06:00 hrs. Octubre 7 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0852

Ciudad Universitaria

 

RIESGO POTENCIAL PARA LA SALUD, EL CONSUMO DE TRANSGÉNICOS: URSULA OSWALD

 

·        La investigadora del CRIM de la UNAM, dijo que puede provocar incidencia de cáncer de mama y próstata, así como otros padecimientos

·        Reconoció que hay tecnología que puede hacer más productivos los campos y que no es dañina

·        Participó en el XXII Seminario de Economía Agrícola del Tercer Mundo, en el Instituto de Investigaciones Económicas

 

El consumo de alimentos transgénicos es una amenaza potencial para la salud, pues puede provocar la incidencia de cáncer de mama y próstata, toxicidad crónica y aguda en el ADN, inestabilidad de genes implantados, producción involuntaria de tóxicos o aumento de alergias. Por ello, es necesario poner en práctica medidas precautorias antes de padecer estas consecuencias o daños ambientales, afirmó la investigadora de la UNAM, Ursula Oswald.

 

Al participar en la mesa redonda “Las nuevas tecnologías y los desafíos para el sector agroalimentario”, dentro del XXII Seminario de Economía Agrícola del Tercer Mundo, abundó que a esos daños en la salud se suman el debilitamiento del sistema inmunológico, el desequilibrio hormonal y los efectos acumulativos antecedentes de procesos degenerativos en los tejidos, origen de enfermedades como cáncer y lupus.

 

En Estados Unidos, ejemplificó, una de cada tres personas padece cáncer, en tanto en México es uno de cada ocho. En el país vecino se detectó, en los últimos cuatro años, el aumento del 18 por ciento en el número de alergias alimentarias en niños.

 

La académica del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) informó que en México los alimentos transgénicos autorizados en forma limitada por razones experimentales, desde hace seis años, son: canola, jitomate, papa, soya y algodón. Sin embargo, todavía no se ha podido acceder a los protocolos de regulación.

 

En la sala de conferencias “Ricardo Torres Gaitán”, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), explicó que el transgénico cambia en forma sustancial el proceso de reproducción y tiene repercusiones más allá de una hibridación natural, por lo que a principios de este año se adicionó al Código Penal Federal un artículo en el cual se convierte en delito ambiental introducir, transportar, almacenar o liberar en el país y sin las guías necesarias los organismos genéticamente modificados.

 

Los cinco alimentos básicos del mundo: arroz, trigo, papa, frijol y maíz,

empezaron a sistematizarse desde hace 12 mil años. Hoy, ante la aparición de los transgénicos, advirtió, tenemos una gran preocupación ambiental y ecológica, además de la necesidad de proteger estos granos por ser México nación de origen en cuatro de ellos.

 

Tan sólo en el caso del arroz, alimento importante en términos de consumo, detalló, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se producen 527 millones de toneladas anuales, de las cuales 16 millones se experimentan.

 

En cuanto al trigo, que hace ocho mil años nació de una hibridación espontánea, dijo,  tiene un papel fundamental en el cuadro nutricional. El frijol, explicó, empezó a cultivarse hace siete mil años en Mesoamérica, durante la cultura olmeca –Centroamérica, México y Perú–, lo que muestra la posibilidad de un intercambio de productos; el maíz es el de mayor complejidad, pero el genoma se conserva, con excepción de la semilla hibridizada encontrada en Oaxaca, Chiapas y Puebla.

 

La especialista expresó que México debe asumir la responsabilidad para tener la suficiente comida y de buena calidad, culturalmente adecuada, es decir, tenemos derecho a ingerir los alimentos nacionales. Además, requiere de una legislación de prevención.

 

En el evento, en el que también participó la investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Michelle Chauvet, la coordinadora del Programa de Ingeniería Química Ambiental de la Facultad de Química, María del Carmen Durán Domínguez, se refirió en forma específica al procesamiento del maíz y el sorgo.

 

Comentó que se presentó una propuesta para procesar dichos granos para el consumo humano que sólo utiliza la sexta parte de agua y la cuarta de energía, en comparación con los sistemas tradicionales, pero no ha sido instrumentada por molineros, tortilleros o los grandes fabricantes de harinas.

 

Identificó dos causas fundamentales: la falta de entusiasmo del sector para probar tecnologías novedosas aún cuando se les demuestren sus bondades y los mecanismos de corrupción mediante los cuales adquirían maquinaria comercial de importación, incluso a precios elevados.

 

Con los cambios registrados en el ámbito nacional, consideró que ahora será posible volver a intentar la presentación de estas tecnologías tanto a los pequeños empresarios de molinos y tortillerías, como a los grandes industriales, las cuales “son más amigables con el ambiente y producen harinas, masas y tortillas a un costo menor que los procesos tradicionales”.

 

 

 

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PIE DE FOTO

 

La académica del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, Ursula Oswald; la coordinadora del XXII Seminario de Economía Agrícola del Tercer Mundo, María del Carmen del Valle, y la investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Michelle Chauvet, durante el evento organizado por el Instituto de Investigaciones Económicas.