sociales como la familia, la sociedad civil y el Estado pretende legitimar, perpetuar y legalizar la asimetría de los géneros”.

 

Y abundó: “las mujeres son violadas y asesinadas por no cumplir  estas prescripciones; por ello no alcanzan protección y justicia: por ser precisamente mujeres, sin hombre que las cuide y, por tanto, que pertenecen a todos. No existen para ellas derechos humanos que las protejan ni maquinaria política que haga valer tales derechos”.

 

Hierro expresó un sincero duelo por las jóvenes asesinadas, así como la esperanza de que se ejerzan  los derechos humanos de las mujeres en México. "Esta es la lucha -dijo- en que un número cada vez mayor de personas está empeñada”.

 

Agregó que el patriarcado es una estructura de violencia que se institucionaliza en la familia, se refuerza en la sociedad civil y se legitima en el Estado.

 

El poder patriarcal, indicó, se mantiene y perpetúa por medio de la violencia de género y su finalidad es conservar la autoridad y el control colectivo sobre las mujeres, con base en diversos mecanismos que nos son familiares, desde la división del trabajo y la doble jornada laboral, hasta la violencia física y la muerte.

 

Por su parte, Griselda Gutiérrez Castañeda, profesora  de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM señaló que el caso referido es paradigmático y escandaloso. Hay indicadores suficientes, apuntó, para interpretar que, aun cuando se pudiera demostrar la psicopatía de algún o algunos asesinos seriales, son los avances y reposicionamiento de las mujeres en aquellos espacios otrora exclusivos de los hombres, lo que como marco explican el problema.

 

 “Es pues, la invasión de espacios y prácticas ‘que no les pertenecen’ a las mujeres, lo que permitiría comprender la violencia en su forma más extrema: la violencia sexista que remata en homicidio”.

 

Expuso que al parecer el aprecio que la vida de las mujeres asesinadas merece es tal que no ha ameritado a la fecha poner en marcha políticas sociales y de seguridad para la población, o programas de investigación  rigurosos o profesionales con el fin de determinar los móviles de los crímenes, así como detener y castigar a los culpables.

 

En su lugar –dijo- se siembran pruebas e inventan culpables, se archivan  expedientes; denigran la integridad de las víctimas y del manejo de sus restos; hostigan a las familias que pretenden  información sobre sus familiares muertas; se bloquean las acciones y se amenaza a los grupos de familiares y Organizaciones No Gubernamentales que exigen soluciones y, como remate, se politiza el tema.

 

Explicó que, socialmente hablando, los costos son altos: no sólo por las vidas perdidas, sino por el aumento en los rangos de inseguridad e incertidumbre que afectan la vida cotidiana, especialmente de las mujeres, quienes se ven sujetas a hacer serios ajustes en sus hábitos.

 

Cuesta también a la sociedad la persistencia de condiciones de impunidad que acrecientan las probabilidades de actos violentos y vandálicos de individuos y grupos, los cuales se ven estimulados  por un ambiente que ha generado una suerte de espiral de agresividad contra las mujeres, donde hay una réplica de estos hechos por una compulsión a la repetición y a la imitación.

 

Por su parte el psicoanalista y colaborador del diario La Jornada, José Cueli, señaló que  estamos ante una situación muy grave. “Lo que me da horror es que si seguimos la compulsión a la repetición, no veo por qué ha de parar”.

 

Desde su óptica, hay un clima social que facilita esta problemática pues, si no hubiera un dominio tan grande de una clase sobre otra, no existiría. “Yo pienso que es un problema gravísimo, donde lo extraño es que no haya un movimiento masivo exigiendo que se resuelva”.

 

Precisó que el caso de “las muertas de Juárez” es también un dilema de la sociedad como expresión política. “Cuando estamos teniendo  este tipo de problemas en México, sería necesario estudiar a fondo qué es la crueldad”.

 

Patria Jiménez, representante del Senado de la República, consideró que esta situación se parece mucho a un estado de guerra de baja intensidad, donde lo que se busca a través de varios elementos es precisamente desmovilizar, saturar, para tomarlo como una cuestión normal; se pretende así desactivar los mecanismos de respuesta social.

 

El periodista Alejandro Gutiérrez, colaborador de Proceso dijo que lo que ocurre en Ciudad Juárez es un fenómeno impactante que desde hace algunos años ha atraído la atención en el país y en el mundo.

 

A su juicio, el fenómeno ha recibido un tratamiento plagado de mitos, donde “la deficiente actuación de autoridades investigadoras ha propiciado que se dé rienda suelta a la especulación sobre los motivos de los homicidios”.

 

Expuso que en la década de los años 80 ya existían algunos registros periodísticos consignando el homicidio de mujeres. También, a principios de los 90, cuando de enero de 1990 a noviembre de 1991, se registraron 27 asesinatos por estrangulamiento, asfixia, arma de fuego, golpes contusos y envenenamiento.

 

Sin embargo, explicó, las autoridades y los propios medios sitúan el origen de la cadena  de homicidios en la primavera de 1993, debido a que a partir de estos casos se registra cierta similitud en los patrones de los homicidios o en las características de las víctimas.

 

 “Los números fluctúan. Yo registro 276 homicidios y se estima que cuando menos hay 275 casos de mujeres desaparecidas”, concluyó.

 

Finalmente, Ambrosio Velasco, director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, dijo que esta disciplina tiene un compromiso que va más allá, es decir, hacia la reflexión de las atrocidades que vivimos en nuestro mundo, en particular la violencia con un sesgo de género.

 

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Foto 1

 

Por el simple hecho de ser mujeres, muchas de ellas están sujetas a tortura, hambre, terrorismo, humillación e, incluso, asesinato, afirmó Graciela Hierro, directora del Programa Universitario de Estudios de Género.

 

 

Foto 2

 

Griselda Gutiérrez, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, señaló que el “aprecio” por la vida de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez  es tal que no se han instrumentado programas de investigación rigurosos para determinar los móviles de los crímenes y detener y castigar a los culpables.

 

 

Foto 3

 

Patria Jiménez, representante del Senado de la República, participó en las Jornadas universitarias contra la violencia. Ciudad Juárez. Ni una muerta más. Ni una mujer menos, realizadas en la Facultad de Filosofía y Letras.