Boletín UNAM-DGCS-0446
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Pies de fotos al final del boletín
POBREZA Y CORRUPCIÓN CALDO DE CULTIVO PARA
EL EXTREMISMO ISLÁMICO
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Luis Alberto García, del Círculo
Latinoamericano de Estudios Internacionales, agregó que ello también impulsó
redes terroristas y traficantes de drogas y armas
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Señaló que la guerra emprendida por EU
contra el talibán, apoyada por naciones como Rusia y China, tiene fines
geoestratégicos
La corrupción y la pobreza propiciaron en Asia Central un caldo de
cultivo para el extremismo islámico, las redes terroristas y los traficantes de
drogas y armas, aseguró Luis Alberto García Aguirre, del Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI).
Opinó que la guerra emprendida por Estados Unidos contra el gobierno
talibán el 7 de octubre de 2001, con el apoyo de Gran Bretaña y demás aliados,
debería desembocar en una cooperación real y efectiva a varias naciones
hundidas en el desamparo que han potenciado el terrorismo fanático, sin
embargo, descartó esa posibilidad.
Al participar en el Simposio Internacional “Terrorismo, Desarme y
Seguridad”, organizado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y el
CLAEI, mencionó que la guerra en esa región, nudo histórico de la humanidad, no
debe ser, como es evidente para todo el mundo, una disputa entre las grandes
potencias.
Explicó que a raíz de los acontecimientos del 11 de septiembre, Rusia y
China se comprometieron a cooperar con Estados Unidos en su intento por
eliminar al talibán y a Al Qaeda. Así, los tres gobiernos se encontraron unidos
contra el terrorismo y el extremismo islámico de Afganistán y toda Asia
Central.
Al principio, indicó, la rivalidad entre esas potencias se centró en la
competencia por explotar el petróleo y gas del Mar Caspio y Asia Central. “Pero
pronto se extendió a otras cuestiones de importancia estratégica, como la forma
de mantener la estabilidad de una región grande, frágil, y con problemas, en
especial Afganistán”.
Recordó que las compañías petroleras de Estados Unidos fueron de los
primeros grupos internacionales que se percataron de la importancia de la
región, incluso antes de que esa nación estableciera embajadas. “Llegaron para
planificar las posibilidades de energía, estimuladas por los primeros hallazgos
de petróleo y gas de la compañía Chevron en Kasajstán”.
No obstante, al finalizar la guerra fría, mientras EU formulaba una
nueva estrategia mundial, Asia Central no estaba en sus prioridades. Fue a
mediados de 1990 cuando la potencia se obsesionó con la idea de crear
oleoductos y gasoductos para transportar hidrocarburos desde Azerbaiyán hasta
Turquía.
En 1999 la administración de William Clinton adoptó una política en la
región orientada a combatir el terrorismo y fortalecer la capacidad militar de
los regímenes, pero fracasó al basar su eventual ayuda en intentar mejorar la
deteriorada economía y en las reformas políticas sin tocar el tema de los
derechos humanos.
En la actualidad, Moscú, Pekín y Washington confían en que el talibán
sea derrotado y se establezca en Kabul un gobierno multiétnico de amplia base,
y que la amenaza del movimiento islámico de Uzbekistán sea neutralizada.
En opinión del internacionalista, mientras continúe la alianza para
combatir al talibán y a Al Qaeda, las tres potencias permanecerán unidas.
Empero, la evolución de sus relaciones no parece ser segura cuando acaben los
disparos. Si Estados Unidos intenta conservar su presencia militar en Asia
Central, como Rusia teme, es casi seguro que se iniciará un nuevo episodio de
la rivalidad entre ellas.
Señaló que Rusia y China coinciden en diversas cuestiones, como el
deseo de impedir que Estados Unidos se convierta en potencia global unilateral.
A pesar de ello, Moscú se cuidará mucho de potenciar el papel militar chino.
En
tanto, China y Estados Unidos todavía deben encontrar un terreno común en la
región. Además de la ayuda proporcionada por esa nación asiática a la alianza
de Bush, se sabe que el gobierno estadounidense comparte información con Pekín
sobre las relaciones entre separatistas musulmanes del sur de China con el
talibán.
Una
vez que la amenaza militar disminuya, si los estados centro asiáticos se
muestran capaces de mejorar sus acciones económicas y políticas, aumentará la
rivalidad de las tres potencias –unidas ahora con el pretexto de defender la
integridad territorial y eliminar el terrorismo- por su interés en la
explotación de los enormes recursos energéticos y sus necesidades hegemónicas y
expansionistas, concluyó.
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PIES DE FOTO
FOTO 1
Luis Alberto García Aguirre, del Círculo
Latinoamericano de Estudios Internacionales, mencionó que en Asia Central la
corrupción, la pobreza y otros males sociales propiciaron un caldo de cultivo
para el extremismo islámico.
FOTO 2
La guerra contra el gobierno talibán debe
desembocar en una cooperación real y efectiva a naciones hundidas en el
desamparo que han potenciado el terrorismo fanático, dijo en la UNAM Luis
Alberto García, del CLAEI. Lo acompañan Ana Teresa Gutiérrez y Luis Gutiérrez.