6:00 hrs. Enero 22 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0063

 

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Pies de foto al final del boletín

DISCRIMINACIÓN DE LA MUJER  EN LA DISTRIBUCIÓN DE LA TIERRA

 

·        Por herencia ha habido preferencia masculina en América Latina: Carmen Diana Deere, académica de la Universidad de Massachusetts

·        Participó en el ciclo de conferencias Género, desarrollo y democracia, organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM

 

En América Latina la brecha entre hombres y mujeres en la propiedad de la tierra sigue siendo enorme, así como la posibilidad de ellas para ejercer sus derechos en este rubro, afirmó Carmen Diana Deere, académica de la Universidad de Massachusetts.

 

Esto se debe, entre otras causas, a la preferencia masculina en la herencia, al privilegio de los hombres en el matrimonio, al sesgo masculino en la distribución de la tierra por comunidades campesinas y por el Estado, así como al de género en el mercado de tierras, "las mujeres pocas veces son participantes exitosas como compradoras", dijo.

 

Al participar en el ciclo de conferencias Género, desarrollo y democracia, organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, la especialista en economía agrícola señaló que es difícil establecer la propiedad de la tierra porque la mayoría de los censos agrícolas no consideran a quién pertenece ésta, asumiendo que el hombre es el dueño. "Se considera que el agricultor principal es el hombre y la mujer quien lo ayuda".

Puntualizó que en México no aparece ninguna pareja como dueña de la tierra, debido a que en el régimen de los ejidos sólo una persona por familia tiene los derechos sobre ella y es el padre de familia quien los ejerce, aunque las mujeres legalmente podían ser ejidatarias.

 

Ello ocasionó que en el actual proceso de privatización de la tierra, lo que fue el patrimonio familiar se convirtiera en propiedad privada de los jefes de familia.

 

"Esto es un proceso de retroceso en México, pues por individualizar la propiedad, la gran mayoría de las mujeres rurales en los ejidos quedó fuera en este proceso", puntualizó.

 

Añadió que en América Latina y México la herencia es la forma principal en que las mujeres han conseguido el poco acceso a la propiedad en el campo, mientras para los hombres lo es el mercado.

 

"Encontramos que hubo un fuerte sesgo legal, cultural y biológico, así como ciertas barreras estructurales e institucionales para asignar a los beneficiarios de las reformas agrarias", apuntó.

 

Sólo hasta los años 80 el panorama tomó otro rumbo: "lentamente, en varios países se empezaron a escuchar las demandas de las mujeres rurales por la adjudicación y titularidad de la tierra en forma conjunta (a la pareja) como unidad familiar y no sólo al hombre como representante del hogar". Esta práctica ya es común en varios países latinoamericanos.

 

En su oportunidad, Magdalena León, de la Universidad de Bogotá, destacó que a pesar de que ha habido poco trabajo teórico en torno a la relación entre género y propiedad, existen algunos aspectos esenciales ya analizados como el bienestar, la igualdad y el empoderamiento.

 

El primero, dijo, está relacionado con todo lo que la teoría feminista hizo para echar por tierra las ideas sobre las relaciones en el seno familiar.

 

Antes, señaló, se pensaba que éstas eran altruistas; aunque, en realidad, el bienestar de la mujer no necesariamente es igual al de la familia, ya que sus ingresos están más cerca de beneficiar el desarrollo infantil.

 

Desde el punto de vista social, sostuvo, el hecho de que la mujer tenga alguna propiedad puede ser una garantía para contribuir a disminuir los índices de pobreza y, en cierta medida, la vulnerabilidad de este sector de la población.

 

Respecto de la igualdad, la socióloga indicó que ésta es fundamental para acortar las brechas entre los géneros. Es una forma de tener autonomía, capacidad de elección y de ejercer la misma autoridad dentro de la sociedad, subrayó.

 

Asimismo, manifestó, es necesario que exista una negociación continua dentro de la familia, cuyo resultado puede ser la cooperación o el conflicto y la ruptura de las relaciones.

 

Sin embargo, puntualizó, los resultados de este poder de negociación o empoderamiento, van a depender no sólo de una actitud interna para cambiar, sino de factores externos como las políticas estatales, el apoyo de las ONG’s y la percepción que tenga la sociedad sobre el papel del hombre y la mujer, entre otros.

 

 

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Al participar en el ciclo de conferencias Género, desarrollo y democracia organizado por el CEIIICH de la UNAM, Carmen Diana Deere, de la Universidad de Massachusetts, señaló que la brecha entre hombres y mujeres en la propiedad de la tierra aún es enorme

 

 

Pie de foto 2

 

Magdalena León, de la Universidad de Bogotá, Colombia, participó en el ciclo de conferencias Género, desarrollo y democracia, organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM