Boletín UNAM-DGCS-0946
LLAMA ESPECIALISTA A INVESTIGAR MÁS SOBRE LAS ENFERMEDADES DE LA TERCERA EDAD
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Una de ellas es la osteoartritis,
padecimiento que se enfrenta hoy con ejercicios de rehabilitación, terapias con
ultrasonido, analgésicos e intervenciones quirúrgicas
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Se cuenta con los conocimientos necesarios
para elaborar fármacos antihistamínicos capaces de ofrecer una alternativa más
a los enfermos de cáncer
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Especialistas del Cinvestav expusieron sus
investigaciones en la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán de la UNAM
Existen millones de personas
en el mundo que padecen osteoartritis
-rigidez, dolor, hipersensibilidad e inflamación de las articulaciones-,
padecimiento para el cual todavía no hay un tratamiento satisfactorio, comentó
Juan Kouri, del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del
Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Hoy, dijo, este problema se
enfrenta con “ejercicios de rehabilitación, terapias con ultrasonido,
analgésicos y, en última instancia, cuando el dolor es demasiado intenso, mediante
intervenciones quirúrgicas”.
El responsable de la Unidad de
Microscopía Electrónica aclaró que en México, dado el panorama de
envejecimiento de la población, investigadores de la citada institución y del
Centro Nacional de Rehabilitación de la Secretaría de Salud (SSa) realizan
diversos estudios para conocer los mecanismos celulares y moleculares de este
trastorno incurable, para dilucidar mejor su patogenia y poder brindar nuevas
estrategias terapéuticas.
En la Facultad de Estudios
Superiores Cuautitlán (FESC) de la UNAM, Juan Kouri dijo: nos estamos acercando
a una era en la que el incremento en el número de personas de la tercera edad
será cada vez mayor; hay que prepararse para ello, y una manera de hacerlo es
atendiendo los padecimientos que devienen con el envejecimiento, como la
osteoartritis.
Al dictar la conferencia
“Importancia de la apoptosis en la patogenia de la osteoartritis”, el también
profesor titular del departamento de Patología Experimental del IPN, dio a
conocer algunas conclusiones preliminares del estudio que actualmente se
realiza: el condroncito, principal y única célula del cartílago articular,
prácticamente no prolifera debido a diversas señales de tipo mecánico e
inflamatorio y muere principalmente por apoptosis.
En este proceso, el cual consiste en un programa de
“suicidio”, como respuesta a un conjunto de señales diversas, “la célula cambia
su expresión fenotípica –conjunto de caracteres hereditarios- y genotípica,
dando lugar a una degeneración de la matriz celular y a la calcificación
anormal del hueso subcondrial, elementos fundamentales, a nuestro juicio, en la
patogénesis de la osteoartritis. Esto trae como consecuencia la pérdida de
cartílago articular y de las funciones de la articulación”.
Por lo anterior, si se pudieran modular las funciones y
muerte del condroncito, se abrirían nuevas estrategias terapéuticas en el
tratamiento de la osteoartritis, las cuales podrían retardar el proceso
degenerativo del cartílago.
“Aunque estamos convencidos de
que la apoptosis está involucrada en la degeneración del cartílago articular,
hecho de significativa importancia en la patogénesis de la osteoartritis, estos
criterios deberán ser sometidos a una crítica internacional”, aclaró el
investigador.
Sobre si existen medidas
preventivas, comentó que la primera consiste en crecer lo más sano posible,
evitando el sobrepeso, porque este es un factor importante de riesgo sobre todo
en las articulaciones de carga: la osteoartritis es más frecuente en rodillas y
cadera.
A la lista de recomendaciones
agregó el no hacer caminar a los niños antes de tiempo, porque sus
articulaciones y huesos no están lo suficientemente maduros para soportar su
peso; cuando se incurre en esto, “sucede la desalineación de las articulaciones
que trae como consecuencia una dificultad de la distribución de carga, lo cual
produce señales mecánicas que inducen el proceso degenerativo a largo plazo”.
Sugirió llevar una dieta sana
y evitar los ejercicios de alto impacto, sobre todo después de los 40 años, y
si hay una predisposición genética.
Cáncer y mal de Parkinson
Por otra parte, José Antonio
Arias Montaño, investigador del Departamento de Fisiología, Biofísica y
Neurociencias, del mismo centro, destacó que gracias a científicos del
Cinvestav, se cuenta con los conocimientos necesarios para elaborar fármacos
antihistamínicos para los enfermos de
cáncer.
El cáncer -crecimiento
producido por la proliferación continua de células con capacidad de invasión y
destrucción de otros tejidos- puede originarse a partir de cualquier tipo de
célula en un tejido corporal, y no es una enfermedad única, sino un conjunto de
padecimientos que se clasifican en función del sitio de origen. Existen varios
cientos de formas distintas.
Al participar con su ponencia
“La histamina, un regulador de la función del cerebro”, el investigador explicó
que éste es un componente normal de casi todos los tejidos animales, así como
del sistema nervioso central (SNC); regula la liberación del Ácido Gama Amino
Butílico y tiene efectos en las células diales.
En relación con los tumores
malignos que afectan al SNC, el investigador comentó que, en pleno siglo XXI,
el paciente con cáncer tiene una expectativa de vida muy baja y los fármacos que
se utilizan para combatir esta enfermedad no han funcionado del todo bien, por
lo que cualquier medicamento que pueda reducir el crecimiento de las células
tumorales es bienvenido.
Las investigaciones en torno a
estas células han revelado que tienen receptores para la histamina, denominados
H1; cuando ésta se une a los receptores, los tumores crecen más rápido. Al
estudiar los mecanismos de replicación de estas células, se ha descubierto que
bloqueando a los receptores con fármacos antagonistas se inhibe su desarrollo.
Los antihistamínicos son una
alternativa, recalcó Arias Montaño, pero aún deben evaluarse clínicamente de
manera más extensa.
“La histamina –concluyó– tiene
un papel relevante en la regulación de la función del SNC y también podría estar
involucrada en la fisiopatología de enfermedades neurodegenerativas como el mal
de Parkinson, caracterizada por temblor en el cuerpo, postura inclinada y
dificultad para controlar los movimientos.
Otro tipo de receptores, los
H3, regulan la liberación de neurotransmisores como el GABA y el ácido
glutámico, que son muy importantes para la función cerebral y su efecto se
opone al de la dopamina, de gran relevancia, ya que se ha comprobado que hay
una relación directa entre la pérdida de dopamina y la enfermedad de
Parkinson”, explicó.
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