6:00 hrs. Mayo 19 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0446

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Pies de fotos al final del boletín

POBREZA Y CORRUPCIÓN CALDO DE CULTIVO PARA EL EXTREMISMO ISLÁMICO

 

·        Luis Alberto García, del Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales, agregó que ello también impulsó redes terroristas y traficantes de drogas y armas

·        Señaló que la guerra emprendida por EU contra el talibán, apoyada por naciones como Rusia y China, tiene fines geoestratégicos

 

La corrupción y la pobreza propiciaron en Asia Central un caldo de cultivo para el extremismo islámico, las redes terroristas y los traficantes de drogas y armas, aseguró Luis Alberto García Aguirre,  del Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI).

 

Opinó que la guerra emprendida por Estados Unidos contra el gobierno talibán el 7 de octubre de 2001, con el apoyo de Gran Bretaña y demás aliados, debería desembocar en una cooperación real y efectiva a varias naciones hundidas en el desamparo que han potenciado el terrorismo fanático, sin embargo, descartó esa posibilidad.

 

Al participar en el Simposio Internacional “Terrorismo, Desarme y Seguridad”, organizado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y el CLAEI, mencionó que la guerra en esa región, nudo histórico de la humanidad, no debe ser, como es evidente para todo el mundo, una disputa entre las grandes potencias.


 

Explicó que a raíz de los acontecimientos del 11 de septiembre, Rusia y China se comprometieron a cooperar con Estados Unidos en su intento por eliminar al talibán y a Al Qaeda. Así, los tres gobiernos se encontraron unidos contra el terrorismo y el extremismo islámico de Afganistán y toda Asia Central.

 

Al principio, indicó, la rivalidad entre esas potencias se centró en la competencia por explotar el petróleo y gas del Mar Caspio y Asia Central. “Pero pronto se extendió a otras cuestiones de importancia estratégica, como la forma de mantener la estabilidad de una región grande, frágil, y con problemas, en especial Afganistán”.

 

Recordó que las compañías petroleras de Estados Unidos fueron de los primeros grupos internacionales que se percataron de la importancia de la región, incluso antes de que esa nación estableciera embajadas. “Llegaron para planificar las posibilidades de energía, estimuladas por los primeros hallazgos de petróleo y gas de la compañía Chevron en Kasajstán”.

 

No obstante, al finalizar la guerra fría, mientras EU formulaba una nueva estrategia mundial, Asia Central no estaba en sus prioridades. Fue a mediados de 1990 cuando la potencia se obsesionó con la idea de crear oleoductos y gasoductos para transportar hidrocarburos desde Azerbaiyán hasta Turquía.

 

En 1999 la administración de William Clinton adoptó una política en la región orientada a combatir el terrorismo y fortalecer la capacidad militar de los regímenes, pero fracasó al basar su eventual ayuda en intentar mejorar la deteriorada economía y en las reformas políticas sin tocar el tema de los derechos humanos.

 

En la actualidad, Moscú, Pekín y Washington confían en que el talibán sea derrotado y se establezca en Kabul un gobierno multiétnico de amplia base, y que la amenaza del movimiento islámico de Uzbekistán sea neutralizada.

 

En opinión del internacionalista, mientras continúe la alianza para combatir al talibán y a Al Qaeda, las tres potencias permanecerán unidas. Empero, la evolución de sus relaciones no parece ser segura cuando acaben los disparos. Si Estados Unidos intenta conservar su presencia militar en Asia Central, como Rusia teme, es casi seguro que se iniciará un nuevo episodio de la rivalidad entre ellas.


 

Señaló que Rusia y China coinciden en diversas cuestiones, como el deseo de impedir que Estados Unidos se convierta en potencia global unilateral. A pesar de ello, Moscú se cuidará mucho de potenciar el papel militar chino.

 

En tanto, China y Estados Unidos todavía deben encontrar un terreno común en la región. Además de la ayuda proporcionada por esa nación asiática a la alianza de Bush, se sabe que el gobierno estadounidense comparte información con Pekín sobre las relaciones entre separatistas musulmanes del sur de China con el talibán.

 

Una vez que la amenaza militar disminuya, si los estados centro asiáticos se muestran capaces de mejorar sus acciones económicas y políticas, aumentará la rivalidad de las tres potencias –unidas ahora con el pretexto de defender la integridad territorial y eliminar el terrorismo- por su interés en la explotación de los enormes recursos energéticos y sus necesidades hegemónicas y expansionistas, concluyó.

 

 

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Luis Alberto García Aguirre, del Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales, mencionó que en Asia Central la corrupción, la pobreza y otros males sociales propiciaron un caldo de cultivo para el extremismo islámico.

 

 

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La guerra contra el gobierno talibán debe desembocar en una cooperación real y efectiva a naciones hundidas en el desamparo que han potenciado el terrorismo fanático, dijo en la UNAM Luis Alberto García, del CLAEI. Lo acompañan Ana Teresa Gutiérrez y Luis Gutiérrez.