Boletín UNAM-DGCS-0672
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El ordenamiento fue concebido para una
comunidad de 20 ó 30 mil individuos y hoy funciona para una población diez
veces mayor, señaló el ex rector de la UNAM
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Consideró que dentro de los cambios que se
hagan en la Universidad Nacional es imperativo conservar y acrecentar su nivel
académico
La
operatividad de la Ley Orgánica que rige a la Universidad Nacional está
rebasada por el crecimiento de la institución, ya que fue concebida para una
comunidad de 20 ó 30 mil individuos y hoy funciona para una población diez
veces mayor, aseguró el ex rector de esta casa de estudios Octavio Rivero
Serrano.
El profesor
emérito de la Facultad de Medicina explicó que las leyes universitarias no
están rebasadas sino su operación, que se hace difícil, torpe e ineficiente
porque no responde a las necesidades de lo que hoy es el complejo sistema de la
UNAM con más de 20 campus en el área metropolitana, cada uno con intereses
distintos.
En su
exposición “El gobierno de la UNAM”, en el marco del ciclo “El debate por la
UNAM”, organizado por la Comisión Especial del Consejo Universitario para el
Congreso Universitario (CECU), Rivero Serrano aseveró que la ley que rige a
esta casa de estudios desde 1945 le ha permitido una vida estable por casi 60
años. Cuando la institución “se ha visto en problemas no ha sido debido a sus
leyes”.
Además, la Ley Orgánica no ha sido
obstáculo para modificar el Estatuto General y otras leyes menores, y ha
permitido el crecimiento de la institución, no sólo en el número de alumnos
sino en procesos de expansión de materias, carreras, especialidades,
dependencias, docentes, investigación y extensión universitaria.
En el
auditorio Javier Barros Sierra de la Facultad de Ingeniería, comentó que uno de
los temas que más se mencionan hoy es la democratización del mando de la
institución; para ello, dijo, debe encontrarse “la forma de acercar los cuerpos
de gobierno a las comunidades que la forman, sin demérito de la tarea
académica”.
En el
pasado, la democracia, entendida como asambleísmo, condujo a la UNAM a pugnas
políticas irreconciliables, por lo que de repetirse ese esquema la llevaría al
deterioro su vida académica. “La docencia, la investigación y la difusión de la
cultura son sus únicos fines, y la organización de sus cuerpos de gobierno debe
girar en torno a ellos”, puntualizó.
Rivero
Serrano agregó que “la legitimidad de la autoridad universitaria se da cuando
los elegidos son los mejores, los más sabios, los más expertos en la vida
universitaria, y cuando en los procedimientos de su elección participan también
los más sabios y los más expertos”.
Al
plantearse cambios en la Universidad, una de las opciones a explorar es
descentralizar las instancias de gobierno. Es decir, no modificar el carácter
académico en la elección y conformación de autoridades –individuales y de los
cuerpos de gobierno– sino acercarlas a las comunidades respectivas. Ello
permitiría democratizarla sin perder su perfil académico, expuso.
Octavio
Rivero indicó que en un mundo globalizado y con la competencia que se establece
con universidades privadas, la superación es más urgente y trascendente que
nunca. Quienes llegan a la UNAM en busca de preparación deben comprender que la
única manera de superarse en lo individual, lo social y lo económico, es
mediante la preservación y el acrecentamiento del valor académico de la
institución.
Por último,
externó su deseo porque en los cambios que se den en la Universidad, en
cualquier ámbito, esté presente, como única premisa, mantener y acrecentar su
nivel. “Es así como servirá al país: como lo ha hecho durante décadas”.
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Pie de foto
Octavio Rivero Serrano, ex rector de la Universidad Nacional, a su llegada a la Facultad de Ingeniería, donde dictó la conferencia "El Gobierno de la UNAM", en el marco del ciclo "El debate por la UNAM"