06:00 hrs. Agosto 11 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0722

Ciudad Universitaria

Pies de fotos al final del boletín

 

PÉRDIDA DEL 1% ANUAL DE LAS SELVAS DE MÉXICO

 

·        Miguel Martínez Ramos, del Instituto de Ecología, afirmó que debe mantenerse el balance entre la satisfacción de las necesidades humanas y la conservación de los sistemas biológicos

·        Trabaja en entender los mecanismos naturales de regeneración de selvas y en la recuperación de vegetación de selva en potreros abandonados

 

En nuestro país, la tasa de deforestación de selvas húmedas durante las últimas tres décadas fue de alrededor del 1% anual, según datos  del Instituto Nacional de Ecología.  Antes de la revolución industrial, cerca del 15% del territorio nacional estaba cubierto por ese tipo de ecosistema y en la actualidad, de acuerdo con el Inventario Nacional Forestal 2001, el porcentaje no rebasa el 5.1%.

 

Miguel Martínez Ramos, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM (campus Morelia), afirmó que no se puede pensar en la conservación de selvas sin considerar las demandas de desarrollo.

 

La situación es hacerlo racional y organizado, con el propósito de mantener el equilibrio entre la satisfacción de las necesidades humanas y la conservación de los sistemas biológicos, fundamentales no sólo por la riqueza de la flora y la fauna que contienen, sino por la función ambiental que desempeñan.

 

Actividades agrícolas y pecuarias, así como la proliferación de centros de población y de infraestructura (por ejemplo, presas hidroeléctricas), causan la pérdida de selvas en México.

 

Martínez Ramos refirió que la deforestación varía en las diversas regiones del país. Por ejemplo, en Veracruz y Tabasco han estado sujetos a fuertes niveles de tala, de modo que ya no hay extensiones considerables de selvas húmedas.

 

En Chiapas, la existencia de áreas protegidas, como la Reserva Integral de Montes Azules (de 400 mil hectáreas), forma parte de las medidas para conservar ese tipo de ecosistema. Se trata de impulsar acciones racionales de uso de recursos naturales en las comunidades, con ayuda de instituciones gubernamentales, civiles y académicas.

 

Empero, existen otras zonas en esa entidad que han registrado deforestación considerable, como Marqués de Comillas, comunidad que surgió hace 30 años mediante la dotación de terrenos. En ese lapso, la cobertura vegetal original se redujo 30%; la mitad del suelo transformado se dedica a la ganadería. Ahí, Miguel Martínez trabaja para recuperar la selva en los potreros abandonados.

 

En dicha región se registran diferentes tipos de suelo: los de mayor productividad están cerca de los márgenes de los ríos, y los más pobres y arenosos se hallan en las lomas.

 

Con el tiempo, los últimos pierden los nutrientes y su capacidad productiva y se convierten a largo plazo en pastizales, ya que al principio ni los pastos crecen, por lo cual son abandonados.

 

"Cuando hay niveles de degradación importantes, las tierras son invadidas por malezas que no permiten la recuperación del bosque; aunque las semillas lleguen, las condiciones del suelo ya no son favorables para el desarrollo de las plantas de la selva", precisó.

 

Para recuperar la selva, el investigador universitario trata de entender los fenómenos ecológicos involucrados en el denominado proceso de sucesión secundaria, el cual permite el restablecimiento de plantas y animales en áreas alteradas. Además, explora la incorporación, primero, de especies vegetales de crecimiento rápido y luego otras de vida media hasta alcanzar un bosque maduro.

 

Asimismo, se determina qué especies de importancia ecológica en el proceso de regeneración tienen valor utilitario para las comunidades, como las maderables (cedro y caoba), de ornato (orquídeas, palmas), lianas  y otras que proveen fibras.

 

Ahora trabaja con palmas de valor comercial, del género Chamadorea, conocidas como "xate", cuyas hojas se usan como ornato en arreglos y coronas florales, y en puestos de frutas.

 

Martínez Ramos señaló que las hojas de Chamaedorea elegans llegan a tener un valor considerable en el mercado; mientras que los campesinos de Chiapas o Veracruz obtienen por una "gruesa" (110 hojas) entre 5 y 7 pesos, en Estados Unidos, cada una puede alcanzar un precio de entre 50 centavos y un dólar.

 

Desde la perspectiva ecológica, el problema es encontrar niveles de cosecha de hojas que permitan un máximo de explotación del recurso y mantener viable las poblaciones de palmas manejadas.

 

Las palmas pueden introducirse y desarrollarse en las áreas en regeneración, formando huertos de palmas como parte de un diverso sistema de recursos bajo manejo. De esa forma, aclaró, la selva en recuperación aumenta su valor y el recurso puede ser extraído de forma racional, porque hasta ahora, los campesinos lo han cosechado, aunque "ya desapareció en algunos sitios".

 

Sin embargo, reconoció que la recuperación de la selva al 100% no es posible. "Su fisonomía puede ser parecida, pero al determinar las especies y su abundancia, resultan ser menores". Por ejemplo, en Brasil, donde se ha restablecido el ecosistema mediante la plantación de especies nativas, luego de 35 años se cuenta con menos del 50% de la vegetación original”. La biomasa podría recuperarse en períodos de entre 50 y 200 años.

 

La regeneración de la selva húmeda requiere que la sociedad le dé el “enorme valor que tiene”, y de la colaboración entre gobierno, sociedad y academia, conducentes a crear una nueva cultura de uso y cuidado de los bosques.

 

"Si la deforestación continúa y no instrumentamos un procedimiento alternativo de manejo de suelos tropicales, en el futuro se perderá el gran patrimonio de la Tierra representado por las selvas, que no se pueden restaurar completamente porque son el resultado de millones de años de evolución", finalizó Miguel Martínez.

 

 

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PIES DE FOTO

 

Foto 1

 

Es urgente mantener un balance entre la satisfacción de las necesidades humanas y la conservación de los sistemas biológicos, afirmó Miguel Martínez Ramos, investigador del Instituto de Ecología.

 

Foto 2

 

Miguel Martínez Ramos, del Instituto de Ecología, dijo que en Veracruz y Tabasco ya no hay extensiones considerables de selvas húmedas debido al cambio de uso del suelo para fines agrícolas y pecuarios.