06:00 hrs. Marzo 26 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0277

Ciudad Universitaria

 

 

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LA BULIMIA Y LA ANOREXIA NO RESPETAN EDAD NI SEXO

 

·        Juan Manuel Mancilla, profesor de la FES Iztacala, aseguró que en México se ha diagnosticado una segunda generación de personas con algún trastorno alimentario

·        Estudios preliminares señalan porcentajes de entre 5 y 8 por ciento de incidencia de estos problemas en la población

 

Estudios realizados en los últimos años han demostrado que ciertos trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia y la bulimia pueden ser "hereditarios", no en términos genéticos, sino en cuanto al ambiente psicológico, a la dinámica familiar en que se desarrolla un individuo, porque las madres también sufrieron el trastorno, aseguró Juan Manuel Mancilla Díaz, profesor de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala.

 

El responsable del Laboratorio de Trastornos Alimentarios explicó que hasta hace algunos años esta relación no se había detectado, pero en México ya se ha diagnosticado una segunda generación de personas con algún problema alimentario.

 

De acuerdo con los estudios realizados hasta el momento, que si bien no son representativos para nuestro país, se han detectado porcentajes de entre 5 y 8 por ciento de la incidencia de estos trastornos. El estudio que hemos realizado, dijo, abarca sectores de alto riesgo, como las bailarinas, a quienes se les exige tener un cuerpo esbelto. El área que se analizó se ubica en la zona norte de la ciudad de México.

 

Juan Manuel Mancilla señaló que en la literatura internacional refieren como factor de riesgo asociado a los trastornos de la conducta alimentaria el hecho de ser mujer que se deja influenciar o impactar por la cultura de la esbeltez. La mujer es más sensible a la presión social que significa el síndrome de la "super mujer", es decir, ser buena ama de casa, buena esposa, buena madre, trabajadora excelente o estudiante, y, que para tener éxito en todas esas esferas, debe mantenerse esbelta para ser aceptada.

 

Otro factor de riesgo asociado a esos trastornos alimentarios es la edad, el miedo a la madurez, el cual se empieza a desarrollar en la adolescencia.

 

"Aunque en alguna época se consideraba que los trastornos alimentarios eran exclusivos de las mujeres jóvenes, en los estudios que hemos realizado encontramos que ya se empieza a observar en hombres y cada vez a una edad más temprana. Es decir, ya hay niñas y niños con esa sintomatología, y con el tiempo se pueden convertir en un trastorno alimentario", indicó.

 

Hace algunos años se decía que la mayor incidencia se daba en las grandes ciudades, en la clase acomodada o alta, pero hoy se ve que ya no es así, la psicopatología ha llegado a diversos niveles sociales, sexos y edades.

 

Los integrantes del laboratorio de la FES Iztacala, donde trabajan el proyecto de nutrición, cuentan con dos líneas de investigación, una que se refiere a los trastornos de la conducta alimentaria, anorexia, bulimia, obesidad (aunque ésta todavía no ha sido catalogada como trastorno, sí hay elementos para pensar que podría estar enmarcada dentro de ellos) y otra sobre mecanismos reguladores del consumo de alimentos.

 

En esa segunda línea se estudian los mecanismos neuroquímicos que regulan la ingesta de alimentos. En el caso particular de los trastornos hay factores que pueden influir en su desarrollo, precipitación o mantenimiento, mismos que están asociados a aspectos de tipo cultural, social y psicológico. Cada vez hay un mayor número de trastornos alimentarios.

 

Mancilla Díaz sostuvo que la anorexia nerviosa se desarrolla a una edad más temprana, mientras que la bulimia aparece más tarde. Sin embargo, la enfermedad, así como las sociedades, la cultura y demás, cambian con el tiempo, y la aparición de esta sintomatología también, por lo que hoy en algunos casos la bulimia aparece a una edad más temprana.

 

En ese sentido, dijo que su equipo de colaboradores busca detectar la ocurrencia y prevalencia de los trastornos alimentarios en distintas muestras de México, para contar con un estudio de tipo epidemiológico que les permita desarrollar un modelo de la etiología de estos trastornos.

 

Otro de los problemas es la dificultad para identificar cuando se trata de una patología o no, ya que la mayoría de las personas que se encuentran en esta situación hacen dieta para mantenerse delgados y saludables.

 

Opinó que es difícil poner en marcha programas de prevención o de detección temprana, ya que en nuestro país cuando la mamá detecta este tipo de sintomatologías es referido a los médicos, quienes no tienen clara la definición de este tipo de trastornos. Para ellos, queda enmascarado el síndrome y lo consideran como otro tipo de problema, ante lo cual dan un tratamiento diferente al requerido.

 

Por fortuna en la última década un mayor número de personas ha comenzado a ser canalizado de manera adecuada, a pesar de que no es fácil detectar el trastorno, pues muchas veces quienes lo padecen lo enmascaran, ocultan y postergan.

 

Finalmente, Juan Manuel Mancilla destacó que en México aún es difícil hablar de una incidencia, ya que no existe un estudio serio, con las proporciones que requiere uno de carácter epidemiológico, el cual es necesario para determinar muchas patologías. "Esperamos tener algunos avances, quizá a finales de este año o principios del próximo, para saber la incidencia de este tipo de trastornos, al menos por regiones".

 

 

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Juan Manuel Mancilla Díaz, de la FES Iztacala, dijo que es necesario realizar en nuestro país un estudio sobre los trastornos alimentarios para conocer su incidencia