Boletín UNAM-DGCS-0779
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En el país se carece de una cultura del
registro de patentes y marcas, afirmó Esteban Barrones, consultor de la
Organización Mundial de la Propiedad Intelectual
· En el país hay suficiente creatividad y capacidad de innovación, agregó en el Instituto de Química de la UNAM
Sólo el 4% de las patentes que
se registran en el país se concede a mexicanos y el otro 96% a extranjeros, lo
que revela la inexistencia de la cultura de registro de innovaciones y de
comercialización de las mismas, a pesar de que mediante ambos mecanismos y la
explotación de la tecnología, se genera riqueza, aseveró el consultor de la
División de Pequeñas y Medianas Empresas de la Organización Mundial de la
Propiedad Intelectual (OMPI), Esteban Barrones.
El especialista en desarrollo
económico, quien imparte el curso–taller “La propiedad intelectual para la
pequeña y mediana empresas” en el Instituto de Química de la UNAM, precisó que
en muchos países, entre ellos el nuestro, es necesario fomentar esta cultura,
dado que la creatividad y la capacidad de innovación son altísimas.
Subrayó que no hay cultura de
registro de patentes y marcas porque gran parte de la innovación que se
desarrolla en países como México se realiza sólo dentro del ámbito
universitario y no llega al mercado. Hay que entender que los fines de los
investigadores son meramente académicos y su objetivo, además de servir a la
sociedad, es publicar, no patentar ni comercializar, puntualizó.
Dio a conocer que se tiene el
registro aproximado de 40 millones de patentes en el mundo. Cada año se publica
un millón más de solicitudes a nivel internacional. El 70% de la información
tecnológica contenida en documentos de patentes no está disponible en ninguna
otra fuente de información, porque las empresas se niegan a divulgar sus
secretos, informó Barrones.
Frente a la cultura de
innovación, sostuvo, los industriales se enfrentan con problemas de recursos
económicos y a escasa preparación técnica para adoptar las nuevas tecnologías.
A ello se añade el hecho de
que el sector privado tampoco tiene la cultura de invertir en investigación.
Mientras en México se destina a esta materia del 0.4 al 0.5% del Producto Interno
Bruto (PIB), en países como Estados Unidos, Japón y Corea es del 1.7%.
Así, los países donde al año
se solicita el mayor número de patentes son Japón, Estados Unidos y Europa, es
decir, los tres polos con más generación de tecnología, aunque también han
surgido otros mercados importantes como Corea. Por este motivo es necesario
fomentar en México el interés de las empresas para aprovechar los avances
tecnológicos.
En el campo del plagio y la
piratería, el representante de la OMPI destacó que en todo los países del
mundo, incluido México, se incurre en estos actos ilícitos, por lo que no es un
problema de fácil solución. El propietario de la patente o marca puede hacer
valer sus derechos mediante el registro, como única alternativa.
Planteó que no se pueden medir
las pérdidas económicas, resultado de estas irregularidades, porque el tema se
maneja siempre mediante la especulación y no con datos concretos.
Sí hay, en cambio, un riguroso
control en determinados productos como el tequila, debido a la protección de
producción geográfica, que le da ese derecho sólo a México.
Para evitar las duplicidades o
plagios a nivel internacional, la propia empresa o persona responsable se
encarga de monitorear el uso de ese derecho. Hay vías legales para evitar la
piratería: efectuar acuerdos de licencia o franquicia con el titular de la
patente o la marca, lo que permite la transferencia de tecnología o la
utilización de su logotipo.
Ante esta situación, Esteban
Barrones explicó que durante los últimos años el Instituto Mexicano de la
Propiedad Intelectual (IMPI) creó cuatro oficinas regionales en todo el
territorio nacional, con el propósito de promover y ayudar a los empresarios
para que utilicen el Sistema de la Propiedad Intelectual (SPI).
Esta labor de promoción,
expresó, es un mecanismo fundamental para dar a conocer el SPI entre el sector
empresarial, debido a que desconfían de él y lo consideran caro. Dijo que al
verlo como un gasto se convierte en problema, pero la situación cambia si se
reconoce como una inversión que puede producir ganancias.
Asimismo, dijo, a través de la
Secretaría de Economía (SE) se establecen fondos importantes para ayudar a los
pequeños y medianos empresarios en el proceso de innovación y protección
posterior a fin de obtener ganancias y generar riquezas para el país.
El consultor de la OMPI expuso
que programas del gobierno buscan incentivar a las empresas y ayudarlas en el
proceso de innovación, costoso y muy riesgoso, y del que se desconocen sus
resultados en materia de competitividad y comercialización.
Estas medidas, resaltó,
permitieron que del 2001 al 2002 creciera más del 20% el número de solicitudes
de patentes mexicanas porque tanto el IMPI como la SE se percataron que deben
acercarse a la empresa y ofrecer servicios de asesoría para facilitar el
procedimiento.
El especialista externó que el
problema es el desconocimiento del sistema, porque la gente cree que al
registrar su negocio o empresa el nombre comercial protege la exclusividad de
la marca.
Empero, son aspectos
distintos: una es la denominación comercial de la empresa y otra la marca de
los productos. Se requiere registrar la última para tener derecho sobre ella y
evitar perderla o que la dupliquen y, con ello, dañar su reputación; se evita
la desconfianza del consumidor y la pérdida de ventas, clientes y ganancias.
Indicó que el costo de
registro de marcas y patentes es distinto. En el segundo de los casos, incluye
la solicitud y todo un proceso legal, por lo que resulta caro, además se deben
cubrir las anualidades para mantener la vigencia.
En cuanto al registro de la
marca, explicó, es mucho más barato. Sólo se llena un formulario que le da
seguridad a la empresa. Argumentó que gran cantidad de empresas comercializan
sus productos a través de este sistema, pues la pueden caracterizar con un solo
logotipo.
El consultor del organismo
internacional especificó que para registrar una patente se llena el formulario
de solicitud donde se describe con exactitud cuál es la invención. Se debe
determinar qué se protege y cuál es la intención.
Este documento oficial se
presenta al IMPI, institución que se encarga de examinar el producto y
averiguar si en realidad se trata de una invención –algo que no existía antes–
y al cabo de un tiempo otorga el derecho exclusivo o patente a quien lo pidió.
El lapso para otorgar el registro es de por lo menos dos años.
Para evitar el plagio durante
este tiempo, el IMPI toma en cuenta la fecha de presentación de la solicitud de
registro, para que ninguna otra persona pueda registrarla.
Por ello, se conmina a los
investigadores a que registren sus inventos, pues si se los roban y otra
persona presenta esta solicitud antes, se queda con el derecho.
Abundó que hay casos en que el
inventor no patenta su producto y otros lo comercializan en las mismas
condiciones. El propietario no puede impedirlo porque no tiene derecho.
Esteban Barrones comentó que
la actividad principal de la OMPI es armonizar el sistema legislativo de
propiedad intelectual para que una patente sea considerada y respetada como tal
en cualquier país, encargándose de los acuerdos internacionales sobre la
materia.
Otra función es administrar
acuerdos que faciliten el proceso de registro y de solicitud de la patente en
más de un país; tener los derechos de propiedad intelectual en varias naciones.
La OMPI también tiene como
actividad la cooperación para el desarrollo, que se realiza junto con países en
desarrollo, principalmente para la formación y capacitación de recursos
humanos.
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Foto 1
Esteban Barrones, consultor de la
Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, indicó que de las patentes
que se registran en el país, sólo 4% se concede a mexicanos y el otro 96% a
extranjeros.