Boletín UNAM-DGCS-0748
Pies de foto al final del boletín
CONFLICTO DE
INTERESES ENTRE ACADEMIA Y EMPRESA PROPICIAN LA FALTA DE APOYO A LA EDUCACIÓN
·
Matilde Luna, del Instituto de Investigaciones Sociales, destacó que la
lógica de la empresa es recibir ganancias, mientras que las universidades
buscan obtener conocimiento
·
Falta información de lo productivo que resultan las buenas relaciones entre ambas partes en la solución
de problemas
Hay poco interés de los empresarios por apoyar
la educación en México debido a que "hay una especie de conflicto de
intereses" entre ambos sectores. La lógica de la empresa es recibir
ganancias, mientras las universidades buscan obtener y difundir conocimiento,
aseguró Matilde Luna Ledesma, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS)
de la UNAM.
Señaló que se percibe un problema de cultura o
de falta de información acerca de lo que son las universidades y de lo
productivo que pueden resultar algunas relaciones para resolver problemas y
formar recursos humanos.
Para los empresarios o los tecnólogos, por
ejemplo, la obtención del título de los estudiantes es secundario, lo
prioritario es que resuelvan problemas de tipo industrial. Sin embargo, para
las universidades su principal misión es formar recursos humanos y también es
importante que éstos culminen sus estudios y obtengan su título e incluso
alcancen un grado (maestría o doctorado).
Luna Ledesma comentó que entre los temas
importantes en esta relación están las políticas institucionales y los
mecanismos de interacción que pueden generarse para establecer consensos y
acuerdos o compromisos, en especial en asuntos como la distribución de los
beneficios a las organizaciones o instituciones.
Por ello, la investigadora del IIS dijo que a
pesar de la falta de coordinación "es posible impulsar una política que
permita la participación conjunta y favorezca esa interacción", por la
interdependencia entre ambas instancias.
En ese sentido, consideró que la tensión entre
los actores de la relación por el tema de la autonomía y la interdependencia se
resuelve con mecanismos y procedimientos de participación conjunta, en donde la
lógica de la negociación se base en la capacidad para establecer consensos y
compromisos, que permitan el arribo al equilibrio en la relación.
Matilde Luna destacó que, por lo general, en
este tipo de relaciones las empresas establecen condiciones de secrecía y
confidencialidad de sus datos, lo cual siempre genera una cierta desconfianza y
un sinnúmero de problemas relacionados con la información.
Explicó que en la mayoría de los casos los
académicos necesitan esa información para resolver ciertos problemas, pero las
empresas no aceptan proporcionarlos, sobre todo porque en ocasiones éstas sólo
buscan el beneficio inmediato y las ganancias en el corto plazo.
"Tal situación impide a las empresas tener
una visión a largo plazo que les permita comprender que invertir en educación y
en la generación del conocimiento es un beneficio para el sector
económico", puntualizó.
Aseveró que muchas de las relaciones que se dan
entre academia e industria son de carácter espontáneo. "Ello continuará,
lo que se requiere es diseñar políticas que involucren la participación de los
distintos actores, sin grandes estructuras y en el ámbito nacional".
Es necesario, por ejemplo, que participen los
dirigentes de las asociaciones empresariales y los grandes industriales, así
como las instituciones académicas nacionales, siempre y cuando se dé una
combinación de políticas que consideren tanto la cuestión regional como
sectorial de desarrollo de ciertos campos tecnológicos en donde hay capacidades
acumuladas para aportar conocimientos.
Matilde Luna mencionó que en esta relación
también hay una especie de desfase entre los diversos integrantes que la
conforman, es decir, una falta de coordinación de las políticas
institucionales, tanto universitarias como empresariales.
Incluso, en algunos momentos hay esfuerzos de
algunos sectores, quienes pretenden relaciones de colaboración más estrechas;
pero también etapas en donde se dan políticas públicas orientadas a ese fin,
aunque no se logre una interacción más productiva.
"Hay mucho desperdicio de esfuerzo y
tiempo en esta relación, en especial porque no se ha encontrado el punto medio
en el que se generen políticas mediante una participación activa de académicos,
personal de las empresas y del gobierno", acotó.
Empero, recalcó la investigadora, ello no sólo
sucede con las políticas federales sino también con las regionales, importantes
en particular por lo que representa la proximidad física entre empresa y
universidad.
Informó que participa en una investigación
conjunta con investigadores de la UNAM y de otras instituciones sobre redes e
intercambios de conocimiento entre empresas y el sector académico, que está en
desarrollo.
--o0o--
PIES DE FOTO
Matilde Luna, del
Instituto de Investigaciones Sociales, dijo que en la relación empresa-academia
hay una falta de coordinación entre las diversas políticas institucionales,
tanto de las universidades como de las empresas.
La investigadora
universitaria Matilde Luna aseguró que la lógica de la empresa es recibir
ganancias, mientras que las universidades buscan obtener conocimiento.