Boletín UNAM-DGCS-0969
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al
final del boletín
SUFREN LAS MUJERES DEL MUNDO TORTURA,
HAMBRE, TERRORISMO, HUMILLACIÓN Y ASESINATOS: HIERRO
·
Es preocupante que la sociedad mexicana no
haya reaccionado con protestas masivas ante el caso de “las muertas de Juárez”,
opinaron expertos
· Hay indicadores suficientes para interpretar que tras este caso está la violencia sexista, indicaron
La violencia sexista que remata en
homicidio está detrás de “las muertas
de Juárez”. Pero lo más preocupante es que la sociedad mexicana no haya
reaccionando con fuerza y protestas masivas ante el horror de dichos crímenes,
convertidos ya en un problema político grave que desborda el ámbito policiaco,
advirtieron especialistas, durante las Jornadas Universitarias contra la
Violencia. Ciudad Juárez. Ni una muerta más. Ni una mujer menos.
En este marco, la directora del Programa
Universitario de Estudios de Género (PUEG), Graciela Hierro, señaló que, por el
simple hecho de pertenecer al sector femenino, una parte importante de esta
población mundial está sujeta rutinariamente a tortura, hambre, terrorismo,
humillación e incluso asesinato.
Advirtió que crímenes como éstos, cometidos
contra cualquier otro grupo poblacional, serían reconocidos como una emergencia
civil y política.
Sin embargo, denunció, los derechos de
las mujeres y los derechos humanos son considerados diferentes. Más aún, bajo
el sistema patriarcal no se da la aceptación profunda de las mujeres como
personas ni como ciudadanas autónomas sujetas de derechos.
Hierro señaló que la consideración de la
mujer como menor de edad perpetua o como objeto permanece vigente en muchos
ámbitos de la vida cotidiana, y sostiene, por ejemplo, el “síndrome” de violación-prostitución-pornografía
y asesinato, con toda la carga de violencia y sufrimiento que cada una de
estas “instancias” supone para las mujeres.
En la Facultad de Filosofía y Letras de
la UNAM añadió que en México, como sucede en los países fundamentalistas, si
una mujer se opone a la violencia con violencia, es condenada.
“Las muertas de Juárez”, indicó, son
mujeres que “de algún modo” se sitúan en un espacio y un tiempo que no les
corresponden y por ello son castigadas, en las formas más violentas que pueden
ser usadas contra un ser humano: la violación y la muerte, sin que existan
derechos humanos que las protejan.
“Todo lo que conforma a los aparatos
ideológicos del patriarcado en instituciones sociales como la familia, la
sociedad civil y el Estado pretende legitimar, perpetuar y legalizar la
asimetría de los géneros”.
Y abundó: “las mujeres son violadas y
asesinadas por no cumplir estas
prescripciones; por ello no alcanzan protección y justicia: por ser
precisamente mujeres, sin hombre que las cuide y, por tanto, que pertenecen a
todos. No existen para ellas derechos humanos que las protejan ni maquinaria
política que haga valer tales derechos”.
Hierro expresó un sincero duelo por las
jóvenes asesinadas, así como la esperanza de que se ejerzan los derechos humanos de las mujeres en
México. "Esta es la lucha -dijo- en que un número cada vez mayor de
personas está empeñada”.
Agregó que el patriarcado es una
estructura de violencia que se institucionaliza en la familia, se refuerza en
la sociedad civil y se legitima en el Estado.
El poder patriarcal, indicó, se mantiene
y perpetúa por medio de la violencia de género y su finalidad es conservar la
autoridad y el control colectivo sobre las mujeres, con base en diversos
mecanismos que nos son familiares, desde la división del trabajo y la doble
jornada laboral, hasta la violencia física y la muerte.
Por su parte, Griselda Gutiérrez
Castañeda, profesora de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM señaló que el caso referido es paradigmático y
escandaloso. Hay indicadores suficientes, apuntó, para interpretar que, aun
cuando se pudiera demostrar la psicopatía de algún o algunos asesinos seriales,
son los avances y reposicionamiento de las mujeres en aquellos espacios otrora
exclusivos de los hombres, lo que como marco explican el problema.
“Es pues, la invasión de espacios y prácticas ‘que no les
pertenecen’ a las mujeres, lo que permitiría comprender la violencia en su
forma más extrema: la violencia sexista que remata en homicidio”.
Expuso que al parecer el aprecio que la
vida de las mujeres asesinadas merece es tal que no ha ameritado a la fecha
poner en marcha políticas sociales y de seguridad para la población, o
programas de investigación rigurosos o
profesionales con el fin de determinar los móviles de los crímenes, así como
detener y castigar a los culpables.
En su lugar –dijo- se siembran pruebas e
inventan culpables, se archivan
expedientes; denigran la integridad de las víctimas y del manejo de sus
restos; hostigan a las familias que pretenden
información sobre sus familiares muertas; se bloquean las acciones y se
amenaza a los grupos de familiares y Organizaciones No Gubernamentales que
exigen soluciones y, como remate, se politiza el tema.
Explicó que, socialmente hablando, los
costos son altos: no sólo por las vidas perdidas, sino por el aumento en los
rangos de inseguridad e incertidumbre que afectan la vida cotidiana,
especialmente de las mujeres, quienes se ven sujetas a hacer serios ajustes en
sus hábitos.
Cuesta también a la sociedad la persistencia
de condiciones de impunidad que acrecientan las probabilidades de actos
violentos y vandálicos de individuos y grupos, los cuales se ven
estimulados por un ambiente que ha
generado una suerte de espiral de agresividad contra las mujeres, donde hay una
réplica de estos hechos por una compulsión a la repetición y a la imitación.
Por su parte el psicoanalista y
colaborador del diario La Jornada, José Cueli, señaló que estamos ante una situación muy grave. “Lo
que me da horror es que si seguimos la compulsión a la repetición, no veo por
qué ha de parar”.
Desde su óptica, hay un clima social que
facilita esta problemática pues, si no hubiera un dominio tan grande de una
clase sobre otra, no existiría. “Yo pienso que es un problema gravísimo, donde
lo extraño es que no haya un movimiento masivo exigiendo que se resuelva”.
Precisó que el caso de “las muertas de
Juárez” es también un dilema de la sociedad como expresión política. “Cuando
estamos teniendo este tipo de problemas
en México, sería necesario estudiar a fondo qué es la crueldad”.
Patria Jiménez, representante del Senado
de la República, consideró que esta situación se parece mucho a un estado de
guerra de baja intensidad, donde lo que se busca a través de varios elementos
es precisamente desmovilizar, saturar, para tomarlo como una cuestión normal;
se pretende así desactivar los mecanismos de respuesta social.
El periodista Alejandro Gutiérrez,
colaborador de Proceso dijo que lo que ocurre en Ciudad Juárez es un fenómeno
impactante que desde hace algunos años ha atraído la atención en el país y en
el mundo.
A su juicio, el fenómeno ha recibido un
tratamiento plagado de mitos, donde “la deficiente actuación de autoridades
investigadoras ha propiciado que se dé rienda suelta a la especulación sobre
los motivos de los homicidios”.
Expuso que en la década de los años 80 ya
existían algunos registros periodísticos consignando el homicidio de mujeres.
También, a principios de los 90, cuando de enero de 1990 a noviembre de 1991,
se registraron 27 asesinatos por estrangulamiento, asfixia, arma de fuego,
golpes contusos y envenenamiento.
Sin embargo, explicó, las autoridades y
los propios medios sitúan el origen de la cadena de homicidios en la primavera de 1993, debido a que a partir de
estos casos se registra cierta similitud en los patrones de los homicidios o en
las características de las víctimas.
“Los números fluctúan. Yo registro 276 homicidios y se estima que
cuando menos hay 275 casos de mujeres desaparecidas”, concluyó.
Finalmente, Ambrosio Velasco, director de
la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, dijo que esta disciplina tiene un
compromiso que va más allá, es decir, hacia la reflexión de las atrocidades que
vivimos en nuestro mundo, en particular la violencia con un sesgo de género.
-o0o-
Foto
1
Por
el simple hecho de ser mujeres, muchas de ellas están sujetas a tortura,
hambre, terrorismo, humillación e, incluso, asesinato, afirmó Graciela Hierro,
directora del Programa Universitario de Estudios de Género.
Foto
2
Griselda
Gutiérrez, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, señaló que el
“aprecio” por la vida de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez es tal que no se han instrumentado programas
de investigación rigurosos para determinar los móviles de los crímenes y
detener y castigar a los culpables.
Foto
3
Patria
Jiménez, representante del Senado de la República, participó en las Jornadas
universitarias contra la violencia. Ciudad Juárez. Ni una muerta más. Ni una
mujer menos, realizadas en la Facultad de Filosofía y Letras.