13:30 hrs. Mayo 24 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0463

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

ACOTADO EL DESARROLLO DE LA POLÍTICA INDUSTRIAL DE MÉXICO, POR LA GLOBALIZACIÓN

 

·        La globalización de la producción, la brecha tecnológica y la apertura económica, son factores que la determinan, dijo Mario Capdevielle, de la UAM

·        Gonzalo Guerrero Zepeda, de la Facultad de Ingeniería, aseguró que en 2001, 548 proyectos de 151 empresas recibieron estímulos fiscales por 420 millones de pesos

 

La globalización de la producción, la brecha tecnológica y la apertura económica condicionan la capacidad de desarrollar la política industrial en México, aseguró Mario Capdevielle, de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Xochimilco.

 

Además, la crisis fiscal, y particularmente la baja capacidad recaudatoria que no se ha resuelto con las reformas recientes, limita el apoyo a la política de transferencias que requiere mayor financiamiento.

 

En el seminario "Políticas para la innovación tecnológica y la competitividad en México: innovación e industria", realizado en la Facultad de Economía, explicó que la globalización propicia que buena parte de las actividades productivas se segmenten y las empresas se optimicen en función del costo-beneficio y de los vínculos con sus países de origen.

 

Señaló que hasta hace unos años el sector más exitoso de nuestra economía fue la industria maquiladora, en el cual sólo participamos en las fases finales, a diferencia de países como Corea que iniciaron sus procesos hace 30 años, igual que México, sólo que ellos generaron sus propias capacidades productivas y tecnológicas de exportación y nuestro país ofrece sólo mano de obra barata.

 

Otro factor que obstruye la política industrial es la apertura de la economía y las limitaciones impuestas por instrumentos de política económica, industrial y tecnológica, como los tratados comerciales.

 

Aseguró que no se crea un sistema nacional de innovación mediante la sola vinculación de muchas secretarías de Estado y organismos públicos, se requiere una política gubernamental activa como la desarrollada en Corea, Japón y los países más avanzados.

 

Una tónica de la actual administración, refirió, es modificar el tradicional concepto de política industrial y orientarlo hacia el crecimiento empresarial planteado como línea de desarrollo.

 

Consideró que en una economía atrasada, como la nuestra, no podemos darnos el lujo de reducir los recursos en inversiones de largo plazo como la ciencia y la educación.

 

En ese sentido, Gonzalo Guerrero Zepeda, de la Facultad de Ingeniería e integrante de la Dirección Adjunta de Tecnología del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), habló de los estímulos fiscales a proyectos de investigación y desarrollo de tecnología

 

Recordó que hasta el año 2000, conforme a la Ley de Ingresos de la Federación, se otorgaba un crédito fiscal por los gastos de inversiones adicionales en investigación y desarrollo de tecnología realizados durante un cierto ejercicio fiscal, y comparados con lo que hubieran hecho en el promedio de los dos años anteriores.

 

Es decir, sólo se estimulaba a las empresas que hubieran realizado esfuerzos por encima de los previos, por lo que una de ellas podía asignar la misma cantidad al desarrollo de ciencia y tecnología por varios años y tener cero estímulos fiscales. Además, oscilaba de acuerdo con el tamaño de la empresa entre 20 y 30%.


Para tal propósito, la Secretaría de Hacienda destina 500 millones de pesos. Empero, en 1999 sólo se otorgaron tres millones a cuatro empresas, y en 2000, se destinó un estímulo fiscal de 8.5 millones para tres.

 

Con la aprobación del Congreso, el año pasado se logró que el estímulo se considerara en la Ley del Impuesto sobre la Renta y que fuera de 30% para todas las empresas sobre el gasto total acreditado (no al incremento) en ciencia y tecnología.

 

Para recibir el estímulo fiscal se registraron 192 empresas con 679 proyectos con una inversión total de 2 mil 450 millones de pesos, aproximadamente.

 

Después de evaluar cada propuesta, el comité institucional conformado por el Conacyt y las secretarías de Economía, Hacienda y Educación Pública, aprobó 548 proyectos a 151 empresas, en áreas como química, electrónica, alimentos y plásticos, en tanto que sectores como el agropecuario no figuraron. Por primera vez, destacó, se asignó 85% (420 millones de pesos) de los 500 millones disponibles.

 

Está por determinarse el impacto de estos estímulos en indicadores económicos como la generación de empleos y el convencimiento en las empresas de que los recursos erogados en investigación, desarrollo y ciencia son una inversión, concluyó.

 

 

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Foto 1

 

Mario Capdevielle, de la UAM Xochimilco, dijo que la crisis fiscal en nuestro país limita el apoyo significativo a la política de transferencias, la cual requiere mayor financiamiento.

 

 

Foto 2

 

En el seminario “Políticas para la innovación tecnológica y la competitividad en México”, organizado por la Facultad de Economía de la UNAM, Gonzalo Guerrero, de la Facultad de Ingeniería, habló de los estímulos fiscales a proyectos de investigación y desarrollo de tecnología.