Boletín UNAM-DGCS-0146
Ciudad Universitaria
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Samuel Ponce de León Rosales, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas
y Nutrición Salvador Zubirán, dijo también que los médicos han aceptado la
eventualidad de atender pacientes con una enfermedad infecciosa
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Indicó que los escenarios posibles para un ataque bioterrorista son
limitados, pero posibles
El desarrollo de la
infraestructura en microbiología en México es “muy pobre y si tuviéramos que
enfrentar en este momento alguna situación insólita difícilmente tendríamos
capacidad para enfrentarla”, afirmó Samuel Ponce de León Rosales, del Instituto
Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
El subdirector de
Epidemiología Hospitalaria y Control de Calidad de la Atención Médica de ese
Instituto, comentó que a partir de octubre de 2001 los médicos tuvieron que
aceptar la eventualidad de atender pacientes con una enfermedad infecciosa como
resultado de un posible ataque bioterrorista a Estados Unidos.
Reconoció que las condiciones
del mundo son desiguales y crean un ambiente que favorece problemas
relacionados con la salud pública. “Vivimos en un mundo desigual: la quinta
parte más rica de la población consume el 86% de los bienes mientras que la
quinta parte más pobre sólo el 1.3%; las tres personas más ricas del mundo
tienen bienes que exceden el Producto Interno Bruto del total de los 48 países
menos desarrollados”.
Como ejemplos, comentó,
Estados Unidos gasta 8 billones de dólares anuales en cosméticos y se requieren
dos billones de dólares para educación básica en el mundo; Europa gasta 11
billones de dólares en helados y se requieren 2 billones de dólares para dotar
de drenaje y agua potable a la población del planeta.
De igual forma, en el 2050
habrá nueve mil 500 millones de habitantes y ocho mil millones de éstos
habitarán en países en vías de desarrollo, por lo cual las desigualdades
seguramente serán más pronunciadas, apuntó.
“Todo ello –subrayó– favorece la prevalencia de una serie de
problemas emergentes donde destacan, desde el punto de vista de las
enfermedades infecciosas, una creciente resistencia a los antibióticos, males
relacionados con la distribución e ingestión de alimentos y de agua, de
padecimientos transmitidos por factores que continuarán cambiando conforme el
planeta siga modificándose por la actividad humana”.
Explicó que a raíz de los
ataques terroristas con ántrax a la Unión Americana, en México se estableció un
programa de contingencia y vigilancia epidemiológica para coordinar una serie
de actividades de diagnóstico y comunicación con diversas instituciones y con
la población.
Asimismo, a fin de tener la
capacidad para atender individuos infectados, se organizó un grupo de trabajo
de salud donde participan todas las dependencias del sector, se elaboró un
manual en el que se definen los posibles casos de bioterrorismo y los virus
potencialmente utilizados para este fin, así como una campaña de coordinación
internacional, fundamentalmente con Estados Unidos y Canadá.
Para poder determinar
problemas infecciosos o inusuales, en México se cuenta con 17 mil unidades de
primer nivel, 133 unidades centinela, y una red de laboratorios que se mejoran
de forma continua. “Lo que queda por hacer es aumentar la capacidad de estudio
microbiológico, serológico y biológico de una gran cantidad de especímenes”.
Indicó que los escenarios
posibles para un ataque bioterrorista son ahora limitados, pero ciertamente
posibles. Nuestra situación geopolítica hace factible que súbitamente
tuviéramos que enfrentar algo complicado.
“Compartimos una frontera
amplia con Estados Unidos y podría ser atractivo introducir personas infectadas
o agentes infecciosos y seguramente las consecuencias las compartiremos con
nuestros vecinos del norte, por lo que debemos mantener un alto nivel de
sospecha y precaución”, señaló.
Es necesario contar con una
estrategia legal de defensa que indique las rutas críticas a seguir y las
atribuciones del Estado para cerrar fronteras, aeropuertos, tránsito carretero
y una serie de situaciones que si no están contempladas, podría producir una
resistencia a ciertas enfermedades
infecciosas, concluyó.
A su vez, Luis Soto Ramírez,
investigador del Departamento de Infectología del mismo Instituto, señaló que
si bien existen registros históricos del uso de armas biológicas, no hay
antecedentes de un ataque biológico que haya ocasionado lo que el amarillismo
desató en el mundo a partir de los sucesos del 11 de septiembre.
En el marco del Seminario
Permanente sobre Medio Ambiente y Salud organizado por la Facultad de Medicina
de la UNAM, Soto Ramírez puntualizó que un aspecto importante en el ataque
mediante el uso de armas biológicas, “es realmente la capacidad de alarmar para
reaccionar contra ese hecho el cual podría exceder, por mucho, la capacidad de
los servicios médicos”.
Recordó que las guerras
biológicas no son recientes, hay antecedentes de ellas a partir del siglo XII y
también se dieron durante las dos
guerras mundiales.
En la actualidad, dijo, hay
dos organizaciones que operan en Rusia, Biopreparad y Vector, que distribuyen
armas biológicas a Estados Unidos y la Unión Europea, y en 2000 hubo una
declaratoria en la cual se reconoció que hay 12 países con armas biológicas, entre
ellos Irak.
Por último, aseguró que
existen las armas biológicas pero que no es fácil llevar a cabo estos ataques
terroristas y mucho menos abarcar una población muy grande.
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Pie de foto
Al participar en el Seminario Permanente sobre Medio Ambiente y Salud, organizado por la Facultad de Medicina de la UNAM, Samuel Ponce de León, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, dijo que actualmente es difícil para México enfrentar alguna situación insólita de microbiología