Boletín UNAM-DGCS-0492
Ciudad Universitaria
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final del boletín
LAS ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA CATÓLICA OBSTACULIZAN LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS
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Aseguró María del Consuelo Mejía, del grupo “Católicas por
el derecho a decidir”, durante su participación en la Feria Universitaria de la
Sexualidad realizada en la UNAM
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La institución religiosa prohíbe el uso de métodos
anticonceptivos apoyándose en la idea de que las relaciones sexuales deben
tener como objetivo la procreación, indicó
·
También participó en la conferencia
Derechos sexuales y derechos reproductivos: compromisos internacionales y
políticas públicas en México, realizada en el CIICH
Las enseñanzas de la jerarquía
conservadora de la iglesia católica son un obstáculo importante para que los
derechos sexuales y reproductivos se conviertan en políticas públicas y los
gobiernos provean las facilidades para ejercerlos, afirmó María del Consuelo
Mejía, del grupo “Católicas por el derecho a decidir”.
Un adolescente tiene derecho a
vivir una sexualidad placentera, libre de violencia, discriminación y coerción,
en un marco de relaciones de igualdad y respeto, mencionó.
Así, señaló, el origen de la
prohibición del uso de métodos anticonceptivos está estrechamente relacionado
con la idea de que las relaciones sexuales-coitales deben tener como fin la
procreación, ya que sólo así se redime el pecado del placer sexual.
Al dictar la conferencia Derechos
sexuales y reproductivos de los adolescentes: los puntos de vista en la iglesia
católica, Mejía destacó que esta oposición no sólo se refiere a los
adolescentes, sino a las personas de cualquier edad, incluso a las parejas
casadas.
Otra razón para oponerse al
uso de los métodos de anticoncepción es la idea de que las relaciones sexuales
son permitidas solamente entre hombres y mujeres maduros y unidos a través del
matrimonio, abundó.
Además, se desconfía de la
capacidad moral de los jóvenes para tomar decisiones serias y responsables en
todos los aspectos relacionados con su conducta sexual.
Este mismo sector de la
iglesia católica señala que las relaciones sexuales en el matrimonio son una
expresión de la madurez alcanzada en una relación y acepta uniones a partir de
los 16 años.
Sin embargo, acotó, aquí hay
una contradicción pues la misma iglesia que considera a los adolescentes como
personas inmaduras para tener relaciones sexuales, les otorga madurez
automática, aunque sea a los 16 años, sólo por el hecho de unirse en
matrimonio.
Al plantear que las relaciones
sexuales sólo son válidas en el contexto de este sacramento y con el objeto de
procrear, la iglesia cancela la posibilidad de que los adolescentes usen algún
método anticonceptivo y eviten embarazos no deseados o el contagio de alguna
enfermedad de transmisión sexual, enfatizó.
Bajo este contexto, consideró,
las normas planteadas por la jerarquía católica cada vez están más alejadas de
la realidad cotidiana de los jóvenes.
Por ello, subrayó, es
necesario revisar estas enseñanzas que significan un atropello a la vida y
dignidad de muchas personas. Al mismo tiempo, debemos cumplir con el compromiso
internacional de brindar a los adolescentes las herramientas y servicios
necesarios para que ejerzan sus derechos sexuales y reproductivos.
Referirse a los derechos
sexuales de los adolescentes es hablar de la autonomía moral que éstos tienen
para tomar decisiones importantes en su vida, dijo.
Una sexualidad exenta de
miedos, vergüenzas, culpas, creencias y otros impedimentos que inhiben su libre
y plena expresión, puntualizó.
Asimismo, los jóvenes tienen
el derecho a la salud sexual, la información y el acceso a los servicios
médicos que les garanticen una sexualidad libre de enfermedades y deficiencias,
finalizó.
Mejía Piñeros participó
también en el ciclo de
conferencias Género, desarrollo y democracia, con el tema Derechos sexuales y
derechos reproductivos: compromisos internacionales y políticas públicas en
México realizada en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en
Ciencias y Humanidades de la UNAM.
Ahí, indicó que no hay democracia posible sin
equidad entre mujeres y hombres, como no la hay sin programas y políticas
incluyentes, respetuosos de las diferencias étnicas, religiosas, sexuales que
conviven en una sociedad como la mexicana.
La democracia, explicó, no puede reducirse a la
exclusiva esfera de lo que se entiende tradicionalmente por lo político, sino
que abarca las esferas de la fábrica, la oficina, el consultorio médico, la
escuela, la pareja, la familiar y, por lo tanto, las relaciones que se
establecen en esos ámbitos.
En este sentido, Mejía Piñeros planteó:
vivimos hoy “una revolución de valores, una reorganización de los papeles de
género que se nos han asignado a mujeres y hombres”, debido a la falta de poder
en que se desarrolla la mayoría de ellas.
No se trata, recalcó, de darle la “vuelta a la
tortilla, y de que ahora el control del sartén lo vamos a tener las mujeres”
sino de lograr la igualdad, de que la justicia sea el criterio rector en las
relaciones entre las personas.
El rol de género impuesto a los hombres,
aseguró, también tiene aspectos muy negativos: “se le exige ser el proveedor,
el fuerte, el que no llora, el que todo lo puede. Aquí también hay una
desigualdad”.
Por eso es importante que se entienda que “nuestro
trabajo debe encaminarse en función de la igualdad de derechos entre hombres y
mujeres, de la equidad, del bienestar y de una mejor calidad de vida para todas
las personas”.
Afirmó que en México se ha avanzado en
materia de derechos sexuales y reproductivos, a pesar de la reducción de los
recursos financieros asignados a dicha tarea.
Es un hecho, dijo, que en nuestro país se
han hecho esfuerzos importantes por integrar a la prestación de los servicios
de salud los principios asumidos en las conferencias internacionales realizadas
en El Cairo (1994) y Beijing (1995), en las cuales se abordó el tema de los
derechos de las mujeres. Destacó la labor del Consejo Nacional de Población y de la
Dirección General de Salud Reproductiva y Planificación Familiar de la
Secretaría de Salud.
Asimismo, concluyó, es responsabilidad de los gobiernos
frenar el avance de las tendencias económicas que no facilitan el cumplimiento
de los compromisos asumidos en dichas conferencias “pero falta una mayor voluntad política que permita salvar las
barreras que la derecha organizada está poniendo cada vez con más empeño a
estos avances”.
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Las enseñanzas de
la jerarquía conservadora de la iglesia católica son un obstáculo para que los
derechos sexuales y reproductivos se conviertan en políticas públicas, afirmó
Consuelo Mejía, directora de Católicas por el derecho a decidir, al dictar en
la UNAM la conferencia Derechos sexuales y reproductivos de los adolescentes:
los puntos de vista en la iglesia católica
FOTO 2
En el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, María del Consuelo Mejía participó en la conferencia Derechos sexuales y derechos reproductivos: compromisos internacionales y políticas públicas en México