Boletín UNAM-DGCS-015
Pie de foto al final del boletín
·
Los sindicatos son “necesarios y seguirán existiendo”, sentenció Jorge
Basurto, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM
·
Debe cambiar la concepción de estas organizaciones y considerar que la
lucha individual no da ningún resultado
Es absolutamente
falso que con el surgimiento del neoliberalismo se acabará la lucha de clases,
ésta “sigue existiendo aunque sea con otros nombres, como negociaciones
obrero-patronales, por ejemplo”. De hecho, los sindicatos son necesarios y
seguirán existiendo, indicó Jorge Basurto Romero, del Instituto de
Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
Los sindicatos,
agregó, son importantes porque en épocas de crisis, como la actual, es cuando
más reacio se comporta el capital para
acceder a la satisfacción de las peticiones de los trabajadores, además “la
lucha individual no da ningún resultado”.
Los sindicatos,
resaltó, “son el contrapeso del poder brutal del capital, que obviamente tienen
gran influencia sobre el aparato estatal, y son el parapeto del trabajador para
evitar la pauperización extrema”. Sin ellos, por tanto, la sociedad “está
amputada de una parte muy importante del aparato político-social”.
Lo que sí debe
darse, recalcó, es un cambio en la concepción de dichas organizaciones, de la
lucha de clases y del papel del Estado en relación con los sindicatos; “debe
simple y sencillamente regular su actuación, sin imponerse”.
Entre las
transformaciones que debe sufrir el sindicalismo mexicano está la de tener mayor independencia del Estado. El problema
actual del sindicalismo oficial es, precisamente, que no quiere dejar de serlo,
por lo que no tiene fuerza para pelear mejores condiciones de vida, lo que,
obviamente, significa huelgas y desórdenes sociales y económicos.
Otro cambio que
debe hacer el movimiento de los trabajadores está en sus peticiones y métodos de lucha, como el basado en la siguiente
frase: al trabajador hay que darle la razón aunque no la tenga.
“Defender acríticamente a los trabajadores,
sus ineficiencias y las faltas de disciplina sólo por su condición de
trabajador, es totalmente inaceptable”. Ésta, afirmó, “es una especie de
sabotaje a la empresa y, después de todo, el trabajador no existe sin ella”.
Añadió que otra de
las peores características del sindicalismo en México es la corrupción, que a
la larga lo ha debilitado. “Así como los líderes defienden al trabajador aunque
no tenga la razón, éste defiende a aquéllos aunque sean corruptos”.
El también profesor
de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales recordó que esas organizaciones
se inician formalmente en México en 1915 con la fundación del Sindicato
Mexicano de Electricistas.
Desde entonces
hasta la época de Miguel de la Madrid, este movimiento caminaba más o menos
bien, “no a la perfección, pero lograba algunos avances para la clase obrera”,
lo cual, por otra parte, no tiene nada de extraordinario, porque la economía
del país iba marchando: teníamos crecimientos del Producto Interno Bruto del 5
al 7 por ciento.
Por tanto, se les
daba a los trabajadores aumentos que, por lo menos, mantenían sus niveles de
vida y que compensaban la baja inflación de alrededor del 3 por ciento. Además,
había también un crecimiento del empleo, que es una forma de redistribuir el
ingreso.
Así, el
sindicalismo en México era prácticamente monolítico y unitario. Había brotes de
inconformidad, pero en realidad el preponderante era el Congreso del Trabajo
(CT), encabezado por la Confederación de Trabajadores de México (CTM) de Fidel
Velázquez. Existía el corporativismo, que fue institucionalizado en la época de
Lázaro Cárdenas.
La economía
mexicana empieza a tener tropiezos prácticamente a partir de la presidencia de
Luis Echeverría Álvarez, momento en el que se empieza a implantar el
neoliberalismo. Con Miguel de la Madrid dicho modelo económico se instala y el
gobierno considera que la CTM ya no les es indispensable y empieza a marginarla.
Desde entonces el
movimiento obrero entra en una gran crisis, entre otras razones, porque la
economía ya no da lo suficiente para satisfacer las peticiones de los obreros:
hay una enorme inflación y el aumento de los salarios no va a la par de ella.
Surge entonces una
nueva corriente de sindicatos agrupados en la Unión Nacional de Trabajadores
(UNT), la cual ha tratado de revivir el movimiento obrero combativo, es “la
contraparte del sindicalismo oficial”. Asimismo, existen también algunos
independientes, que no pertenecen ni a ésta ni al CT.
A decir de Basurto
Romero, “de lo que se trata es de que el obrero tenga una cierta capacidad de
demanda, porque finalmente esa es la base de la economía. Si la demanda se
contrae, la economía también y llega el colapso”.
-o0o-
PIES DE FOTO 015
Falso que con el neoliberalismo acabara la lucha de clases, indicó Jorge Basurto Romero, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.