06:00 hrs. Agosto 21 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0748

Ciudad Universitaria

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CONFLICTO DE INTERESES ENTRE ACADEMIA Y EMPRESA PROPICIAN LA FALTA DE APOYO A LA EDUCACIÓN

 

·        Matilde Luna, del Instituto de Investigaciones Sociales, destacó que la lógica de la empresa es recibir ganancias, mientras que las universidades buscan obtener conocimiento

·        Falta información de lo productivo que resultan las buenas  relaciones entre ambas partes en la solución de problemas

 

Hay poco interés de los empresarios por apoyar la educación en México debido a que "hay una especie de conflicto de intereses" entre ambos sectores. La lógica de la empresa es recibir ganancias, mientras las universidades buscan obtener y difundir conocimiento, aseguró Matilde Luna Ledesma, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

 

Señaló que se percibe un problema de cultura o de falta de información acerca de lo que son las universidades y de lo productivo que pueden resultar algunas relaciones para resolver problemas y formar recursos humanos.

 

Para los empresarios o los tecnólogos, por ejemplo, la obtención del título de los estudiantes es secundario, lo prioritario es que resuelvan problemas de tipo industrial. Sin embargo, para las universidades su principal misión es formar recursos humanos y también es importante que éstos culminen sus estudios y obtengan su título e incluso alcancen un grado (maestría o doctorado).

 

Luna Ledesma comentó que entre los temas importantes en esta relación están las políticas institucionales y los mecanismos de interacción que pueden generarse para establecer consensos y acuerdos o compromisos, en especial en asuntos como la distribución de los beneficios a las organizaciones o instituciones.

 

Por ello, la investigadora del IIS dijo que a pesar de la falta de coordinación "es posible impulsar una política que permita la participación conjunta y favorezca esa interacción", por la interdependencia entre ambas instancias.

 

En ese sentido, consideró que la tensión entre los actores de la relación por el tema de la autonomía y la interdependencia se resuelve con mecanismos y procedimientos de participación conjunta, en donde la lógica de la negociación se base en la capacidad para establecer consensos y compromisos, que permitan el arribo al equilibrio en la relación.

 

Matilde Luna destacó que, por lo general, en este tipo de relaciones las empresas establecen condiciones de secrecía y confidencialidad de sus datos, lo cual siempre genera una cierta desconfianza y un sinnúmero de problemas relacionados con la información.

 

Explicó que en la mayoría de los casos los académicos necesitan esa información para resolver ciertos problemas, pero las empresas no aceptan proporcionarlos, sobre todo porque en ocasiones éstas sólo buscan el beneficio inmediato y las ganancias en el corto plazo.

 

"Tal situación impide a las empresas tener una visión a largo plazo que les permita comprender que invertir en educación y en la generación del conocimiento es un beneficio para el sector económico", puntualizó.

 

Aseveró que muchas de las relaciones que se dan entre academia e industria son de carácter espontáneo. "Ello continuará, lo que se requiere es diseñar políticas que involucren la participación de los distintos actores, sin grandes estructuras y en el ámbito nacional".


 

Es necesario, por ejemplo, que participen los dirigentes de las asociaciones empresariales y los grandes industriales, así como las instituciones académicas nacionales, siempre y cuando se dé una combinación de políticas que consideren tanto la cuestión regional como sectorial de desarrollo de ciertos campos tecnológicos en donde hay capacidades acumuladas para aportar conocimientos.

 

Matilde Luna mencionó que en esta relación también hay una especie de desfase entre los diversos integrantes que la conforman, es decir, una falta de coordinación de las políticas institucionales, tanto universitarias como empresariales.

 

Incluso, en algunos momentos hay esfuerzos de algunos sectores, quienes pretenden relaciones de colaboración más estrechas; pero también etapas en donde se dan políticas públicas orientadas a ese fin, aunque no se logre una interacción más productiva.

 

"Hay mucho desperdicio de esfuerzo y tiempo en esta relación, en especial porque no se ha encontrado el punto medio en el que se generen políticas mediante una participación activa de académicos, personal de las empresas y del gobierno", acotó.

 

Empero, recalcó la investigadora, ello no sólo sucede con las políticas federales sino también con las regionales, importantes en particular por lo que representa la proximidad física entre empresa y universidad.

 

Informó que participa en una investigación conjunta con investigadores de la UNAM y de otras instituciones sobre redes e intercambios de conocimiento entre empresas y el sector académico, que está en desarrollo.

 

 

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Matilde Luna, del Instituto de Investigaciones Sociales, dijo que en la relación empresa-academia hay una falta de coordinación entre las diversas políticas institucionales, tanto de las universidades como de las empresas.

 

 

La investigadora universitaria Matilde Luna aseguró que la lógica de la empresa es recibir ganancias, mientras que las universidades buscan obtener conocimiento.