06:00 hrs. Octubre 3 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-965

 

 

 

NO RECONOCER EL TRABAJO DOMÉSTICO GENERA CRISIS FAMILIARES

 

·        Particularmente, se deja de lado que dicha actividad tiene un tiempo y un destino

·        Felipe Torres Torres, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, aseguró lo anterior

·        Participó en el Seminario Perspectiva de Género organizado por la Escuela Nacional de Trabajo Social

 

Gran parte de las crisis que se presentan en las familias mexicanas obedecen a no reconocer que el trabajo doméstico tiene un tiempo y un destino, en términos de su propia cotidianidad, señaló Felipe Torres Torres, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

 

En la Escuela Nacional de Trabajo Social, añadió que esas crisis son alentadas o reforzadas por factores como la permanente necesidad de la mujer de revelarse a lo que ha sido “su destino manifiesto”, establecido a partir de la división social del trabajo y de los incrementos de los niveles de escolaridad y conciencia que ha alcanzado, sobre todo aquella que vive en las ciudades.

 

Explicó que trabajo doméstico es el que se desarrolla dentro del hogar, encaminado a la reproducción de la familia y el mantenimiento de la casa. “Hay quien dice que no sólo incluye actividades manuales, sino también intelectuales”, afirmó.

 

La falta de reconocimiento del trabajo doméstico, señaló, implica varias vertientes. La primera, que sea rutinario, porque no tiene sorpresas en término de la relación que establece quien lo realiza dentro del hogar con su objeto de trabajo cotidiano. Asimismo, es de tipo imperceptible, esto es, “normalmente nadie lo ve, porque no hay un reconocimiento a lo que puede ser productivo”. De hecho, “sólo se nota cuando no se hace”.

 

En tercer lugar, es interminable, a diferencia del obrero, oficinista o burócrata, quienes tienen una jornada de trabajo establecida, horarios definidos; y es de tipo infinito, en términos de que no tiene una acotación clara de las actividades que abarca, las cuales se combinan en gran medida.

 

También emocionalmente sufrido, porque la mujer normalmente no puede revelarse de esta condición, tal vez “puede asumir una protesta inmediata ante el marido, pero son pocas las que en realidad trascienden esta etapa, la cual generalmente se convierte en resignación y es fuente de los conflictos permanentes que hay en el hogar”, aseveró.

 

La situación anterior, dijo Torres Torres, sólo puede ser compensada por el sentido del logro para las mujeres: si se forma una familia más o menos cohesionada, si el marido responde y si los hijos “le salen buenos”. Esto minimiza el desgaste emocional.

 

Si hubiera alguna asociación nacional o un sindicato de amas de casa, consideró, quizá estas actividades pudieran estar, de alguna manera, reguladas, y fincar algún parámetro de responsabilidad, pues actualmente lejos de significar un estímulo para quien lo desempeña, se le asignan mayores tareas sin reconocimiento de las mismas y hay una devaluación permanente en términos de la escala social”.

 

No obstante, reconoció que ubicando las generalidades mencionadas “no se vislumbra, en lo inmediato, un cambio en los roles genéricos que juega la mujer, a pesar de que se supone que los avances tecnológicos han llevado hacia una cierta liberación y optimización del tiempo dentro del hogar”.

 

Los desarrollos tecnológicos, recalcó, “de ninguna manera liberan a la mujer ni de lo rutinario, lo imperceptible, lo interminable, lo infinito ni sufrido del trabajo doméstico”. Estos cinco elementos, concluyó, permanecen como constantes y no se modificarán, a menos en el corto plazo, porque representa un problema de tipo estructural. “Tendría que haber un cambio en términos de los roles”.

 

 

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 Pies de foto

Felipe Torres Torres, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, atribuyó buena parte de las crisis familiares a la falta de reconocimiento del trabajo doméstico.

El trabajo doméstico es el que se encamina a la reproducción de la familia y el mantenimiento del hogar, aseguró Felipe Torres, del IIEc de la UNAM.