06:00 hrs. Agosto 25 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0760

Ciudad Universitaria

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LA CRISIS DE LA INDUSTRIA ZAPATERA MEXICANA NO LA HARÁ DESAPARECER

 

·        Esther Iglesias Lesaga, académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, dijo que la competencia desleal y la reducción de las exportaciones, son algunas causas de su transformación

·        Las pequeñas y micro empresas buscan ser absorbidas por las grandes en el proyecto “Kloster”, expuso

 

La industria mexicana del calzado no desaparecerá a pesar de que se encuentra en estado crítico ante la competencia desleal de empresas extranjeras, la reducción de las exportaciones (menos del 10%), el aumento en las importaciones en 88%, la aparición del impuesto suntuario y la pérdida de la calidad, afirmó la académica de la UNAM, Esther Iglesias Lesaga.

 

De 210 millones de pares que se elaboraban en 1999, ahora sólo se producen entre 180 millones y 190 millones. En el 2000 se desaprovechó más del 30 por ciento de la capacidad instalada de la planta productiva; hoy se trabaja por debajo del 50 y, en algunos casos,  a menos del 40 por ciento.

 

La especialista del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) puntualizó que debido a la grave crisis que enfrenta esta industria, las pequeñas y micro empresas del ramo buscan ser absorbidas por las de mayor magnitud para formar parte del proyecto con el que se pretende hacer “una cortina de humo al problema”.

 

Este proyecto, llamado “Kloster”, y apoyado por los gobiernos federal, estatales y municipales, tiene poca representatividad, porque sólo agrupa a cerca de mil 500 pequeñas empresas que reciben apenas 10 millones de pesos; pero el resto están desprotegidas. El resultado de ello es una crisis interna, baja producción y mayor desempleo.

 

Asimismo, abundó, la aplicación del impuesto suntuario al calzado que va por encima del tobillo (botas y botines), afectó de manera considerable a este industria. La producción es de menor calidad y a pesar de que en más de una ocasión se cambió el diseño y la orientación del tipo de zapato, e incluso se elaboró el sintético, la industria nacional es cada vez menos competitiva frente a la producción que se importa de China, Brasil y Europa.

 

Las exportaciones, especificó, se redujeron a menos del 10 por ciento en el 2000, ya que se vendían menos de 17 millones de pares: el 79% se dirigió a Estados Unidos, menos del 5 se envió a Chile, cerca del 3% a Cuba, 2% a Canadá y cantidades inferiores a algunos países centroamericanos.

 

La investigadora indicó la ubicación geográfica de la industria del calzado mexicano: más del 55 por ciento se encuentra en Guanajuato, sobre todo León, donde una de las afectaciones más importantes fue el impuesto suntuario, al ser la zona donde se producen las botas y botines.

 

Ahí, el desempleo afectó a 12 mil personas, 10 mil 800 de ellas laboraban en la industria del calzado, es decir, el 90 por ciento.

 

Durante el primer trimestre de este año, se calcula que la región perdió tres mil 400 empleos. Sin embargo, la tasa de desempleo abierto disminuyó, debido a que los trabajadores aceptaron que se les contrate a destajo y se reduzca la cantidad de horas de labor y, por lo tanto, de ingresos.

 

En Jalisco, principal estado dedicado al zapato de mujer, se produce el 23 por ciento. El Distrito Federal y el área metropolitana –incluido San Mateo Atenco y parte de Toluca–, representan el 15 por ciento de la producción. Un grupo de esta zona abastece a los grandes almacenes, mientras empresarios menores distribuyen en los tianguis con calzado de muy baja calidad.

 

Iglesias Lesaga expuso que los avatares de la industria del calzado nacional se dieron desde la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio (TLC), en 1994. El mercado interno fue invadido por importaciones asiáticas que entraban al país en forma ilícita.

 

Aunque, reconoció, el TLC favoreció la exportación de calzado mexicano como el deportivo e introdujo un arancel cero para las importaciones de cueros crudos y salados.

 

Para el año 2003, previó Iglesias Lesaga, todas las fracciones arancelarias del calzado mexicano tendrán una desgravación completa y la industria del cuero y del calzado descenderá en más de cuatro puntos, mismo que bajará la demanda del mercado estadounidense.

 

Entre el 2002 y el 2008 podría darse “el último respiro de la industria del calzado mexicano, tanto en el mercado interno como en el externo”, cuyo principal nicho es Estados Unidos. Sin embargo, en ese tiempo, China penetrará libre de impuestos con todas sus exportaciones. A nivel mundial, podría representar el 70 por ciento de la geoeconomía del calzado, expuso.

 

Como consecuencia, aseveró, el consumidor mexicano de calzado disminuye cada  día el número de pares que demanda por año. Hoy apenas compra dos pares anuales, con una decreciente demanda de calidad.

 

 

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PIES DE FOTO

 

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Esther Iglesias Lesaga, académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, afirmó que a pesar de la grave crisis que vive la industria del calzado mexicano, ésta no desaparecerá.

 

FOTO 2

 

Las pequeñas y micro empresas buscan ser absorbidas por las grandes en el proyecto “Kloster”, apoyado por los gobiernos federal, estatales y municipales, expuso Esther Iglesias Lesaga, académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.