Boletín UNAM-DGCS-0063
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DISCRIMINACIÓN DE LA MUJER EN LA DISTRIBUCIÓN DE LA TIERRA
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Por herencia ha habido preferencia masculina en América Latina: Carmen
Diana Deere, académica de la Universidad de Massachusetts
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Participó en el ciclo de conferencias Género, desarrollo y democracia,
organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y
Humanidades de la UNAM
En América Latina la
brecha entre hombres y mujeres en la propiedad de la tierra sigue siendo
enorme, así como la posibilidad de ellas para ejercer sus derechos en este
rubro, afirmó Carmen Diana Deere, académica de la Universidad de Massachusetts.
Esto se debe, entre
otras causas, a la preferencia masculina en la herencia, al privilegio de los hombres
en el matrimonio, al sesgo masculino en la distribución de la tierra por
comunidades campesinas y por el Estado, así como al de género en el mercado de
tierras, "las mujeres pocas veces son participantes exitosas como
compradoras", dijo.
Al participar en el
ciclo de conferencias Género, desarrollo
y democracia, organizado por el Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, la
especialista en economía agrícola señaló que es difícil establecer la propiedad
de la tierra porque la mayoría de los censos agrícolas no consideran a quién
pertenece ésta, asumiendo que el hombre es el dueño. "Se considera que el
agricultor principal es el hombre y la mujer quien lo ayuda".
Puntualizó que en
México no aparece ninguna pareja como dueña de la tierra, debido a que en el
régimen de los ejidos sólo una persona por familia tiene los derechos sobre
ella y es el padre de familia quien los ejerce, aunque las mujeres legalmente
podían ser ejidatarias.
Ello ocasionó que en
el actual proceso de privatización de la tierra, lo que fue el patrimonio
familiar se convirtiera en propiedad privada de los jefes de familia.
"Esto es un
proceso de retroceso en México, pues por individualizar la propiedad, la gran
mayoría de las mujeres rurales en los ejidos quedó fuera en este proceso",
puntualizó.
Añadió que en América
Latina y México la herencia es la forma principal en que las mujeres han
conseguido el poco acceso a la propiedad en el campo, mientras para los hombres
lo es el mercado.
"Encontramos que
hubo un fuerte sesgo legal, cultural y biológico, así como ciertas barreras
estructurales e institucionales para asignar a los beneficiarios de las
reformas agrarias", apuntó.
Sólo hasta los años 80
el panorama tomó otro rumbo: "lentamente, en varios países se empezaron a
escuchar las demandas de las mujeres rurales por la adjudicación y titularidad
de la tierra en forma conjunta (a la pareja) como unidad familiar y no sólo al
hombre como representante del hogar". Esta práctica ya es común en varios
países latinoamericanos.
En su oportunidad,
Magdalena León, de la Universidad de Bogotá, destacó que a pesar de que ha
habido poco trabajo teórico en torno a la relación entre género y propiedad,
existen algunos aspectos esenciales ya analizados como el bienestar, la
igualdad y el empoderamiento.
El primero, dijo, está
relacionado con todo lo que la teoría feminista hizo para echar por tierra las
ideas sobre las relaciones en el seno familiar.
Antes, señaló, se
pensaba que éstas eran altruistas; aunque, en realidad, el bienestar de la
mujer no necesariamente es igual al de la familia, ya que sus ingresos están
más cerca de beneficiar el desarrollo infantil.
Desde el punto de
vista social, sostuvo, el hecho de que la mujer tenga alguna propiedad puede
ser una garantía para contribuir a disminuir los índices de pobreza y, en
cierta medida, la vulnerabilidad de este sector de la población.
Respecto de la
igualdad, la socióloga indicó que ésta es fundamental para acortar las brechas
entre los géneros. Es una forma de tener autonomía, capacidad de elección y de
ejercer la misma autoridad dentro de la sociedad, subrayó.
Asimismo, manifestó,
es necesario que exista una negociación continua dentro de la familia, cuyo
resultado puede ser la cooperación o el conflicto y la ruptura de las
relaciones.
Sin embargo,
puntualizó, los resultados de este poder de negociación o empoderamiento, van a
depender no sólo de una actitud interna para cambiar, sino de factores externos
como las políticas estatales, el apoyo de las ONG’s y la percepción que tenga
la sociedad sobre el papel del hombre y la mujer, entre otros.
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Pie de foto 1
Al participar en
el ciclo de conferencias Género, desarrollo y democracia organizado por el
CEIIICH de la UNAM, Carmen Diana Deere, de la Universidad de Massachusetts,
señaló que la brecha entre hombres y mujeres en la propiedad de la tierra aún
es enorme
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Magdalena León,
de la Universidad de Bogotá, Colombia, participó en el ciclo de conferencias Género,
desarrollo y democracia, organizado por el Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM