6:00 hrs. Marzo 18 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0248

Ciudad Universitaria

 

 

 

Pie de foto al final del boletín

LA CULTURA DE LA PAZ NO LE CONVIENE A LOS PAÍSES DESARROLLADOS

 

·        Sus intereses obedecen a la economía de guerra, agregó Noemí Casasola Gudiño, de la ENTS de la UNAM

·        El punto de partida para que exista una transformación en ese sentido es la educación

·        La solidaridad, el diálogo, la tolerancia y la reconciliación deben sustituir a la violencia

 

 

A pesar de que poco más de 75 millones de personas han firmado el Manifiesto 2000 promovido por la UNESCO, en el que se comprometen a promover la cultura de la paz, ningún país desarrollado lo ha signado porque obedecen a cuestiones de economía de guerra, aseguró Noemí Casasola Gudiño, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

 

Explicó que entre los signantes se encuentran 38 jefes de Estado, incluido el presidente de México.

 

La cultura de la paz es una necesidad mundial, agregó; desde el 2000 se empezó a trabajar más activamente en esto, lapso “decretado como Año Internacional de la Cultura de la Paz, y el decenio que va del 2001 al 2010 es el que se va a considerar como de las Naciones Unidas a Favor de la Paz”.


Hoy, indicó Casasola Gudiño, la cultura de la paz es una utopía, pero hay que reconocerle su valor, aunque el camino para establecerla es  lento y largo, porque el único cambio posible y duradero se da a través de la educación enfocada a resaltar nuestros derechos y obligaciones, así como a tener juicios libres de prejuicios, es decir, evitando todas las conductas discriminatorias. De otra forma, será difícil establecer relaciones armónicas.

 

Se debe practicar, asimismo, la autoconciencia, es decir, “replantearme cómo estoy viendo a las otras personas, a partir de qué perspectiva, qué tan tolerante soy, lo cual no significa aguantarnos, soportar todo lo que venga, y mucho menos rechazar nuestros derechos, sino respetar las opiniones de otros, escucharlas, reconocer la diversidad entre los seres humanos”, y a partir de esto analizar todas nuestras acciones.

 

La paz, señaló, no se puede establecer por decreto o porque algún maestro la imparta en el aula, “es una condición que se predica a través del ejemplo”.

 

Los prejuicios, precisó, se aprenden desde la casa, nadie nace con ellos. “Si provienes de una familia en la cual te enseñaron a discriminar al anciano, porque es viejo, porque ya no sirve, lo más seguro es que tú les enseñes eso a tus hijos”.

 

Así, habría que reflexionar en qué tanto la violencia –que creo es algo innato en el ser humano, lo que se aprende es el prejuicio– debe proceder y si no sería necesario primero entrar en el terreno de las palabras.

 

Evidentemente, la paz no es sólo la ausencia de guerra, va más allá. Hay quien habla de evitar la muerte social, es decir, el estar marginado y padecer grados extremos de pobreza, de tal manera que la gente puede volverse más violenta de lo que normalmente es, hasta matar o provocarse la muerte.

 

La cultura de la paz, entonces, engloba los conceptos de solidaridad –incluyendo la empatía hacia el dolor y sufrimiento ajenos–, el diálogo, la tolerancia y la reconciliación. “Es transformar la visión que tenemos los seres humanos de un mundo violento como el actual.


Significa la no eliminación del conflicto, sino su resolución por medios pacíficos, el respeto y reconocimiento a la diferencia entre los seres humanos, así como el derecho a la igualdad, aseguró Casasola Gudiño.

 

El conflicto nos lleva a un cambio en la sociedad, es un resorte que nos permite la evolución. De hecho, el problema estriba en esquivarlo, o en tratar de vivir en una sociedad en la que no exista en ningún momento; más bien habría de hacerse referencia a la forma en la que se solucionará, es decir, a través de medios no violentos, como el diálogo, la mediación y la negociación, entre otros.

 

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Foto 1

 

Noemí Casasola Gudiño, de la Escuela Nacional de Trabajo Social, de la UNAM, señaló el nulo interés de los países desarrollados, por una cultura de la paz.