Boletín UNAM-DGCS-0277
Ciudad Universitaria
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LA BULIMIA Y LA
ANOREXIA NO RESPETAN EDAD NI SEXO
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Juan Manuel Mancilla, profesor de la FES Iztacala,
aseguró que en México se ha diagnosticado una segunda generación de personas
con algún trastorno alimentario
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Estudios preliminares señalan porcentajes de entre 5 y
8 por ciento de incidencia de estos problemas en la población
Estudios realizados en los últimos años han
demostrado que ciertos trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia y
la bulimia pueden ser "hereditarios", no en términos genéticos, sino
en cuanto al ambiente psicológico, a la dinámica familiar en que se desarrolla
un individuo, porque las madres también sufrieron el trastorno, aseguró Juan
Manuel Mancilla Díaz, profesor de la Facultad de Estudios Superiores (FES)
Iztacala.
El responsable del Laboratorio de Trastornos
Alimentarios explicó que hasta hace algunos años esta relación no se había
detectado, pero en México ya se ha diagnosticado una segunda generación de
personas con algún problema alimentario.
De acuerdo con los estudios realizados hasta el
momento, que si bien no son representativos para nuestro país, se han detectado
porcentajes de entre 5 y 8 por ciento de la incidencia de estos trastornos. El
estudio que hemos realizado, dijo, abarca sectores de alto riesgo, como las
bailarinas, a quienes se les exige tener un cuerpo esbelto. El área que se
analizó se ubica en la zona norte de la ciudad de México.
Juan Manuel Mancilla señaló que en la
literatura internacional refieren como factor de riesgo asociado a los
trastornos de la conducta alimentaria el hecho de ser mujer que se deja
influenciar o impactar por la cultura de la esbeltez. La mujer es más sensible
a la presión social que significa el síndrome de la "super mujer", es
decir, ser buena ama de casa, buena esposa, buena madre, trabajadora excelente
o estudiante, y, que para tener éxito en todas esas esferas, debe mantenerse
esbelta para ser aceptada.
Otro factor de riesgo asociado a esos
trastornos alimentarios es la edad, el miedo a la madurez, el cual se empieza a
desarrollar en la adolescencia.
"Aunque en alguna época se consideraba que
los trastornos alimentarios eran exclusivos de las mujeres jóvenes, en los
estudios que hemos realizado encontramos que ya se empieza a observar en
hombres y cada vez a una edad más temprana. Es decir, ya hay niñas y niños con
esa sintomatología, y con el tiempo se pueden convertir en un trastorno
alimentario", indicó.
Hace algunos años se decía que la mayor
incidencia se daba en las grandes ciudades, en la clase acomodada o alta, pero
hoy se ve que ya no es así, la psicopatología ha llegado a diversos niveles
sociales, sexos y edades.
Los integrantes del laboratorio de la FES
Iztacala, donde trabajan el proyecto de nutrición, cuentan con dos líneas de
investigación, una que se refiere a los trastornos de la conducta alimentaria,
anorexia, bulimia, obesidad (aunque ésta todavía no ha sido catalogada como
trastorno, sí hay elementos para pensar que podría estar enmarcada dentro de
ellos) y otra sobre mecanismos reguladores del consumo de alimentos.
En esa segunda línea se estudian los mecanismos
neuroquímicos que regulan la ingesta de alimentos. En el caso particular de los
trastornos hay factores que pueden influir en su desarrollo, precipitación o
mantenimiento, mismos que están asociados a aspectos de tipo cultural, social y
psicológico. Cada vez hay un mayor número de trastornos alimentarios.
Mancilla Díaz sostuvo que la anorexia nerviosa
se desarrolla a una edad más temprana, mientras que la bulimia aparece más
tarde. Sin embargo, la enfermedad, así como las sociedades, la cultura y demás,
cambian con el tiempo, y la aparición de esta sintomatología también, por lo
que hoy en algunos casos la bulimia aparece a una edad más temprana.
En ese sentido, dijo que su equipo de
colaboradores busca detectar la ocurrencia y prevalencia de los trastornos
alimentarios en distintas muestras de México, para contar con un estudio de
tipo epidemiológico que les permita desarrollar un modelo de la etiología de
estos trastornos.
Otro de los problemas es la dificultad para
identificar cuando se trata de una patología o no, ya que la mayoría de las
personas que se encuentran en esta situación hacen dieta para mantenerse
delgados y saludables.
Opinó que es difícil poner en marcha programas
de prevención o de detección temprana, ya que en nuestro país cuando la mamá
detecta este tipo de sintomatologías es referido a los médicos, quienes no
tienen clara la definición de este tipo de trastornos. Para ellos, queda
enmascarado el síndrome y lo consideran como otro tipo de problema, ante lo
cual dan un tratamiento diferente al requerido.
Por fortuna en la última década un mayor número
de personas ha comenzado a ser canalizado de manera adecuada, a pesar de que no
es fácil detectar el trastorno, pues muchas veces quienes lo padecen lo
enmascaran, ocultan y postergan.
Finalmente, Juan Manuel Mancilla destacó que en
México aún es difícil hablar de una incidencia, ya que no existe un estudio
serio, con las proporciones que requiere uno de carácter epidemiológico, el
cual es necesario para determinar muchas patologías. "Esperamos tener
algunos avances, quizá a finales de este año o principios del próximo, para
saber la incidencia de este tipo de trastornos, al menos por regiones".
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PIE DE FOTO
Juan Manuel
Mancilla Díaz, de la FES Iztacala, dijo que es necesario realizar en nuestro
país un estudio sobre los trastornos alimentarios para conocer su incidencia