Boletín UNAM-DGCS-0644
Pies de fotos al final del boletín
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Para ello, la evaluación y la rendición de
cuentas representan un imperativo moral y la exigencia social que deben
cumplirse para fortalecer su legitimidad, señaló el secretario de Servicios a
la Comunidad Universitaria
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Armando Labra, secretario Técnico del Consejo de Planeación de la UNAM, expuso que se
debe contribuir a los propósitos esenciales de la Universidad mediante un
proceso de planeación moderno que sirva para la toma de decisiones coherentes
en plazos razonables
Por su papel estratégico en el país, la
UNAM debe realizar sus funciones con el mayor grado de eficiencia y calidad
posibles e informar a la sociedad de las acciones que realiza y el uso de sus
recursos. Para ello, la evaluación y la rendición de cuentas representan un
imperativo moral y una exigencia social que debe cumplirse para fortalecer su
legitimidad, afirmó el secretario de Servicios a la Comunidad Universitaria,
Jaime Martuscelli Quintana.
Al participar en el Primer encuentro
institucional de responsables de planeación, con el tema “Retos de la
evaluación en la UNAM: la perspectiva del Consejo de Planeación”, el
funcionario universitario puntualizó que la cultura de la rendición de cuentas
significa demostrar con hechos el cumplimiento de las acciones que se tenían
programadas en los términos y tiempos estipulados, más allá de simplemente
reunir un cúmulo de información y hacerlo público en forma periódica.
Señaló que se trata de poner a la
disposición de la sociedad lo que de manera cotidiana se realiza para demostrar
no sólo la transparencia de las acciones, sino la eficiencia y eficacia con que
se utilizan los recursos que la sociedad le confía como institución pública.
La puesta en vigor de la Ley Federal de
Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, resaltó, crea la
obligación de mantener a disposición de la ciudadanía un considerable conjunto
de información.
En el Salón de Actos del Palacio de
Minería, Martuscelli Quintana explicó que la evaluación es una actividad
indisolublemente ligada al proceso educativo y es parte fundamental de las
tareas docentes, de investigación o de difusión de la ciencia y la cultura.
En la UNAM, especificó, la evaluación
recorre diversos caminos y atiende criterios distintos. Por ejemplo, la del
desempeño académico se realiza según la Legislación Universitaria; los consejos
académicos de área evalúan programas y actividades docentes de la dependencia,
y los planes de estudio son revisados por las facultades y escuelas cuando se
pretende introducir una modificación o se reserva para el Consejo Universitario
la creación de nuevos planes.
Desde 1990, agregó, se impulsa la cultura
de la evaluación individual a través de estimular la productividad del trabajo
académico por medio del Programa de Incentivos de Desempeño (PRIDE), además de
las permanentes evaluaciones externas, como la del Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología (Conacyt) a los programas de estudio de posgrado y proyectos de
investigación.
Jaime Martuscelli puntualizó que es un
enorme reto atender la complejidad de la Universidad para su evaluación. De ahí
la necesidad de que este proceso tenga cada vez mayor legitimidad mediante la
ampliación de la participación en los cuerpos colegiados y entre la comunidad
de cada dependencia o entidad.
En un proceso de reforma, la evaluación
adquirirá relevancia de primer orden para la elaboración de diagnósticos
cualitativos y cuantitativos que articulen las funciones sustantivas,
objetivos, servicios y actores, además de atender los rasgos institucionales
particulares para perfilar el proyecto de cambio, acotó.
Reiteró la urgencia de fortalecer la
coordinación de las actividades de planeación y evaluación en la UNAM para la
sistematización y homogenización de los aspectos generales y formales que deben
ser considerados por las diversas dependencias.
Tanto Jaime Martuscelli como el
secretario Técnico del Consejo de Planeación de la UNAM, Armando Labra
Manjares, coincidieron en la necesidad de que se le dé mayor relevancia al área
de difusión cultural, para reflejar el impacto de una de las actividades
sustantivas de la UNAM.
Labra Manjarrez expuso que se debe
contribuir a los propósitos esenciales de la Universidad, mediante un proceso
de planeación moderno que sirva para la toma de decisiones coherentes en plazos
razonables.
Planteó la urgencia de perfeccionar el
andamiaje para apoyar la reforma en curso, para lo cual se requiere contribuir
a la estrategia de descentralización de las funciones universitarias; articular
y hacer compatibles las diferentes metodologías y enfoques de planeación;
completar el ciclo de seguimiento, evaluación y financiamiento, enriquecidas
con la rendición de cuentas y consolidar la autonomía universitaria como
compromiso cotidiano permanente.
Precisó que en el ámbito nacional hay
cuatro tipos de factores que plantean exigencias a los responsables de formular
y conducir la política universitaria: económicos, sociales, educativos y
políticos.
En el primer rubro, durante las últimas
dos décadas el modelo educativo se subordinó a las políticas de ajuste y
reforma neoliberales, lo que significó recursos decrecientes para la educación
superior y deterioro de las finanzas de las universidades públicas.
En materia social, se registra un grave
rezago en la cobertura de la educación superior, dado que sólo dos de cada 10
jóvenes mexicanos, entre 19 y 23 años,
tienen acceso a este nivel de enseñanza. Tan sólo en Chiapas y Quintana
Roo, la cobertura es de uno de cada diez. En tanto, en los países
industrializados alcanza a 9 de cada 10.
Labra Manjarrez añadió que en México la
participación de la matrícula de enseñanza superior, dentro de todo el sistema
educativo nacional es de apenas 7%, cuando la media de los países europeos es
del 16%.
En el rubro educativo, dijo que la UNAM
reporta importantes esfuerzos para mejorar la equidad educativa, elevar la
calidad y fortalecer el desarrollo institucional, siendo necesario evaluar los
avances; y en lo político, la Ley de Transparencia y Acceso a la Información
Pública abre nuevos cauces al desarrollo democrático del país, plantea nuevas
exigencias a las instituciones, pues enfrentan la obligación legal de sujetar
cada vez más su comportamiento y desempeño al escrutinio público.
En el contexto institucional, Armando
Labra precisó que los retos de la planeación, concebidos como un proceso
dinámico, requieren cambios en siete rubros fundamentales: la renovación del
marco normativo de la planeación; la revisión del aspecto conceptual de la
planeación aplicada a la UNAM; institucionalizar la planeación y la evaluación
mediante un sistema integrado de ambas; apoyar la reforma de la institución,
dado que con o sin Congreso, resulta impostergable.
Asimismo, es necesario ampliar las
capacidades financieras de la Universidad; fortalecer la cultura de la
evaluación y la rendición de cuentas, y aplicar la planeación como instrumento
de defensa y garantía de la autonomía.
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PIES DE FOTO
Foto 1
Jaime Martuscelli secretario de
Servicios a la Comunidad Universitaria de la UNAM, consideró que la máxima casa
de estudios, por su papel estratégico en el país, debe realizar sus funciones
con el mayor grado de eficiencia y calidad posibles e informar a la sociedad de
las acciones que realiza y el uso de sus recursos
Foto 2
El secretario Técnico del Consejo de
Planeación de la UNAM, Armando Labra, indicó que en el ámbito nacional existen
cuatro factores que plantean exigencias a los responsables de formular y
conducir la política universitaria: económicos, sociales, educativos y
políticos
Foto 3
Los funcionarios de la UNAM, Armando
Labra y Jaime Martuscelli, secretarios técnico del Consejo de Planeación y de
Servicios a la Comunidad Universitaria, respectivamente, al término de su
participación en el “Primer encuentro institucional de responsables de
planeación”, efectuado en al Palacio de Minería