Boletín
UNAM-DGCS-0065
NO SE PREVÉ CRISIS ECONÓMICA EN MÉXICO DURANTE EL 2002
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Se espera un crecimiento de entre
1.3 y 1.6 por ciento: Eduardo Loría Díaz, de la Facultad de Economía
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El saldo de la cuenta corriente no debe
rebasar el 4 por ciento y la inversión externa se espera sea de al menos 13 mil
700 mdd
No existe ningún indicador que advierta un
escenario macroeconómico caótico o de crisis en el 2002 en México, aunque
definitivamente no será un año de auge, destacó Eduardo Loría Díaz, académico
de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM.
Señaló que en este año habrá un crecimiento de
entre 1.3 y 1.6 por ciento, lo cual queda muy por debajo de cualquier
expectativa deseable, pero existen indicadores que pueden ser tomados como
síntomas de la salud de una economía, tales como que haya un crecimiento o que
el saldo de la cuenta corriente no rebase el cuatro por ciento del PIB.
Respecto a la inversión extranjera, el
investigador comentó que no existe ninguna razón que haga pensar que ésta
disminuirá, sino que, en un escenario conservador, será de 13 mil 700 millones
de dólares, comparado con el año anterior que fue de 24 mil 400 mdd (con la
compra de bancos), lo cual permitirá financiar una buena parte del déficit de
la balanza comercial.
De hecho, abundó, si el crecimiento económico
es del orden del 1.6 por ciento significaría que la tasa de ingreso per cápita
sería prácticamente cero, porque el incremento de la población en ese mismo
periodo será de aproximadamente de 1.6 a 1.8,
pero aún así no significa que nos encaminemos a una situación similar a
la de Argentina.
Asimismo, para este año, el tipo de cambio
nominal podría ser en promedio entre
9.65 y 9.75, lo que significa que tampoco habrá presiones importantes sobre las
tasas de interés. Se espera que el déficit fiscal no rebasará el .8 por ciento
del PIB.
En cuestiones de empleo para el 2002, Eduardo
Loría señaló que bajo un escenario de crecimiento económico de entre 1.3 y 1.6
por ciento, crecerá la ocupación formal hasta un .8 por ciento, lo
cual será insuficiente para absorber la mano de obra que se genera tan sólo por
el crecimiento demográfico.
Lo anterior, dijo, podría significar que la
tasa de desempleo abierto crezca un dos por ciento con respecto al 2001, que
fue del cuatro por ciento aproximadamente.
Abundó en que si se toma en cuenta que el gasto
público caerá en cerca de nueve por ciento, de acuerdo con la información
gubernamental, redundará en que mucha obra pública se dejará de hacer y, por
ende, las personas se ocuparán en empleos parciales o en negocios informales.
El especialista destacó que tanto el sector de
la construcción como la minería serán probablemente los que obtengan mayores
beneficios del escaso crecimiento, debido a que el primero está muy vinculado
al financiero en cuanto al otorgamiento de créditos o niveles de tasa de
interés.
En contraparte, la rama agropecuaria será una
de las más afectadas, incluso con nulo crecimiento.
Al referirse a la inconformidad de empresarios
mexicanos ante la recién aprobada Ley de Ingresos, opinó que difícilmente la
situación podrá modificar el escenario macroeconómico de manera notoria.
Loría se pronunció por la necesidad de agilizar
los trámites burocráticos para fomentar una economía más competitiva y hacer
más eficiente la inversión privada y extranjera.
Comentó que la economía mexicana es víctima de
mucha burocratización, lo cual implica pérdida de eficiencia económica, “la misma
recaudación fiscal es ineficiente, es tal el aparato burocrático, que lo que se
recauda se diluye por todo ese entramado de relaciones
burocrático-administrativas”, agregó.
Por otra parte, apuntó que la economía de
Estados Unidos probablemente crezca en el mes de abril o mayo, lo cual
conllevaría a una mejoría también en la mexicana. De ser así, se proyecta que
las exportaciones totales mexicanas ascenderán a 160 mil millones de dólares,
comparado con 12 mil 457.2 mdd, hasta
noviembre del 2001, según datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público (SHCP).
Se
tratará de una balanza comercial entre diez y 12 mil millones de dólares, cifra
poco ideal, pero totalmente manejable.
De acuerdo a cifras de la SHCP, hasta noviembre del 2001 teníamos una balanza
de –8,432.1 millones de dólares.
El académico de la FE manifestó que el gran
problema que padece la economía mexicana es que el tipo de cambio nominal no
debería promediar 9.65 o 9.75 pesos por dólar, sino que debería cerrar en más
de diez pesos, porque ese ajuste haría que disminuyeran las importaciones y
daría un impulso a las exportaciones y al mercado doméstico.
Dijo que “existe un trauma histórico hacia las
devaluaciones que son catastróficas, pero no es así necesariamente”, sino que
un ajuste cambiario moderado, dentro de los márgenes que marque el mercado, implica que esa economía gana
competitividad.
Reconoció que dicha medida tendría un pequeño
efecto inflacionario, pero elevaría la competitividad externa en el sector
turismo y, por ende, la entrada de divisas, además de que incentivaría la
producción doméstica.
Lamentablemente, como el principal objetivo
del Banco de México es mantener una
inflación baja, ha sacrificado el tipo de cambio, por lo que debería tener
una política monetaria más suelta,
concluyó.
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PIE DE FOTO
Para el 2002, no
existe ninguna razón o variable económica que haga pensar en un ambiente
caótico en México, opinó Eduardo Loría Díaz, investigador de la UNAM