19:00 hrs. Febrero 20 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0155

Ciudad Universitaria

 

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ESTARÍA EN RIESGO LA DIVERSIDAD DEL MAÍZ EN MÉXICO CON LOS TRANSGÉNICOS

 

·        Ignacio Chapela, de la Universidad de California en Berkeley, agregó que entre el 30 y el 40% del maíz que importa nuestro país cada año es de ese tipo

·        Elena Alvarez Buylla, del Instituto de Ecología, dijo que aún hay muchas incógnitas en torno a estos productos

 

Estaría en riesgo la diversidad biológica del maíz mexicano de confirmarse la contaminación del maíz criollo que se siembra en comunidades de Puebla y Oaxaca con productos transgénicos, aseguró el investigador Ignacio Chapela, de la Universidad de California en Berkeley.

 

En conferencia de prensa, celebrada en el Auditorio del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, Elena Alvarez Buylla, investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM, dijo por su parte que se debe asegurar que si la siembra no brinda algún beneficio para la agricultura mexicana, además de los efectos ambientales o de salud que pueda causar, no tiene sentido aceptar su introducción al país.

 

Advirtió que el gobierno debe regular no sólo la plantación de maíz transgénico para fines comerciales, sino evitar que haya  "introgresión" al campo mexicano.

 

Hace unos meses, los investigadores Ignacio Chapela y Davis Quest, de la Universidad de California en Berkeley, reportaron que diversas variedades de maíz criollo de la Sierra Norte de Oaxaca resultaron contaminados con ADN transgénico.

 

Al respecto, Alvarez Buylla sostuvo que en materia de productos transgénicos aún existen muchas incógnitas porque no han sido ampliamente estudiados, pero hay que tener una posición muy precautoria. Lo que es claro, apuntó, es que en México la diversidad de maíz criollo es muy importante porque es centro de origen.

 

Chapela coincidió en que las posibles consecuencias ecológicas del maíz transgénico son tantas y hay tan poca información al respecto, que "vale la pena preguntarse para qué queremos ese maíz y si queremos tomar ese riesgo".

 

Explicó que de los cinco o seis millones de toneladas del grano que se importan al año, sobre todo de Estados Unidos, entre el 30 y el 40% es maíz transgénico. Además, éste no viene etiquetado o separado, de manera que es imposible darle seguimiento y saber cuál será su destino final.

 

El investigador recordó que los dos productos que consideran como posibles contaminantes de maíz criollo, el Bt (modificado con la toxina de la bacteria bacillus thuringiensis) y el resistente a herbicidas, en lo comercial han sido un fracaso. Si entraron al país fue porque los europeos no quisieron comprarlo, y a México llegó como un deshecho comercial subvencionado, agregó.

 

La industria biotecnológica en donde se han desarrollado estos productos transgénicos, dijo, siempre sostuvo que éstos estaban bajo control y que de presentarse un problema relacionado con la manipulación transgénica se podría mantener bajo control, que el material genético no sería movido de donde lo habían introducido.

 

Sin embargo, indicó, los resultados que se obtuvieron demostraron que el supuesto control estricto de la liberación de transgénicos al ambiente no existe, sobre todo en especies como el maíz, cuyos genes se mueven no sólo por las abejas y el viento, sino también gracias al humano.

 

Chapela destacó que en reconocimiento del potencial riesgo para la diversidad del maíz criollo y de la gran variedad de maíces en Oaxaca y de mesoamérica en general, el gobierno mexicano había decretado una moratoria de facto para que no se plantara, porque se suponía que el grano importado sería para consumo, lo cual no tenía un fundamento legal.

 

Una de las rutas principales para el movimiento de material transgénico, apuntó, son los sistemas de distribución de grano a través de tiendas como Diconsa, las cuales llegan a los lugares más remotos del país.

 

Alvarez Buylla comentó que el mejoramiento tradicional de cultivos implica la mezcla de genes. Sin embargo, sólo se pueden mezclar los que respeten las barreras reproductivas establecidas de manera biológica, es decir no se puede cruzar un maíz con una bacteria.

 

Empero, la ingeniería genética sí permite tomar partes del material genético de una bacteria, un virus o de un animal cualquiera y pasarlo al contenido genético que dictará la herencia de las características morfológicas y fisiológicas a través de las generaciones de una planta.

 

De hecho, las dos secuencias que encontró el grupo de Chapela en los maíces criollos provienen de un virus. En uno de los casos es una secuencia utilizada para dirigir la expresión del gen de interés en cualquier sitio de la planta; en el otro, es la secuencia de una bacteria, que da resistencia a ciertos insectos que atacan al maíz.

 

El problema, reconoció, es que estas líneas comerciales se generaron en Estados Unidos para atacar problemas que tienen en ese país, pero ninguna de ellas es útil a la agricultura mexicana.

 

A raíz de esos estudios, añadió, el Instituto Nacional de Ecología solicitó al IE de la UNAM y al CINVESTAV llevar a cabo algunos estudios de laboratorio, los cuales han demostrado que sí hay presencia de transgenes en las mazorcas de esa región, tanto para las secuencias provenientes de virus como de bacterias que se utilizan en las líneas comerciales transgénicas.

 

 

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En México debe regularse la plantación de maíz transgénico para fines comerciales y evitar la “introgresión” al campo mexicano, afirmó Elena Alvarez Buylla, del Instituto de Ecología de la UNAM

 

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En conferencia de prensa, realizada en el auditorio del CEIICH de la UNAM, Ignacio Chapela, de la Universidad de California en Berkeley, señaló que entre el 30 y 40% del maíz que importa nuestro país cada año contiene granos transgénicos