6:00  hrs. Febrero 25 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0168

Ciudad Universitaria

 

 

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EL HOMBRE ES SEMEJANTE AL CHIMPANCÉ 98.55%

 

 

·        Según la información genética, los humanos, como especie, somos exactamente iguales dijo Ramón Vidaltamayo Ramírez, investigador del Departamento de Biofísica del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM

·        La diferencia del ADN entre un individuo y otro es de menos de 0.02%

 

Los seres humanos, como especie, somos exactamente iguales: todas y cada una de las etnias tienen el mismo acervo genético, indicó Ramón Vidaltamayo Ramírez, investigador del Departamento de Biofísica del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.

 

La primera conclusión importante a que se ha llegado en el proyecto del genoma humano es que la diferencia del ADN entre un individuo y otro es de menos del 0.02%; entre una persona y un chimpancé, es cercana al 1.5%; es decir, que para fines prácticos es semejante en 98.55% a nivel genómico. A los ratones nos parecemos un 80%, señaló.

 

Las razas blanca y negra, afirmó, existen porque estamos enfrentados a distintos medios ambientes, de ahí que nuestros genes se comporten de distinta manera si estamos en calor o en el frío, o comemos cosas diferentes.

 

No siempre la carga hereditaria lo dice todo sobre nosotros, no hay un destino marcado en nuestros genes; cómo nos desarrollemos y el medio ambiente son factores determinantes, acotó

 

Podemos tener padres muy altos y ser bajos de estatura, tal vez porque no hicimos el suficiente ejercicio o estuvimos enfermos en algún momento de nuestra vida, por ejemplo, porque todos y cada uno de nosotros tenemos los mismos componentes genéticos, pero cómo y qué tanto se expresan es lo que determina nuestra individualidad, aseveró Vidaltamayo Ramírez, al dictar la conferencia Avances en el estudio del genoma humano.

 

En el Auditorio José J. Rojo de la Facultad de Odontología, añadió que el Proyecto del Genoma Humano ha sido importante también porque haría aportaciones importantes a la industria farmacéutica. Además, conociendo todas las proteínas de un ser humano, subrayó, podríamos encontrar fármacos para cada persona, “y si somos capaces de controlar la actividad de aquéllas, es probable afectar las funciones de las células, lo que ayudaría a subsanar errores o evitar actividades exageradas”.

 

Estas investigaciones, indicó, también conllevan un impacto en la agricultura y, por lo tanto, en la alimentación del ser humano, pues permite transformar, con la idea de mejorar, la producción de maíz, por ejemplo; asimismo, en la ciencia forense serviría para la identificación de cadáveres, o para establecer relaciones de paternidad; igualmente, se aprovecharían en procesos industriales y, sobre todo, en generar nuevas estrategias de diagnóstico de enfermedades.

 

Próximamente, dijo, la medicina molecular será una realidad de todos los días, es decir, se podrán corregir defectos inherentes a nuestros genes introduciendo los correctos. “Todavía esto suena a ciencia ficción, pero no estamos tan lejos. Hay gente que calcula que las primeras terapias génicas útiles y específicas se empezarán a utilizar en ocho o 10 años”.

 

Por lo anterior, aclaró, es importante abrir la discusión acerca de la regulación de estos avances, antes de que empiecen a aparecer individuos transgénicos”.

 

Sin embargo, explicó que la información genética originaría conflictos porque nos indicaría si vamos a desarrollar una enfermedad, de ahí que podrían evitarse las causas, pero también provocarse, según fuera el interés.

 

 

 

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Los seres humanos, como especie, somos exactamente iguales: todas y cada una de las etnias tienen el mismo acervo genético, consideró Ramón Vidaltamayo Ramírez, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.