14:00 hrs. Junio 20 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0551

Ciudad Universitaria

 

 

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EL SIGLO XXI SERÁ EL DE LA DIVERSIDAD SEXUAL: MARTA LAMAS

 

·        El acto sexual es ético si hay mutuo acuerdo y responsabilidad de las personas involucradas, dijo la antropóloga

·        No hay una sola forma de sexualidad “natural”, sino lo “natural” es que existe una diversidad de sexualidades

·        En la sociedad mexicana se plantea que la sexualidad sólo es válida si tiene como fin la procreación, señaló

 

El siglo XXI será el de la gran batalla por la diversidad sexual, donde ni la heterosexualidad es lo “natural” ni la homosexualidad es un asunto “antinatural”, pues la libido es polimorfa y el deseo humano no tiene más límite que el que logra imponer la cultura, afirmó la antropóloga Marta Lamas.

 

Al participar en la conferencia ¿Derechos Civiles  o Tolerancia? El caso de la  sexualidad, en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, precisó que -desde una postura científica- si algo se puede afirmar es que no hay una sola forma de sexualidad “natural”, sino lo “natural” es que existe una diversidad de sexualidades.

 

Expuso que la heterosexualidad y la homosexualidad son resultado de los procesos de estructuración psíquica que, de manera inconsciente, posicionan el deseo de los seres humanos y, por otro, de las normas culturales que permiten o prohiben este tipo de prácticas.

 

Sin embargo, aclaró que sí existen relaciones patológicas y enfermas, lo que significa que aunque todas las expresiones sexuales son dignas, también existen formas indignas, forzadas o abusivas.

 

Así, lo definitorio en torno a si el acto sexual es o no ético, radica “no en un determinado uso de los orificios y órganos corporales sino en la relación de mutuo acuerdo y de responsabilidad de las personas involucradas”, precisó.

 

Ello, aclaró, requiere un acuerdo social sobre la edad mínima para ejercer libremente la sexualidad, que suele ser a los 18 años, aunque los jóvenes actuales tienen relaciones sexuales desde los 14 o 15 años.

 

Señaló que apenas empieza a tomarse en cuenta la evidencia psicoanalítica y las investigaciones históricas y antropológicas que documentan la calidad polimorfa de la libido.

 

Explicó que la clásica expresión freudiana de que “la libido es polimorfa y perversa” quiere decir que nuestro deseo se desparrama en mil formas y se vierte fuera de los cauces previstos para la reproducción.

 

Añadió que existen básicamente dos cuerpos en los que encauzar  la pasión (el masculino y femenino, ya que es mínima la población de hermafroditas) y por eso hay dos formas de estructuración psíquica     –heterosexualidad y homosexualidad-. Esto conlleva la existencia de la bisexualidad.

 

En su exposición, Lamas indicó que los códigos de conducta de la sociedad en nuestro país encubren profundas formas de discriminación y marginación  hacia las  personas homosexuales.

 

La sociedad mexicana, aseguró, plantea que la sexualidad sólo es válida si tiene como fin la procreación y a partir de pensar que hombres y mujeres somos complementarios reproductivamente.

 

Esto nos lleva a que se piense que la sexualidad “decente”, “buena” y “natural” es la del modelo reproductivo, ”pero dos penes o vaginas juntos generan un nivel de rechazo porque estamos troquelados por ese modelo de la complementariedad reproductiva”.

 

Abundó en que el deseo del homosexual no puede cambiarse a voluntad. En aras de no sufrir discriminación algunos pueden ocultarlo, negarlo, asumirse públicamente como heterosexuales, casarse y tener hijos, pero su verdadero deseo erótico es hacia personas con el mismo cuerpo que ellas.

 

En este sentido, afirmó, mucha de la intolerancia nace de la ignorancia; incluso personas progresistas o laicas consideran que lesbianas y homosexuales son “perversos”, “desviados”, “antinaturales”. Sin embargo, una persona bien informada suele tener un profundo respeto a la diversidad sexual.

 

Concluyó que nadie le puede imponer a otro sus ideas sobre su forma de vida. Los derechos civiles garantizan un tratamiento igualitario ante la ley y generan un espacio de igualdad humana con los demás. Cualquier forma de discriminación por sexo, raza, religión, convicciones políticas y orientación sexual va en contra de la igualdad ante la ley.

 

 

 

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La antropóloga Marta Lamas señaló que el siglo XXI será el de la gran batalla por la diversidad sexual.