Boletín UNAM-DGCS-0156
Ciudad
Universitaria
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Idalia Avila Miyazawa, investigadora de la
FES Cuatitlán destacó la trascendencia de realizar estudios de laboratorio
preventivos que permitan conocer los niveles de hierro sérico y de hemoglobina
en la sangre
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Se prueban vacunas producidas con ingeniería
molecular: Juan Antonio Montaraz Crespo, director de la institución
La deficiencia de
hierro en el organismo se manifiesta clínicamente hasta que se agotan las
reservas en el cuerpo de este oligoelemento, del ahí el retraso en el
diagnóstico temprano de la anemia, afirmó la investigadora de la Facultad de
Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, Idalia Avila Miyazawa, al participar en
la Primera Semana de Bioquímica Clínica.
Por ello
–puntualizó la jefa de la sección de Ciencias de la Salud Humana de ese campus
universitario– es importante realizar estudios de laboratorio preventivos que
permitan conocer los niveles de hierro sérico y de hemoglobina en la sangre y
los de ferritina sérica, proteína de reserva de hierro.
Destacó que en el
país las anemias carenciales, como la ferropénica y la megaloblástica adquieren
gran importancia por asociarse con el contenido de nutrientes en la
alimentación. La primera se asocia a una deficiencia en la cantidad de hierro,
componente del grupo prosténico que forma parte de la estructura de la
hemoglobina (molécula proteica funcional del eritrocito que transporta el
oxígeno molecular hacia las células).
"Los bajos
niveles de hierro en el organismo pueden ser consecuencia de diversos factores,
entre ellos deficiencias en la dieta, pérdidas debido a hemorragias crónicas,
aumento de las necesidades en periodos como el embarazo y el crecimiento,
apuntó.
En tanto, la anemia
megaloblástica está asociada con la disminución en el nivel de vitamina B12
causada por la mala absorción intestinal o de ácido fólico en el organismo,
debido a un consumo deficiente en la dieta, esto conduce a un retraso en la
división celular impactando en un número deficiente de eritrocitos, plaquetas y
leucocitos circulantes, causando hipoxia celular.
La investigadora
universitaria reiteró la importancia de conocer el desequilibrio que se produce
en el organismo debido a los defectos nutricionales, mediante un diagnóstico
certero y temprano.
Por otra parte, el
director del la FES Cuautitlán, Juan Antonio Montaraz Crespo, destacó que el
uso de la ingeniería genética ha permitido la creación de inmunógenos que
producen reacciones de gran especificidad como las vacunas subcelulares, las
recombinantes o las de ácido desoxirribonucléico (ADN).
El funcionario
indicó que la idea de vacunar con genes es producto de la aplicación de
estudios de biología molecular y de inmunología. Las vacunas se están probando
en animales de laboratorio y en seres humanos, explicó.
En su exposición Producción
de vacunas, apuntó que con la aplicación de éstas el ADN microbiano debe
introducirse en las células del individuo inmunizando la maquinaria celular del
huésped, y lo usará para fabricar antígenos que luego serán reconocidos como
tales por el sistema inmunológico.
Sin embargo, como
los fragmentos lineales de ADN tienden a degradarse rápidamente dentro de la
célula, se construyen moléculas circulares de este material genético llamados
plásmidos que son mucho más estables y que contienen uno o varios genes
microbianos. Estos agentes pueden replicarse dentro de la célula que los
hospeda, y cuando la célula se divida cada una de las células hijas recibirá el
plásmido.
Las vacunas se
pueden aplicar vía intramuscular o uitilizando un aparato que introduce,
mediante presión, el plásmido en las células de la dermiz.
"En ambos
casos –dijo– el ADN entra en la célula y el plásmido se inserta en el genoma de
la misma para replicar el gen que contiene
la información para el antígeno de la vacuna. Posteriormente, la célula
a través de su propio mecanismo de síntesis produce la proteína que está
codificada en este gen".
Una vez hecho esto,
la proteína abandona la célula en forma de un antígeno libre y su
comportamiento es similar al que tendría si se hubiera aplicado por otro
método, con la ventaja de que se presenta al sistema inmune de manera natural,
comentó Montaraz Crespo.
"Otro
procedimiento que puede seguir el antígeno que se produce en el citoplasma de
la célula es fraccionarse en pequeños péptidos para que viajen a la membrana
celular, acompañados del complejo mayor de histocompatibilidad, para que los
compuestos orgánicos antigénicos sean reconocidos por los linfocitos
citotóxicos", explicó.
Una vacuna de este
tipo, con un gen capaz de replicarse, es una respuesta inmune humoral,
constituida por anticuerpo o inmunoglobulinas, concluyó Montaraz Crespo.
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El uso de la ingeniería genética ha permitido la
creación de inmunógenos, como las vacunas subcelulares: Juan Antonio Montaraz,
director de la FES Cuautitlán