Boletín UNAM-DGCS-0148
Ciudad Universitaria
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En el país hay 44 millones de pobres, de los cuales 26 millones se encuentran
en extrema pobreza, aseveró Wilfrido Perea Curiel, académico de la ENTS
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Para contrarrestar este problema, subrayó, se requiere una política
social articulada, integral y profesional, así como la participación de todos
los sectores de la sociedad
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La academia no ha logrado una definición que satisfaga a todos
El problema de la miseria es
el principal flagelo social que azota a México, ya que hay 44 millones de
pobres, de los cuales 26 millones se ubican en extrema pobreza. Esta situación
se profundiza ante la falta de orientación y de una política social definida
por parte de las autoridades gubernamentales, afirmó el académico de la Escuela
Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Wilfrido Perea Curiel.
Sostuvo que la agudización de
esta problemática de extrema exclusión es muestra de que el gobierno no ha sido
capaz, por sus propios medios, de enfrentarlo, por lo que se requiere de una
estrategia articulada, integral y profesional, así como de la participación de
todos los sectores sociales, incluido el empresarial, para lograr su solución y
que el país sea realmente libre, soberano y justo.
En conferencia de prensa en la
que habló sobre “La miseria en México”, el especialista en sociología explicó
que este fenómeno se entiende como marginación social y falta de acceso a
determinados satisfactores.
Sin embargo, a estas
características se añade un componente central que se agudiza y pasa de lo
material a esferas más profundas: la cultura de la pobreza. Aquí, el sujeto no
sólo no se acepta, sino que ni siquiera se percibe como pobre.
Estas personas no tienen la
posibilidad de lograr la atención del Estado para superar su difícil situación,
pero, además, mantienen un derrotismo natural que se convierte en frontera
infranqueable por medio de la cual se asumen como mexicanos excluidos sin
derecho a nada. Están desprovistos de elementos para hacer presión social y,
por ende, carecen de la posibilidad de tener un papel más digno en la sociedad,
resaltó.
El investigador en ciencias
sociales informó que mientras el Banco Mundial señala que el 80% de los
mexicanos se encuentra en situación de pobreza, reportes de la Organización de
Naciones Unidas (ONU) tipifican como un individuo en extrema pobreza a aquel
que subsiste con 70 centavos de dólar diario. La persona que tenga más es
ubicada en un estrato social superior.
Más que marginación, dejó en
claro, la miseria es un problema de extrema exclusión. “Nuestros pobres son
significativamente más pobres por estar excluidos del mundo global”.
Incluso la clase media, ávida
de movilidad social, apuntó, atraviesa por un proceso de proletarización,
debido a que en las últimas dos décadas fue severamente golpeada.
Al referirse a las políticas sociales
asumidas en los distintos sexenios, Perea Curiel subrayó que en lugar de ser
acciones encaminadas a atacar esta problemática –obligación del Estado–,
siempre se han convertido en estrategias para asentarse en el poder y obtener
votos. Nunca se han dado compromisos reales ni apoyo a los sectores más
desprotegidos.
Recordó que el cambio de la
política social populista se dio en 1982 con Miguel de la Madrid Hurtado, al
registrarse una notable reducción en el gasto destinado a este rubro; en la
administración de Carlos Salinas de Gortari este esquema se estructuró de mejor
manera, pero obedeció a intereses personales, dijo.
Luego, con Ernesto Zedillo
hubo un replanteamiento dramático sin una definición estratégica de fondo, y en
la actual administración hay total ausencia de política social, aunque se
presentan posturas distintas en ese ámbito, pero sin claridad.
En el problema de la miseria,
recalcó, va de por medio la nación y la profundidad de los alcances
democráticos. Por ello, se requiere la definición de una política social
articulada, profesionalizar los recursos humanos y superar los vestigios
sexenales de corte electoral y político.
El reto, consideró Perea
Curiel, es consolidar el piso social básico, los cimientos sobre los cuales se
erigirá la estructura de largo alcance.
Desde la academia, reconoció,
tampoco ha habido capacidad para formular una definición lo suficientemente
dura que satisfaga este problema ni de desarrollar la metodología más acorde
que caracterice el problema en su exacta dimensión.
Uno de los retos que se deben
afrontar desde la academia, destacó, es hacer notar que los 44 millones de
mexicanos en pobreza son seres humanos, lo cual con frecuencia se olvida.
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