Boletín UNAM-DGCS-0760
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LA CRISIS DE LA INDUSTRIA ZAPATERA MEXICANA NO LA HARÁ DESAPARECER
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Esther Iglesias Lesaga, académica del
Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, dijo que la competencia
desleal y la reducción de las exportaciones, son algunas causas de su
transformación
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Las pequeñas y micro empresas buscan ser
absorbidas por las grandes en el proyecto “Kloster”, expuso
La industria mexicana del
calzado no desaparecerá a pesar de que se encuentra en estado crítico ante la
competencia desleal de empresas extranjeras, la reducción de las exportaciones
(menos del 10%), el aumento en las importaciones en 88%, la aparición del
impuesto suntuario y la pérdida de la calidad, afirmó la académica de la UNAM,
Esther Iglesias Lesaga.
De 210 millones de pares que
se elaboraban en 1999, ahora sólo se producen entre 180 millones y 190
millones. En el 2000 se desaprovechó más del 30 por ciento de la capacidad
instalada de la planta productiva; hoy se trabaja por debajo del 50 y, en
algunos casos, a menos del 40 por
ciento.
La especialista del Instituto
de Investigaciones Económicas (IIEc) puntualizó que debido a la grave crisis
que enfrenta esta industria, las pequeñas y micro empresas del ramo buscan ser
absorbidas por las de mayor magnitud para formar parte del proyecto con el que
se pretende hacer “una cortina de humo al problema”.
Este proyecto, llamado
“Kloster”, y apoyado por los gobiernos federal, estatales y municipales, tiene
poca representatividad, porque sólo agrupa a cerca de mil 500 pequeñas empresas
que reciben apenas 10 millones de pesos; pero el resto están desprotegidas. El
resultado de ello es una crisis interna, baja producción y mayor desempleo.
Asimismo, abundó, la
aplicación del impuesto suntuario al calzado que va por encima del tobillo
(botas y botines), afectó de manera considerable a este industria. La
producción es de menor calidad y a pesar de que en más de una ocasión se cambió
el diseño y la orientación del tipo de zapato, e incluso se elaboró el
sintético, la industria nacional es cada vez menos competitiva frente a la
producción que se importa de China, Brasil y Europa.
Las exportaciones, especificó,
se redujeron a menos del 10 por ciento en el 2000, ya que se vendían menos de
17 millones de pares: el 79% se dirigió a Estados Unidos, menos del 5 se envió
a Chile, cerca del 3% a Cuba, 2% a Canadá y cantidades inferiores a algunos
países centroamericanos.
La investigadora indicó la
ubicación geográfica de la industria del calzado mexicano: más del 55 por
ciento se encuentra en Guanajuato, sobre todo León, donde una de las
afectaciones más importantes fue el impuesto suntuario, al ser la zona donde se
producen las botas y botines.
Ahí, el desempleo afectó a 12
mil personas, 10 mil 800 de ellas laboraban en la industria del calzado, es
decir, el 90 por ciento.
Durante el primer trimestre de
este año, se calcula que la región perdió tres mil 400 empleos. Sin embargo, la
tasa de desempleo abierto disminuyó, debido a que los trabajadores aceptaron
que se les contrate a destajo y se reduzca la cantidad de horas de labor y, por
lo tanto, de ingresos.
En Jalisco, principal estado
dedicado al zapato de mujer, se produce el 23 por ciento. El Distrito Federal y
el área metropolitana –incluido San Mateo Atenco y parte de Toluca–,
representan el 15 por ciento de la producción. Un grupo de esta zona abastece a
los grandes almacenes, mientras empresarios menores distribuyen en los tianguis
con calzado de muy baja calidad.
Iglesias Lesaga expuso que los
avatares de la industria del calzado nacional se dieron desde la puesta en
marcha del Tratado de Libre Comercio (TLC), en 1994. El mercado interno fue
invadido por importaciones asiáticas que entraban al país en forma ilícita.
Aunque, reconoció, el TLC favoreció
la exportación de calzado mexicano como el deportivo e introdujo un arancel
cero para las importaciones de cueros crudos y salados.
Para el año 2003, previó
Iglesias Lesaga, todas las fracciones arancelarias del calzado mexicano tendrán
una desgravación completa y la industria del cuero y del calzado descenderá en
más de cuatro puntos, mismo que bajará la demanda del mercado estadounidense.
Entre el 2002 y el 2008 podría
darse “el último respiro de la industria del calzado mexicano, tanto en el mercado
interno como en el externo”, cuyo principal nicho es Estados Unidos. Sin
embargo, en ese tiempo, China penetrará libre de impuestos con todas sus
exportaciones. A nivel mundial, podría representar el 70 por ciento de la
geoeconomía del calzado, expuso.
Como consecuencia, aseveró, el
consumidor mexicano de calzado disminuye cada
día el número de pares que demanda por año. Hoy apenas compra dos pares
anuales, con una decreciente demanda de calidad.
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PIES DE FOTO
FOTO 1
Esther Iglesias Lesaga, académica del Instituto de Investigaciones
Económicas de la UNAM, afirmó que a pesar de la grave crisis que vive la
industria del calzado mexicano, ésta no desaparecerá.
FOTO 2
Las pequeñas y micro empresas buscan ser absorbidas por las grandes en el proyecto “Kloster”, apoyado por los gobiernos federal, estatales y municipales, expuso Esther Iglesias Lesaga, académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.