Boletín UNAM-DGCS-0374
Ciudad Universitaria
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de foto al final del boletín
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Gerardo Flores Arnaud,
de la FCPyS, indicó que en las academias de policía no se preparan elementos
con vocación
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La policía no previene,
suele reaccionar de manera violenta y sin regulación, indicó
México ocupa uno de los últimos sitios en
el ámbito internacional en materia de capacitación y actualización de sus
cuerpos policíacos. La situación es crítica porque no se preparan elementos de
seguridad pública con vocación, ni existen las políticas gubernamentales
adecuadas en la materia, aseguró Gerardo Flores Arnaud, del posgrado de la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS).
Los gobiernos federal, estatales y
municipales sólo favorecen las grandes políticas nacionales para obtener
resultados concretos; sin embargo, el modelo ha fracasado, desde hace cerca de
nueve años no se toma el camino correcto.
Así, dijo, la estructura y recomposición
policial siempre será decadente y precaria, porque no hay criterios mínimos de
formación para los elementos encargados de la seguridad pública.
Las academias de policía imparten cursos
exprés, mientras que en España, Dinamarca, Francia, Inglaterra, o Australia,
por ejemplo, la formación inicial que se imparte es de entre seis meses y un
año.
Aseguró que la policía mexicana no ha
logrado niveles de democratización o participación ciudadana, por el contrario,
es un instrumento del Estado al servicio de los poderosos.
Además de servir y responder a los intereses
del poder público y no para la vigilancia y seguridad ciudadanas, la policía
suele ser reactiva y no proactiva, es decir, actúa con severidad donde ocurre
un delito, nunca lo hace para prevenirlo; donde existe violencia,
interviene "con mayor violencia", sin regulación, ni medida.
Una policía proactiva, en
cambio, es aquella que opera antes de que se cometa el delito, analiza las
causas y origen de la conducta criminal, destacó Flores Arnaud.
Subrayó que la policía nunca
debe exceder el límite de fuerza que le está permitido; sin embargo, actúa
mediante el sometimiento de cualquier probable responsable.
Flores Arnaud, egresado de la
Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Acatlán, consideró que otro
grave problema detectado en el sistema policial contemporáneo es la carencia de
un servicio civil de carrera.
Destacó la urgencia de
dignificar la carrera policial, para lo cual es necesario recontextualizarla
–además de elevar el nivel de formación de los policías mediante cursos
intensivos básicos–, “ir a sus orígenes e indicarle cómo debe tratar al
ciudadano, cuáles son los límites permitidos en su actuación y hasta dónde
tiene derecho de ejercer la fuerza legítima que el Estado le ha conferido”.
Por su estructura rígida, los
elementos de seguridad someten al presunto responsable con violencia y, en
muchas ocasiones, el cohecho y la intimidación son prácticas cotidianas. Esta
es una situación grave, pues se trata de violaciones a las garantías
individuales de todo gobernado.
No se trata de un asunto de
policías y ladrones, ni tampoco de ministerios públicos, jueces o cárceles, el
problema real de la justicia penal en el país son sus instituciones. “Estamos
inmersos en la globalización, con instituciones cada vez más decadentes que
favorecen la maximización del derecho penal, en lugar de una minimización de
éste”, señaló.
Opinó que debe favorecerse un
modelo de seguridad pública profesional y científico, el cual permita que los
elementos sean a la vez Ministerio Público, perito y policía.
“Es necesario transitar hacia
otros modelos de intervención, como la minimización del derecho penal, y con
ello las instancias de control social, como las policías, los ministerios
públicos, los jueces, y las cárceles”.
Flores Arnaud propuso un modelo policial
garantista para avanzar hacia un nuevo patrón de intervención profesional, es
decir, de respeto a las garantías y a los derechos del gobernado.
Asimismo, aseveró, debe medirse el
desempeño de los policías, su capacidad de dominio del estrés y el riesgo,
evaluar su permanencia, promoción o separación de sus funciones, así como
fortalecer la cultura del registro.
Como parte de su propuesta, destacó
también el establecimiento de un cuerpo colegiado, no sólo militar o castrense,
que evalúe el desempeño de los elementos de seguridad pública.
Pero, ante todo, enfatizó,
debe dignificarse la carrera policial con un salario decoroso, que cubra sus
necesidades. Aunque ninguna remuneración será superior a los límites de la
corrupción, el narcotráfico, el crimen organizado y la delincuencia organizada,
precisó.
Por otra parte, consideró que el número
de elementos policíacos es suficiente para cumplir su tarea, lo que se
requiere, insistió, es la especialización de la función policial y que cuenten con
un código deontológico y de ética, así como con un amplio conocimiento acerca
de los derechos humanos.
Los cuerpos policíacos deben responder a
las necesidades de la ciudadanía, y en cada estado o municipio requieren mayor
autonomía con respecto a las políticas gubernamentales en la materia.
Dijo que los fondos públicos son
suficientes para instituir cursos de formación inicial que permitan hacer más
eficiente la actividad policial y transitar hacia un modelo democrático y
garantista de los cuerpos policíacos.
Asimismo, comentó que debido a la falta
de confianza ciudadana en la policía, se requiere un cambio en el paradigma
actual de los elementos de seguridad pública.
Es necesario volver más ciudadano al
policía, y no policía al ciudadano. Si la fuerza pública se vuelve más reactiva
o violenta, los habitantes podrían reaccionar de peor manera, finalizó.
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Gerardo Flores Arnaud, egresado de la ENEP Acatlán, señaló que en México no se preparan policías con vocación, ni existen las políticas adecuadas de seguridad pública.