Boletín UNAM-DGCS-0738
Pies de fotos al final del boletín
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Jaime Jiménez Guzmán, del IIMAS, señaló que
los países del primer mundo tuvieron hace cien años la cantidad de científicos
que nuestro país tiene en la actualidad
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Sólo unas 300 empresas de la industria
nacional realizan algún tipo de investigación y desarrollo
El retraso de México en la
formación de personal dedicado a la ciencia y la tecnología es de alrededor de
un siglo, lo que le impide convertirse en un país desarrollado, aseguró el
físico Jaime Jiménez Guzmán, integrante del Instituto de Investigaciones en
Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM.
Señaló que a pesar de ser la
onceava economía del mundo en el rubro, nuestro país se encuentra muy atrasado,
al grado de que apenas tenemos el número de científicos que tenían hace cien
años las naciones del primer mundo; en esas condiciones, "no podemos
competir con ellos".
Mencionó que el sistema de
ciencia y tecnología mexicano es todavía “incipiente”. Los sectores sociales no
aprenden que la inversión en esos ámbitos es fundamental para el desarrollo
nacional.
Un país como el nuestro
necesita resolver problemas como la pobreza extrema, calidad de la educación,
las enfermedades endémicas, la explotación racional de los recursos naturales,
la contaminación generalizada, por mencionar algunos ejemplos, en los que la
investigación científica puede aportar una serie de resultados útiles para
mejorar las condiciones de vida de la población.
El gobierno, abundó, necesita convencerse de que sin una inversión sistemática en ciencia y tecnología, será muy difícil que el país salga del subdesarrollo.
Aclaró que la investigación y
los científicos que tenemos son "buenos, pero son pocos". Todavía se
requiere de muchos más centros e institutos de investigación y de la formación
de un mayor número de expertos en diversas especialidades.
Esta situación se registra
debido a diferentes factores. El primero de ellos la educación, cuya calidad debe
ser mejorada, incluso desde el jardín de niños. También es necesario
entusiasmar a más jóvenes para que se orienten hacia las carreras científicas.
Un factor más es la
vinculación de las instituciones de educación con la industria y el uso del
conocimiento, añadió el investigador universitario.
"Ahí tenemos un atraso
muy grande; mientras en los países desarrollados la industria invierte un
porcentaje alto de sus utilidades en investigación y desarrollo tecnológico,
nosotros dedicamos cantidades muy pequeñas".
Para enfrentar un problema
sistémico como éste se necesita el concurso de todos, de las autoridades
(federales, estatales y locales), de las instituciones de educación superior,
tanto públicas como privadas, y del sector industrial y de servicios.
En relación con el apoyo que
el gobierno brinda a la investigación, Jiménez Guzmán refirió que se debe
apostar a que el respaldo sea sistemático, vía el Congreso de la Unión. Si se
legisla en materia de ciencia y tecnología, se tendrá asegurado un presupuesto
creciente que no dependa de la orientación que tenga el presidente en turno.
"Desde luego -opinó- se
necesita del concurso del Ejecutivo; sin embargo, dada la situación actual de
equilibrio entre poderes, lo más saludable es que el Legislativo se haga cargo
de apoyar de forma persistente a la ciencia y la tecnología".
En ese sentido, señaló que la
aprobación de la nueva Ley de Ciencia y Tecnología es un buen paso inicial;
empero, no rendirá frutos si los otros elementos no "vibran en la misma
frecuencia" (instituciones de educación superior y sector privado).
Aseguró que sólo 300 empresas
de la industria nacional, de un total de 2.8 millones, es decir, el 0.001 por
ciento, realizan algún tipo de investigación y desarrollo y, en general, se
trata de empresas grandes, ya que las medianas y las pequeñas no tienen
condiciones para invertir.
Las transnacionales, aclaró el
físico, no invierten en investigación en el territorio nacional porque poseen
sus propios laboratorios y centros de investigación en el extranjero.
La vinculación de esas
empresas con las instituciones educativas y de investigación es buena y los
resultados son positivos. Sin embargo, ese porcentaje es pequeño, casi
insignificante, comparado con el potencial de los científicos para aportar
soluciones al gran sector industrial.
Refirió que la vinculación
universidad-industria-gobierno no ha dado los resultados esperados por varias
razones. Una de ellas: los diferentes lenguajes y objetivos. La meta de los
científicos es conocer más, aprender acerca de la naturaleza y de los fenómenos
sociales, mientras que la de los industriales es el incremento de sus
utilidades.
Otra de las diferencias
fundamentales es que el industrial busca los beneficios a un plazo
razonablemente corto, en tanto que el investigador tiene una perspectiva
temporal diferente. Ambos deben entender a la contraparte, abundó Jiménez
Guzmán.
La relación entre sectores se
puede incentivar mediante acercamientos donde los institutos de investigación
le muestren a los industriales, a los tomadores de decisiones, que existe una
serie de conocimientos científicos que puede ser utilizada en sus empresas.
Por otro lado, debe motivarse
la mayor apertura de la industria. Que descubra que vale la pena invertir en
ciencia, "porque los ahorros que van a lograr serán considerables a
mediano y largo plazos. La compra de tecnología extranjera es y será mucho más
cara que el desarrollo de la propia, con nuestros propios medios".
Finalmente, mencionó que se
debe concretar la idea de un Sistema Nacional de Innovación, en la actualidad
"raquítico". "No hay duda de que el Sistema debe impulsarse, de
tal manera que contribuya con más productos originales de utilidad para la
industria nacional".
Jaime Jiménez Guzmán señaló
que las instituciones que contribuyen al desarrollo tecnológico del país son,
además de la Universidad Nacional, el Cinvestav, el Instituto Politécnico
Nacional, los tecnológicos regionales, algunos tecnológicos privados y los
centros tecnológicos del sistema SEP-Conacyt que atienden problemáticas
regionales, aunque no sean suficientes.
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PIES DE FOTO
Foto 1
Las naciones del primer mundo
tuvieron, hace cien años, la cantidad de científicos que México tiene en la
actualidad; en esas condiciones, "no podemos competir con ellos",
opinó Jaime Jiménez Guzmán, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas
Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM.
Foto 2
Jaime Jiménez
Guzmán, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas
de la UNAM señaló que sólo 300 empresas de la industria nacional, de un total
de 2.8 millones, hacen algún tipo de investigación y desarrollo.