06:00 hrs. Agosto 23 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0755

Ciudad Universitaria

Pies de fotos al final del boletín

 

 

NO ACEPTAR LAS PÉRDIDAS O CAMBIOS LLEVA A PADECER DEPRESIONES CRÓNICAS

 

·        Cada vez más personas reconocen que una pérdida no es un proceso fácil de asimilar, destacó Leticia Ábrego González, de la FP de la UNAM

·        En los últimos años, la tanatología, ciencia que estudia la muerte, se ha convertido en una forma eficaz para la resolución de esos duelos

 

Aceptar la muerte, las rupturas y las separaciones como algo natural e inevitable es indispensable para evitar que el duelo complique el estilo de vida de las personas y provoque depresiones crónicas ocasionadas por el manejo inadecuado de este tipo de pérdidas, afirmó Leticia Ábrego González, de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

 

Sin embargo, la gente reconoce que una pérdida causa gran sufrimiento, de ahí que busque ayuda profesional. En ese sentido, en los últimos años la tanatología –ciencia que estudia la muerte, entendida como el punto final de algo– se ha convertido en una forma eficaz para la solución de los duelos, señaló.

 

Los seres humanos, explicó, tenemos un fuerte sentimiento de apego hacia lo que nos rodea, y cuando la vida nos lleva a tener un cambio de domicilio, de trabajo o de ciudad, o bien las circunstancias nos conducen a una separación o recibimos la noticia de una enfermedad terminal, entramos en una etapa de duelo que nos puede llevar a  depresiones crónicas.

 

Cuando los duelos no se resuelven adecuadamente, los individuos presentan problemas de salud físicos y emocionales, se anclan en el pasado y experimentan un dolor que difícilmente podrán superar sin ayuda profesional y, a la larga, también perjudicarán a quienes los rodean, advirtió la psicóloga.

 

La función de la tanatología no es ayudar al paciente a olvidar esas situaciones ni eliminar el dolor, “porque las pérdidas y las rupturas le van a seguir doliendo”; la diferencia es que la persona se va a desapegar de ellas para continuar con su proceso de vida, aclaró.

 

Aunque la utilización de esta ciencia es aplicable a cualquier situación de ruptura o separación, se emplea en mayor medida para dar tratamiento a enfermos terminales y a sus familias.

 

En este sentido, precisó, la tanatología se aplica a personas de todas las edades, desde niños hasta adultos mayores. Sin embargo, quienes más acuden a solicitar este servicio son los enfermos de cáncer y VIH-SIDA, debido principalmente al deterioro que sufren en su calidad de vida.

 

Cuando el paciente busca la ayuda del tanatólogo, éste debe identificar en qué etapa del duelo se encuentra el paciente para después apoyarlo dependiendo de su personalidad, su entorno familiar y social, sus recursos intelectuales o su capacidad para resolver problemas.

 

Las fases por las que se pasan son: la negación, cuando se dice: “eso no es posible, vamos a buscar otra alternativa”; la ira: “estoy enojado con la vida, con los médicos, conmigo mismo por lo que me está pasando y me siento responsable”; posteriormente, la negociación, en la cual se busca un milagro en la religión. Al final, la aceptación, mediante la cual el paciente toma conciencia de su situación y busca adaptarse a las circunstancias, vincularse a la vida, despedirse y enterrar lo que está por morirse y, de ese modo, poder seguir la vida en forma sana.

 

La familia es un importante factor de apoyo para el éxito de la terapia, porque un paciente que cuenta con una red de apoyo presenta mejor evolución en comparación con quienes no la tienen.

 

Los tanatólogos, mencionó, trabajamos con el enfermo y con sus familiares a través de técnicas de relajación, recuento de su vida, ver los puntos que no cerraron y, si eso los inquieta, buscamos la manera de cerrar esos círculos.

 

También, dijo, les ayudamos a buscar las formas de decir lo que quieran, a despedirse de quienes deseen hacerlo e, incluso, a poner cuestiones legales en orden, agregó.

 

El tratamiento se realiza desde un enfoque multidisciplinario, además del apoyo del médico responsable del caso, el paciente necesita de psicólogos, psiquiatras, abogados, trabajadores sociales e inclusive teólogos y religiosos.

 

Ábrego González refirió que el tiempo de terapia es muy relativo, dependiendo de cada caso. “Se dice que un paciente ya superó su duelo cuando mejora su autoestima, se percibe como un ser completo, ha reacomodado su vida a su nueva condición y ha aceptado una situación inevitable”.

 

Recomendó empezar a trabajar con los niños para que desde pequeños vean a la muerte como un proceso natural, y no como algo malo que llega y les puede arrebatar su vida o la de sus familiares.

 

Finalmente, destacó que en México, además de las instituciones privadas, en algunos hospitales como el “20 de Noviembre”, “La Raza” y el Instituto Nacional de Cancerología, entre otros, existe una área de tanatología, lo cual hace más accesible este servicio para toda la población.

 

 

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PIES DE FOTO

 

 

Foto 1

 

Los humanos tenemos un fuerte sentimiento de apego hacia lo que nos rodea y, cuando la vida nos enfrenta a un cambio o una pérdida, entramos en una etapa de duelo, afirmó Leticia Ábrego González, de la Facultad de Psicología de la UNAM.

 

 

Foto 2

 

En los últimos años, la tanatología se ha convertido en una forma eficaz de disminuir el sufrimiento y mejorar la calidad de vida de quienes se enfrentan a alguna situación de pérdida, indicó Leticia Ábrego González, de la Facultad de Psicología de la UNAM.