6:00  hrs. Febrero 24 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0166

Ciudad Universitaria

 

 

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Pies de foto al final del boletín

RECHAZO A LA ELECCIÓN DE LA MUERTE;  NI EN CASOS EXTREMOS

 

 

·        Vivimos un ambiente donde la depresión, la soledad y el vacío son elementos del mundo actual que influyen

·        Peligroso establecer quién debe vivir y quién morir: María Elodia Robles Sotomayor, directora del Seminario de Filosofía de la Facultad de Derecho de la UNAM

 

Elegir la muerte por el miedo de sufrir mayor dolor no es una forma de ejercer la voluntad y la libertad; ni siquiera se aplican como alternativa en el caso de los embriones mal formados o en quien, enfermo de gravedad, no tiene quién lo cuide, afirmó María Elodia Robles Sotomayor, directora del Seminario de Filosofía de la Facultad de Derecho (FD).

 

Vale la pena reflexionar hasta qué punto la elección de nuestra vida y nuestra muerte realmente responde al ejercicio de la libertad, en un ambiente donde la depresión, la soledad y el vacío son comunes en el mundo actual y la voluntad se ve afectada por exigencias de competitividad, éxito, eficiencia y rapidez cada día mayores, señaló.

 

Lo anterior, aunado a la prevalencia de la idea de conservar una apariencia siempre sana, jovial, sin limitaciones, es “lo que nos ha determinado a tener que discriminar a un importante sector de la humanidad, el cual no se puede conducir a estas opciones”, siendo la muerte el único camino liberador y digno que se le ha dejado, afirmó en la mesa redonda con el tema La eutanasia ¿qué es la vida, qué es la muerte?

En el Auditorio Dr. Eduardo García Máynez de la Facultad de Derecho, agregó la especialista que si la libertad se reduce a asumir una apariencia, negando el verdadero proyecto de vida individual, estamos recreando la cultura de la muerte como única opción en un futuro.

 

Por ello, el dilema actual, recalcó, “es hasta qué punto la vida y la muerte pueden aplicarse conforme a mis intereses y convertir la vida humana en una cosa y dejar de ser sujetos, y a la muerte en un camino muy sofisticado de la selectividad de los hombres futuros”.

 

El problema de la vida y la muerte, insistió Robles Sotomayor, no se puede colocar de una forma trivial, y el argumento de la eutanasia parece ser que la vida ya no es un valor fundamental, sino un objeto mediano, en donde, de acuerdo con los intereses individuales, es como vamos a respetarla o no.

 

La pregunta es hasta qué punto los avances tecnológicos permiten que ejercitemos la libertad, y no sea una moda o inducción, o encierre otro tipo de cuestiones que todavía no acabamos de ver. Esa es mi preocupación.

 

¿Quiénes deben morir y quiénes vivir? Establecer lo anterior, indicó, es el peligro; no precisamente es la eutanasia individual, sino la de poblaciones, de grupos, de etnias, que luego se llama genocidio.

 

Los seres humanos no somos el centro de la galaxia, y si a cualquier cosa que hacemos inmediatamente hay una respuesta natural que pueda acabar con nuestra certeza de vida, seguramente tomaríamos una decisión errónea, aseveró.

 

Por ello, el tema de la eutanasia requiere de una reflexión seria, ya que el medio determina en ocasiones nuestras preferencias ante las cuales el mundo biológico es mucho más flexible: las células orgánicas no se encuentran rigidizadas.

 

Robles Sotomayor, subrayó, además, que también debe tomarse en cuenta la cuestión de que el estrés y la dinámica de las urbes han transformado la conciencia. “Esto non hace preguntarnos si el libre albedrío hoy se practica y, asimismo, su proyección, denominada libertad, cuyo ejercicio vemos está cada día más determinado por estos factores que en las mal llamadas ciencias duras.

Por su parte, Karen Solano Fernández, catedrática de la FD, consideró que legislar sobre eutanasia no es una tarea fácil, pero creo es necesario que el Estado mexicano haga normas eficaces al respecto.

 

“Esta decisión debe ser de cada ser humano y hay que luchar porque se cumpla y se proteja la libertad de decisión. Si estás en contra de ella, pues tendrás cuidados paliativos, o lo que sea pertinente, pero si estás a favor, el Estado debe de proteger la libertad de cada uno de nosotros, la cual no está limitada por el derecho del otro”.

 

La también especialista en Tanatología añadió que hay mucho que hacer respecto de la eutanasia, y que no se trata de decir sí o no a ella, sino de que se respete ese derecho de decidir, la libre determinación, y los abogados tenemos que pugnar para estar protegidos, para que exista en las leyes correspondientes.

 

Por último, Víctor Manuel Rojas Amandi, docente de la Universidad Iberoamericana, sostuvo que el peligro de legislar la eutanasia “es empezar a ponerle excepciones al derecho de vida, que se haga costumbre y lleguemos a extremos que atenten de manera directa y abierta contra la dignidad humana”. Creo, acotó, “que esto debemos tenerlo claro antes de meternos a legislar a este respecto”.

 

Otro punto a analizar, declaró, es: ¿hasta qué punto una persona que está en estado terminal y es sujeto de depresiones y dolores fuertes, tiene realmente su capacidad, su autonomía de la voluntad limpia para poder decidir cabalmente si quieren vivir o no?

 

Rojas Amandi recordó, además, que cuando se llevaron a cabo análisis de las personas que vivían en campos de concentración y que aparentemente ya no tenían ninguna esperanza de vida, se les preguntó por qué no optaban por la muerte, la respuesta fue: a pesar de que nos han privado de todo mantenemos la dignidad y con ella sí queremos vivir.

 

 

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Un dilema actual es hasta qué punto se pude convertir la vida en una cosa, señaló María Elodia Robles Sotomayor, directora del Seminario de Filosofía de la Facultad de Derecho de la UNAM, en la mesa redonda La eutanasia ¿qué es la vida, qué es la muerte?

 

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Karen Solano Fernández, especialista en Tanatología y profesora de la Facultad de Derecho de la UNAM, indicó que en nuestro país se debe legislar en torno a ese tema

 

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Víctor Manuel Rojas Amandi, catedrático de la Universidad Iberoamericana, dijo que el problema de legislar es comenzar a ponerle excepciones al derecho de vida.