14:00 hrs. Noviembre 12 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0936

Los Ángeles, Cal.,  E. U.

 

UNAM, ELEMENTO INTEGRADOR Y EJE CONSTRUCTOR DE LA NACIONALIDAD MEXICANA: DE LA FUENTE

 

·        El rector de la UNAM resaltó que la institución es un eje sustentado en la inclusión y proyección de los valores regionales hacia la universalidad del pensamiento

·        La Universidad Nacional, agregó, ha contribuido a alejar de la conciencia mexicana los fantasmas del fanatismo, la exclusión y el prejuicio

·        Participó en la inauguración del “Encuentro sobre derechos humanos de los migrantes mexicanos en los Estados Unidos”, en esta ciudad

 

Ante la falta de reconocimiento y aceptación de los grupos migrantes a Estados Unidos, los nuevos brotes de xenofobia y actitudes excluyentes y racistas, la Universidad Nacional siempre ha sido un elemento integrador y eje constructor de la nacionalidad, sustentada en la inclusión y la proyección de los valores regionales hacia la universalidad del pensamiento, afirmó el rector Juan Ramón de la Fuente.

 

En la ceremonia inaugural del “Encuentro sobre derechos humanos de los migrantes mexicanos en los Estados Unidos”, aseveró que la UNAM ha contribuido, como pocas, a alejar de la conciencia mexicana los fantasmas del fanatismo, la exclusión y el prejuicio que con periodicidad también sacuden a la cultura mexicana.

 

Durante el evento –organizado por la UNAM, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y la Universidad de California Los Ángeles–, De la Fuente sostuvo que “nuestra apuesta –de esta casa de estudios– es por un futuro compartido”. Pero, admitió que las instituciones de educación superior en México, como en Estados Unidos y el resto del mundo, no pueden hacerlo  todo.

 

Su deber, precisó, es ser conciencia crítica, difundir el conocimiento científicamente adquirido, promover los valores humanos que como la democracia, la libertad y la justicia, son los únicos que pueden garantizar la vida digna y formular propuestas que coadyuven a la solución de los grandes problemas sociales.

 

En el encuentro, realizado en el Dashew International Center de la UCLA y en el que participaron el presidente de la CNDH, José Luis Soberanes Fernández; especialistas mexicanos y estadounidenses, así como legisladores y diplomáticos, el rector de la UNAM recalcó que si en verdad se quiere un crecimiento con equilibrio y libertad con responsabilidad se deben enfrentar los graves problemas.

 

La apariencia de progreso de los próximos años, señaló, no podrá considerarse más que un espejismo si no va aparejada de mejores oportunidades para las personas, que también reclaman parte del flujo de conocimientos, información, bienes, servicios, capital y tecnología que en la agenda tendrá mayor importancia.

 

Pese a que las rutas de los migrantes han cambiado, puntualizó, las causas siempre son las mismas: pobreza, iniquidad, inseguridad, falta de fuentes de trabajo y un incesante bombardeo de imágenes que proponen como modelo alcanzar el rostro de un norte desarrollado próspero.

 

Aunque, especificó De la Fuente, la realidad es que los países desarrollados no han sabido honrar cabalmente las ideas forjadoras del Estado democrático contemporáneo.

 

Igual que sucede en los Estados Unidos respecto de la población mexicana o el turno en Alemania, refirió, cumplen una función económica que ya no realizan los ciudadanos originarios de los países receptores.

En un estudio publicado el año pasado por esta Universidad, informó, durante el año 2000 el aporte de los migrantes a la economía de los Estados Unidos fue de 440 mil millones de dólares. Sin embargo, la cifra está lejos de representar el reconocimiento y la integración que este grupo demográfico merece, sobre todo en el sentido de respeto a los derechos que reconocen las leyes de esa nación y que sanciona el derecho internacional.

 

Luego, dio más cifras: según el informe 2000 de la Oficina del Censo de los Estados Unidos, uno de cada ocho de sus habitantes es de origen hispanoamericano; en ese año, vivían en ese país 32.8 millones de ellos, que correspondían al 12 por ciento de la población total.

 

Los mexicanos –con estancia documentada o no–, detalló, integran el 66 por ciento de la población de origen hispano en este país. Su presencia constituye una de las minorías más grandes de Estados Unidos y llega a ser tan importante que en algunas regiones de la costa occidental representa el 45 por ciento.

 

Entre los habitantes estadounidenses de 24 años de edad o menos, el 48 por ciento corresponde a población de origen hispanoamericano nacidos o no en ese territorio.

 

El 39 por ciento de la población hispana del vecino país del norte nació en algún lugar de Iberoamérica; el 43 por ciento, llegó a esa nación en la década de 1990, mientras que el 30 por ciento lo hizo en 1980 y, el 27 por ciento, en los años anteriores a ese decenio.

 

El rector mencionó que un fenómeno que está en marcha impide que esta representatividad poblacional tenga la misma expresión en términos políticos y económicos: el censo indica que entre los trabajadores con un empleo de tiempo completo e ingresos superiores a los 35 mil dólares anuales, sólo el 23 por ciento corresponde a los hispanos.

 

Esto significa que este grupo representa el 12 por ciento de la población que concentra el 23 por ciento de la pobreza del país. Además, su capacidad de compra va en aumento al llegar a 444 mil millones en el 2000, cifra superior a la de Argentina, Colombia, Venezuela o Perú. Se tiene un estimado de 672 mil millones de dólares para el 2005.

 

Insistió en que es motivo de preocupación general el hecho de que los mecanismos de aceptación e integración, característicos en la época de gran crecimiento de Estados Unidos, parecen haber perdido su dinamismo y fortaleza para dejar su lugar a brotes de xenofobia. Dijo que aún persisten ciertas denominaciones utilizadas por grupos radicales que lamentablemente mantienen su sentido excluyente y profundamente racial.

 

Consideró urgente la necesidad de empezar a reconocer que la inmigración no es un problema por sí mismo, sino un “síntoma de graves enfermedades en los países donde se origina”.

 

Asimismo, añadió, la falta de integración de los grupos migrantes es reflejo de problemas profundos en la sociedad huésped y de sus propias contradicciones.

 

Juan Ramón de la Fuente dejó en claro que a la migración y la defensa de los derechos fundamentales de los migrantes debe entenderse como un fenómeno inevitable y como parte de la dinámica histórica de nuestros tiempos.

 

La integración de los migrantes mexicanos a la sociedad estadounidense, destacó, es inevitable pero puede ser retardada y muy costosa o, por el contrario, aprovechada por una sociedad que requiere darle una mejor acogida.

 

Dentro de la integración continental, remató, México destaca por su peso específico y todos, en ambos lados de la frontera, debemos procurar colaborar en la medida de nuestras capacidades para que a este fenómeno no se agreguen otros como el menosprecio y la injusticia.

 

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