Boletín UNAM-DGCS-0429
Ciudad Universitaria
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EL PAN ENFRENTA
UN COMPLEJO COSTO DE APRENDIZAJE COMO PARTIDO EN EL GOBIERNO FEDERAL
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En poco tiempo debe resolver la crisis económica y tomar el control de las
variables económicas: Víctor Alarcón Olguín, de la UAM Iztapalapa
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Rosa María Mirón Lince, consejera del Instituto Electoral del DF, dijo
que el PRI encontró en la derrota presidencial de julio de 2000 el inicio de un
cambio institucional
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Se efectuó el Seminario "Los partidos en México, nuevos liderazgos
y nuevos perfiles políticos", organizado por la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales y la Asociación Mexicana de Estudios Parlamentarios
El costo del aprendizaje del Partido Acción
Nacional es complejo porque en poco tiempo tiene que resolver una crisis
económica, indicó Víctor Alarcón Olguín, de la Universidad Autónoma
Metropolitana, plantel Iztapalapa.
Luego de 63 años de oposición y dos en el
gobierno federal, se plantea seriamente ser el partido de gobierno, que apoye
con fuerza las iniciativas del Ejecutivo o que mantenga identidad propia,
incluso, con puntos de vista discordantes con la propia conducción del
gobierno.
Así lo aseguró al participar en el Seminario
"Los partidos en México, nuevos liderazgos y nuevos perfiles
políticos", organizado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de
la UNAM y la Asociación Mexicana de Estudios Parlamentarios.
Al referirse a su situación actual, dijo que se
trata de una organización viva, que interactúa con la necesidad de una nueva
identidad política.
Acción Nacional tiene un déficit importante en
la construcción de sus cuadros políticos y administrativos los cuales puedan
ser autosuficientes para ofrecer una gobernabilidad no compartida con el PRI.
Refirió que de los 397 municipios que gobierna
el PAN, cerca de 15 son de grandes ciudades o capitales; además, ha consolidado
su presencia entre las clases medias y ha registrado un avance en los sectores
rurales.
Enfrenta el reto de convertirse en
el partido en el poder o desdibujarse por la conducción del actual gobierno; en
este último caso comenzará a pagar los costos políticos y podría ser el gran
derrotado de las elecciones de 2003. En caso contrario, deberá cuestionar y
obligar al gobierno a actuar de acuerdo con el programa que lo llevó al poder
el 2 de julio, subrayó.
Por otra parte, Rosa María Mirón Lince,
consejera ciudadana en el Instituto Electoral del Distrito Federal, aseguró que
el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no encontró en la derrota
presidencial de julio de 2000 su muerte, sino el inicio de un profundo cambio
institucional que se caracteriza, entre otros, por la redefinición de sus
liderazgos.
Señaló que al perder, el PRI tenía dos
opciones: militar en la oposición buscando su pronto regreso al poder, o
desintegrarse y dar lugar a uno o varios nuevos partidos reformados del todo.
"De haber sido una organización a la usanza de los viejos partidos
comunistas pudo llegar a su fin".
Empero, en esa organización existe una cultura
a favor de la preservación partidista y en esa característica encuentra su
posibilidad de recomposición y de salir adelante ante la crisis que vive.
En opinión de la especialista, el tránsito de
un sistema de partidos hegemónico a otro marcado por la competitividad supone
cambios importantes en los elementos que lo integran. "Los tres
principales partidos políticos han experimentado los suyos a raíz de este
cambio. El PAN y el PRD se han ido adaptando paulatinamente a esta nueva
realidad nacional, pero en el PRI estas transformaciones han tenido
consecuencias más significativas dada la posición hegemónica que gozó durante
mucho tiempo".
El PRI fue, desde su fundación, el partido en
el poder, elemento cohesionador de líderes revolucionarios dispersos en el
país, el cual tuteló el proceso de modernización del país.
Ha sido, también, el partido de las sorpresas,
por su capacidad para adaptarse a los cambios "ambientales": por
ejemplo, fue una confederación de partidos y un partido de sectores y hasta uno
de economistas y tecnócratas.
En los últimos tiempos el partido ha vuelto a
sorprender al ser capaz de conjurar los riesgos de fractura. A la muerte del
mito presidencial la cultura priísta ha sobrevivido; el Revolucionario
Institucional "parece guardar ahí la mayor de sus sorpresas, su cambio y
su recomposición".
Han diseñado mecanismos que, acorde a las
necesidades de unidad, les permiten darse una nueva estructura organizativa
legítima y que responda a las necesidades impuestas. Además, posee todavía un
capital de poder considerable: por ejemplo, en 2000 ganó la elección
presidencial en 11 estados.
En otros 20 se ubicó como primera minoría y
encabezó la opción para senadores en 16 entidades y para diputados en 7. Con
excepción del DF, en todas las entidades ganadas por otro partido, se colocó
como primera fuerza opositora. Ganó también la mayor parte de las curules en el
Congreso de la Unión (60 senadores y 211 diputados).
Hasta julio de 2000 gobernaba 19 de las 32
entidades y más de mil 500 de los 2 mil 460 municipios del país. "Estos
números conforman un importante capital político para cualquier partido y son,
en este caso, la base para sostener e incrementar la presencia priísta".
El tricolor enfrenta una serie de desarreglos
organizativos y asignaturas pendientes por lo que debe de realizar un examen
profundo de las causas de su desplazamiento, conformar un partido dotado de
representatividad real y reemplazar las viejas formas de control político.
Pero, sobre todo, debe sustituir el liderazgo
presidencial, replantear su estructura organizativa dejando de lado su
funcionamiento estatista, generar una política de alianzas (tanto electorales
como en el ejercicio legislativo) y actualizar su proyecto de nación, a lo cual
se aboca en los últimos tiempos, finalizó.
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PIE DE FOTO
En la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM se llevó a cabo el Seminario "Los
partidos en México, nuevos liderazgos y nuevos perfiles políticos", con la
participación de Víctor Alarcón Olguín, Luisa Béjar y Rosa María Mirón.