16:00 hrs. Octubre 4 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-975

 

 

EL FANATISMO NEOLIBERAL PROVOCÓ LA CRISIS AGROPECUARIA EN MÉXICO: JOSÉ LUIS CALVA

 

·        Asegura el investigador del IIEc que México flexibiliza su economía más allá de los compromisos internacionales

·        De 1982 a 2000 se redujo en más del 90 por ciento la inversión pública en el sector, indicó

·        La política monetaria provocó pérdida de rentabilidad, descapitalización y pobreza en el campo mexicano

 

Los resultados del programa neoliberal aplicado al sector agropecuario mexicano desde mediados de los 80 no han sido los proyectados por sus impulsores, aseguró José Luis Calva Téllez, académico del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, quien agregó que existe fanatismo neoliberal que lleva a nuestro país a flexibilizar su economía más allá de los compromisos internacionales.

 

Al participar en el XXI Seminario de Economía Agrícola del Tercer Mundo, Calva Téllez expuso que el programa neoliberal se estableció en el ámbito agropecuario en tres vertientes: la reducción de la intervención estatal en las actividades de promoción; la apertura comercial y la liberalización del régimen jurídico de tenencia de la tierra.

 

Como resultado de estas políticas, señaló el investigador universitario, el Producto Interno Bruto agropecuario del año 2000 fue 13.7 % inferior al de 1981, mientras que la producción de los ocho granos principales se redujo el año pasado en 28.6 % con respecto a 1981 y la producción de carnes rojas y leche se redujo, respectivamente, 32 y 11 % en el mismo lapso.

 

José Luis Calva enfatizó que junto a una política de apertura comercial unilateral y abrupta, los gobiernos mexicanos implementaron una política cambiaria de sobrevaluación del peso para contener la inflación, lo que derivó en el descenso real en los precios de los productos agropecuarios, en los que nuestro país, precisó, tiene notorias desventajas comparativas.

 

Antes de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, añadió, México ya había abierto su economía a grado tal que, mientras los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), mantenían regulaciones no arancelarias a las importaciones en un 48.5 % del valor de las mismas, México sólo aplicaba esas medidas hasta un 9.2 % del valor de las mercancías traídas del exterior.

 

Al mismo tiempo, subrayó, la inversión pública en fomento rural disminuyó, de 1982 al 2000, en un 95.3, con lo cual se afectó la expansión de infraestructura y las inversiones necesarias para mantenerla operativa.

 

El académico del IIEc sostuvo que la dinámica mundial estuvo determinada por la tendencia de los países ricos a incrementar el proteccionismo y la intervención estatal, mientras las naciones pobres hacían lo contrario.

 

La suma de estos elementos, aseguró Calva Téllez, explica el mal desempeño del sector agropecuario mexicano, así como la caída en la rentabilidad de esa actividad, lo cual derivó en la descapitalización del campo y el aumento de la pobreza en las zonas rurales del país.

 

Luego de la conferencia magistral de José Luis Calva, tuvo lugar la mesa III del Seminario, en la cual la profesora de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM, Yolanda Trápaga, comentó que el desenvolvimiento del sector agropecuario en Estados Unidos es un referente necesario en el desarrollo mundial de esa actividad.

 

Estados Unidos, comentó la académica, encabeza una de las dos posiciones enfrentadas en la actualidad en torno al comercio internacional de productos agrícolas y su postura, dijo, es la más extrema en favor de la apertura comercial y la eliminación de subsidios al sector.

 

Como contraparte, continuó, la Unión Europea y países asiáticos como Japón y Corea se han mostrado más partidarios del proteccionismo en materia agropecuaria. En esta disyuntiva, precisó, los países pobres como México se adhieren casi en su totalidad a la posición norteamericana.

 

Pero no obstante a sus manifestaciones públicas, explicó la profesora de la FE, Estados Unidos mantiene una política interna claramente proteccionista, ya que el sector agrícola representa el 16 % del PIB de ese país, así como el 17 % del empleo.

 

La mayoría de las unidades de producción agrícola norteamericanas, indicó, son granjas familiares, las cuales en 1996 representaban el 98 % del total que tuvo un ingreso promedio ese año de 50 mil dólares, de los cuales sólo el 12 % se obtuvieron por la actividad agropecuaria.

 

En la actualidad, puntualizó Yolanda Trápaga, ante el desafío que representa la contaminación ocasionada por los enormes volúmenes de desechos animales, el gobierno norteamericano estudia la posibilidad de ofrecer nuevos subsidios a los agricultores para que puedan procesarlos.

 

Sobre el impacto ambiental de las actividades agrícolas también habló Cassio Luiselli Fernández, subsecretario de Fomento y Normatividad Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), quien criticó la falta de visión en la materia de las políticas hacia el sector agropecuario en los últimos años.

 

Esa omisión, aseveró, tuvo costos ambientales muy elevados que en la actualidad colocan a México como el cuarto país más deforestador del mundo, con 600 hectáreas anuales que sufren ese fenómeno.

 

Luiselli Fernández manifestó además que existe sobreexplotación en el 15 por ciento de los mantos acuíferos de México, a la vez que existen enormes dificultades para acceder al agua en numerosas zonas rurales del país.

 

Por tal motivo, finalizó, el gobierno federal en la actualidad intenta hacer convergente el paradigma de la sustentabilidad con la actividad agrícola para lo cual, expuso, desde la pasada administración se comenzaron a implementar diversos programas.

 

Una de las posibilidades, apuntó el también académico del Colegio de México, es utilizar los recursos del Procampo con el objetivo de salvaguardar el capital natural, para lo cual se podría premiar a quienes dejen descansar ciertas tierras y cultiven otras o realicen labores de restauración de suelos.

 

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