06:00 hrs. Marzo 27 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0281

Ciudad Universitaria

 

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DISMINUCIÓN DE LA BIODIVERSIDAD Y ASENTAMIENTOS IRREGULARES POR ACTIVIDADES SIN PLANIFICACIÓN

 

·        De las aproximadamente 150 mil hectáreas del DF, 59% están cubiertas por bosques y zonas agrícolas, de cuya conservación depende la sobrevivencia de la ciudad: Arturo Ramírez Hernández

·        Indispensable aplicar el Plan General de Ordenamiento Ecológico para fomentar actividades productivas y de conservación

 

Debido al desarrollo de actividades humanas sin planificación, las zonas rurales del Distrito Federal enfrentan graves problemas, como la disminución de las áreas verdes, los asentamientos irregulares y la pérdida de la biodiversidad.

 

Ello implica que en el futuro cercano se pierdan importantes zonas de recarga del acuífero, de donde se obtiene entre el 60 y el 70% del agua que consume la ciudad, aseguró Arturo Ramírez Hernández, integrante del Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre del Instituto de Ecología de la UNAM.

 

Por ello, la importancia de poner en práctica el Programa General de Ordenamiento Ecológico –vigente desde agosto de 2000-, donde se definen los usos del suelo con base en su "capacidad" para soportar actividades de conservación, producción o desarrollo urbano.

 

El universitario explicó que el DF sólo contaba con un programa de desarrollo urbano que presenta contradicciones metodológicas y  filosóficas para abordar este tipo de problemas porque los fundamentos manejados por la Secretaría de Desarrollo Urbano se orientaban al crecimiento de la población sin considerar los aspectos ambientales, ecológicos y biológicos de la ciudad.

 

Con aproximadamente 150 mil hectáreas, el DF es la entidad más pequeña del país, con el 0.1 por ciento del total de la superficie. De este total, 88 mil 441 hectáreas -59%- está cubierto por matorrales, bosques de oyamel, pino y encino, y zonas agrícolas productivas, de las cuales depende la sobrevivencia de todos.

 

El investigador calificó a la deforestación y la pérdida de la cobertura vegetal como “grave”. Se ha comprobado que el suelo de conservación cambia su uso a razón de 240 hectáreas por año, lo cual implica que de no tomarse medidas prontas se perderán zonas importantes de recarga del acuífero y una buena parte de la biodiversidad.

 

Incluso, puntualizó, en las 19 áreas naturales “protegidas” del DF hay conflictos, como el del Cerro de la Estrella que ha perdido 90% de su superficie original. A ella se suman otros parques nacionales, como el Desierto de los Leones, donde se ha malogrado el 47% de la extensión decretada.

 

El Distrito Federal, ubicado en el Eje Neovolcánico Transversal -donde se halla entre el 1.5 y el 2% de la biodiversidad mundial-, tiene el privilegio de poseer una de las primeras áreas protegidas decretadas en el país (1917).

 

Sin embargo, la falta de regulación sobre ellas y los terrenos colindantes durante muchas décadas, el descuido institucional, la inconsciencia de la gente que se asienta en las mismas y la pobreza en que viven algunos pobladores, ha ocasionado la pérdida de las superficies originales y de un buen número de especies animales y vegetales.

 

Reconoció que los asentamientos humanos irregulares no son sólo precarios, sino de grandes inmobiliarias que afectan a la flora y la fauna del sitio, y el suelo de conservación.

 

Además, muchas de las barrancas en zonas rurales son convertidas en tiraderos de cascajo que obstruyen cauces y salidas de agua  provocando inundaciones y otras desgracias como la pérdida de viviendas y vidas humanas como ha ocurrido en el poniente de la ciudad.

 

De ahí la trascendencia del ordenamiento ecológico, en donde a partir del diagnóstico de la situación del suelo de conservación y de variables sociales y ambientales relevantes, como la recarga de acuíferos, la biodiversidad y la distribución de los asentamientos humanos, se define la importancia de cada área.

 

 “El territorio se clasifica en unidades ambientales sobre las cuales se establecen criterios ecológicos para que reciban cierto tipo de políticas, ya sea de conservación, protección, restauración o aprovechamiento”.

 

El investigador señaló que del total de los terrenos rurales del DF, el 80% son propiedad social, es decir, pertenecen a ejidos o comunidades, por lo tanto no se pueden pasar por alto las opiniones, tradiciones y demandas de los poseedores de estos territorios.

 

En una consulta pública, la población del área urbana se manifestó por conservar la zona rural, pero los poseedores de la tierra han expresado la necesidad de que sus intereses y costumbres sean tomados en cuenta.

 

El ordenamiento ecológico en el DF no puede limitarse a establecer políticas de conservación o restauración, sino fomentar actividades productivas benéficas para las comunidades, pero que no dañen los ecosistemas naturales. No puede descuidarse el desarrollo de la población.

 

Los poseedores de las tierras deben ser retribuidos a través de incentivos fiscales o de mercado para sus productos, así como asesorías técnicas, por los bienes y servicios que proporcionan a la población al mantener el uso de suelo de sus terrenos; de otra manera, el ordenamiento no tendrá éxito, opinó Ramírez Hernández.


 

El Programa General de Ordenamiento Ecológico -el primer instrumento de planeación para la zona rural en el DF-, está sustentado en estudios realizados por investigadores universitarios mediante la firma de un convenio con el Programa Universitario sobre Estudios de la Ciudad (1998), responde a las demandas de la ciudadanía en general, y en especial, de los dueños de las tierras.

 

La aplicación de éste, aseguró el biólogo, es una de las mejores herramientas de prevención de impactos ambientales negativos que pueden generar las actividades productivas no planificadas, se puede fomentar el límite de crecimiento de la mancha urbana y su ordenamiento.

 

"Los pueblos y comunidades tienen que ocupar algunas zonas nuevas, pero ello debe hacerse con respeto a las zonas de conservación, de forma ordenada, con base en las características del territorio".

 

La ciudad debe crecer en concordancia con sus rasgos naturales y productivos, pero para ello se requiere mantener la inspección y vigilancia, abundó.

 

El programa de ordenamiento ecológico de la ciudad está a cargo de la Secretaría del Medio Ambiente del Gobierno del DF y a esa dependencia corresponde la evaluación de los resultados que está teniendo.

 

En tanto, los especialistas universitarios del Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre del Instituto de Ecología, a cargo del doctor Gerardo Ceballos, intentarán un acercamiento con instancias locales y federales para que la información y técnicas relativas a la conservación de los recursos naturales que poseen, sean tomadas en cuenta para elaborar los programas institucionales.

 

 

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El Distrito Federal tiene 88 mil 441 hectáreas cubiertas por vegetación natural y zonas agrícolas productivas, de cuya conservación depende la sobrevivencia de la ciudad, dijo Arturo Ramírez Hernández, del Instituto de Ecología de la UNAM.