Boletín UNAM-DGCS-0936
UNAM, ELEMENTO INTEGRADOR Y EJE CONSTRUCTOR DE LA NACIONALIDAD MEXICANA: DE LA FUENTE
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El rector de la UNAM resaltó que la institución
es un eje sustentado en la inclusión y proyección de los valores regionales
hacia la universalidad del pensamiento
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La Universidad Nacional, agregó, ha
contribuido a alejar de la conciencia mexicana los fantasmas del fanatismo, la
exclusión y el prejuicio
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Participó en la inauguración del “Encuentro
sobre derechos humanos de los migrantes mexicanos en los Estados Unidos”, en
esta ciudad
Ante la falta de
reconocimiento y aceptación de los grupos migrantes a Estados Unidos, los
nuevos brotes de xenofobia y actitudes excluyentes y racistas, la Universidad
Nacional siempre ha sido un elemento integrador y eje constructor de la
nacionalidad, sustentada en la inclusión y la proyección de los valores
regionales hacia la universalidad del pensamiento, afirmó el rector Juan Ramón
de la Fuente.
En la ceremonia
inaugural del “Encuentro sobre derechos humanos de los migrantes mexicanos en
los Estados Unidos”, aseveró que la UNAM ha contribuido, como pocas, a alejar
de la conciencia mexicana los fantasmas del fanatismo, la exclusión y el
prejuicio que con periodicidad también sacuden a la cultura mexicana.
Durante el evento –organizado por la
UNAM, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y la Universidad de
California Los Ángeles–, De la Fuente sostuvo que “nuestra apuesta –de esta
casa de estudios– es por un futuro compartido”. Pero, admitió que las
instituciones de educación superior en México, como en Estados Unidos y el
resto del mundo, no pueden hacerlo todo.
Su deber, precisó, es ser conciencia
crítica, difundir el conocimiento científicamente adquirido, promover los
valores humanos que como la democracia, la libertad y la justicia, son los
únicos que pueden garantizar la vida digna y formular propuestas que coadyuven
a la solución de los grandes problemas sociales.
En el encuentro,
realizado en el Dashew International Center de la UCLA y en el que participaron
el presidente de la CNDH, José Luis Soberanes Fernández; especialistas
mexicanos y estadounidenses, así como legisladores y diplomáticos, el rector de
la UNAM recalcó que si en verdad se quiere un crecimiento con equilibrio y
libertad con responsabilidad se deben enfrentar los graves problemas.
La apariencia de
progreso de los próximos años, señaló, no podrá considerarse más que un espejismo
si no va aparejada de mejores oportunidades para las personas, que también
reclaman parte del flujo de conocimientos, información, bienes, servicios,
capital y tecnología que en la agenda tendrá mayor importancia.
Pese a que las
rutas de los migrantes han cambiado, puntualizó, las causas siempre son las
mismas: pobreza, iniquidad, inseguridad, falta de fuentes de trabajo y un
incesante bombardeo de imágenes que proponen como modelo alcanzar el rostro de
un norte desarrollado próspero.
Aunque, especificó
De la Fuente, la realidad es que los países desarrollados no han sabido honrar
cabalmente las ideas forjadoras del Estado democrático contemporáneo.
Igual que sucede en
los Estados Unidos respecto de la población mexicana o el turno en Alemania,
refirió, cumplen una función económica que ya no realizan los ciudadanos
originarios de los países receptores.
En un estudio
publicado el año pasado por esta Universidad, informó, durante el año 2000 el
aporte de los migrantes a la economía de los Estados Unidos fue de 440 mil
millones de dólares. Sin embargo, la cifra está lejos de representar el
reconocimiento y la integración que este grupo demográfico merece, sobre todo
en el sentido de respeto a los derechos que reconocen las leyes de esa nación y
que sanciona el derecho internacional.
Luego, dio más
cifras: según el informe 2000 de la Oficina del Censo de los Estados Unidos,
uno de cada ocho de sus habitantes es de origen hispanoamericano; en ese año,
vivían en ese país 32.8 millones de ellos, que correspondían al 12 por ciento
de la población total.
Los mexicanos –con
estancia documentada o no–, detalló, integran el 66 por ciento de la población
de origen hispano en este país. Su presencia constituye una de las minorías más
grandes de Estados Unidos y llega a ser tan importante que en algunas regiones
de la costa occidental representa el 45 por ciento.
Entre los
habitantes estadounidenses de 24 años de edad o menos, el 48 por ciento
corresponde a población de origen hispanoamericano nacidos o no en ese
territorio.
El 39 por ciento de
la población hispana del vecino país del norte nació en algún lugar de
Iberoamérica; el 43 por ciento, llegó a esa nación en la década de 1990,
mientras que el 30 por ciento lo hizo en 1980 y, el 27 por ciento, en los años
anteriores a ese decenio.
El rector mencionó
que un fenómeno que está en marcha impide que esta representatividad
poblacional tenga la misma expresión en términos políticos y económicos: el
censo indica que entre los trabajadores con un empleo de tiempo completo e
ingresos superiores a los 35 mil dólares anuales, sólo el 23 por ciento
corresponde a los hispanos.
Esto significa que
este grupo representa el 12 por ciento de la población que concentra el 23 por
ciento de la pobreza del país. Además, su capacidad de compra va en aumento al
llegar a 444 mil millones en el 2000, cifra superior a la de Argentina,
Colombia, Venezuela o Perú. Se tiene un estimado de 672 mil millones de dólares
para el 2005.
Insistió en que es
motivo de preocupación general el hecho de que los mecanismos de aceptación e
integración, característicos en la época de gran crecimiento de Estados Unidos,
parecen haber perdido su dinamismo y fortaleza para dejar su lugar a brotes de
xenofobia. Dijo que aún persisten ciertas denominaciones utilizadas por grupos
radicales que lamentablemente mantienen su sentido excluyente y profundamente
racial.
Consideró urgente
la necesidad de empezar a reconocer que la inmigración no es un problema por sí
mismo, sino un “síntoma de graves enfermedades en los países donde se origina”.
Asimismo, añadió,
la falta de integración de los grupos migrantes es reflejo de problemas
profundos en la sociedad huésped y de sus propias contradicciones.
Juan Ramón de la
Fuente dejó en claro que a la migración y la defensa de los derechos
fundamentales de los migrantes debe entenderse como un fenómeno inevitable y
como parte de la dinámica histórica de nuestros tiempos.
La integración de
los migrantes mexicanos a la sociedad estadounidense, destacó, es inevitable
pero puede ser retardada y muy costosa o, por el contrario, aprovechada por una
sociedad que requiere darle una mejor acogida.
Dentro de la
integración continental, remató, México destaca por su peso específico y todos,
en ambos lados de la frontera, debemos procurar colaborar en la medida de
nuestras capacidades para que a este fenómeno no se agreguen otros como el
menosprecio y la injusticia.
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