06:00 hrs. Septiembre 28 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-948

 

 

 

EN EL MUNDO OCCIDENTAL TAMBIÉN SE LLEVAN A CABO SERIAS ACCIONES CON TINTES FUNDAMENTALISTAS

 

·        En occidente, las guerras representan un acto económico-político y de usura: Ignacio Díaz de la Serna, investigador universitario.

·        En el Islam no hay fundamentalismo, sino que es una de las culturas más negociadoras, opinó el catedrático de la Universidad Iberoamericana.

 

En el mundo occidental, que encabeza Estados Unidos, se proclaman y ejercitan diversas actitudes fundamentalistas como es la defensa de la llamada libertad o el libre mercado, destacó Ignacio Díaz de la Serna, investigador universitario durante su participación en el coloquio Globalidad y conflicto, Estados Unidos y la crisis de septiembre, en la Coordinación de Humanidades.

 

En la mesa denominada Filosofía y política de la globalidad. Civilización o barbarie, Ignacio Díaz precisó que la guerra no es la cultura islámica o una continuación de la religión, sino que se trata esencialmente de un acto sagrado para ese tipo de culturas.

 

Sin embargo, en el mundo occidental, la guerra no tiene nada de sagrado, sino que es un acto económico-político, de usura, donde más importa la expansión territorial y dominio.

 

En realidad nunca nos hemos retraído completamente a la violencia, no expresamos un no definitivo, se trata de fundamentos de debilidad donde toda prohibición promueve su transgresión aleatoria y ritualizada bajo formas precisas.

 

En síntesis, enfatizó, “si de algo somos incapaces, es de aceptar que tenemos una sed inagotable de catástrofes”.

 

En tanto, Ilán Semo, de la Universidad Iberoamericana apuntó que en el Islam no hay fundamentalismo, sino que es una de las culturas más negociadoras y de amplio comercio donde es posible que alguien trabaje para Estados Unidos –como Bin Laden- y hoy esté en su contra.

 

“Ninguna religión es fundamentalista por sí misma, pero usada por  una potencia política es otra cosa”, agregó.

 

Ambrosio Velasco Gómez, catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras (FFL) opinó que si bien la guerra puede ser una continuación de la política por otros medios, el terrorismo no lo es, toda vez que éste no tiene regreso a la diplomacia o establecimiento de acuerdos, sino al contrario, es la supresión de estas posibilidades.

 

Manifestó su preocupación por la respuesta del actual conflicto ante las demandas multiculturalistas ya que en el caso de México como en muchos otros países, se ha hecho un enorme esfuerzo por la legitimidad de demandas de diversos grupos culturales.

 

Con este conflicto, apuntó, se da un giro a esta problemática que hoy se convierte en una forma anti multiculturalista debido a la asociación exagerada entre terrorismo y las culturas distintas a las occidentales.

 

Ante esta situación, acotó, es necesario revisar las condiciones bajo las cuales el multiculturalismo es justificado. “En México ya se discuten como es el caso de las mujeres y comunidades indígenas y lo mismo debería de hacerse en términos de los talibanes”, dijo.

 

Asimismo, consideró que los mismos movimientos a favor del multiculturalismo condenen tajantemente estos actos terroristas, “debe haber un deslinde de estos movimientos y los gobiernos a su vez no han sido tan claros al respecto”.

 

De igual forma, comentó, es una oportunidad para una defensa a nivel internacional para establecer los límites del multiculturalismo y de su legitimidad.

 

Francisco Valdés Ugalde, investigador universitario y del Instituto Nacional de Estudios sobre la Revolución Mexicana, opinó que a raíz de los acontecimientos en la Unión Americana, se ha iniciado una nueva era cuya esencia es el choque de las civilizaciones.

 

Agregó que es posible afirmar que los acontecimientos recientes y las preparaciones bélicas subsecuentes, nos han recordado que  la historia aun no llega a su fin y que por el contrario, es menester hacer un balance del conocimiento adquirido en política y economía para discutir una agenda para la profundización pluralista de los valores de la democracia y de la libertad.

 

El punto central de la reflexión, concluyó, pasa por el tema de la justicia el cual puede fundarse en los valores políticos del liberalismo sin que éstos queden sujetos a la tiranía no sólo de valores, sino de teorías económicas inspiradoras de políticas que sistemáticamente recaen en la injusticia con versiones limitadas de la democracia.

 

 

 

 

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