14:30 hrs. Septiembre 24 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-935

 

 

LA JUSTICIA DURANTE EL PORFIRIATO, PRODUCTO IDEOLÓGICO MÁS QUE LEGAL

 

·        Elisa Speckman Guerra, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, comentó que la criminología positivista ejerció influencia sobre los funcionarios judiciales al dictar sentencias

·        Las características corporales eran las que determinaban a las personas a delinquir según esta corriente, indicó

 

 

La influencia de las corrientes criminológicas positivistas en la práctica judicial durante el porfiriato, motivó la aplicación de sentencias mayores a las previstas en la legislación penal para menores de edad, afirmó Elisa Speckman Guerra, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.

 

Muchos jueces, explicó, convencidos de que los menores eran delincuentes natos incorregibles, les imponían sanciones más severas que las contempladas por la legislación penal con el propósito de mantenerlos más tiempo relegados de la sociedad.

 

Al dictar una conferencia en el Palacio de Minería sobre las posibilidades de la ética y la moral en las concepciones sobre la delincuencia a finales del siglo XIX, en el marco de los actos conmemorativos del 450 aniversario de la UNAM, la académica explicó que las escuelas positivistas europeas interpretaban el fenómeno de la criminalidad basadas en supuestos biológicos y antropológicos.

 

Para estas tendencias, indicó, los rasgos físicos determinaban la inclinación de los individuos a cometer delitos, al contrario a lo que sostenía la ideología liberal plasmada  en el código penal de la época que se basaba en el supuesto del libre arbitrio de la persona.

 

Con estas tesis se llegó a sostener, en aquella época, que se podía reconocer a los delincuentes por ciertas características corporales consideradas anómalas, que eran acentuadas entre la población indígena.

 

Speckman Guerra dijo que entre las convicciones de la escuela positivista estaba el considerar que el atavismo –rasgos físicos similares a los del hombre de la prehistoria- era característico de los delincuentes, así como ciertas funciones orgánicas extraordinarias como mayor resistencia al dolor.

 

Los criminólogos afiliados a estas ideas, precisó, incluso sostuvieron que la tendencia a delinquir era hereditaria, originada por la carencia congénita de sentimientos morales.

 

Desde esta perspectiva, sostuvo la investigadora universitaria, las consideraciones éticas y morales no jugaban papel alguno ya que el individuo carecía de voluntad autónoma para decidir sobre sus propias acciones. Tampoco era posible, agregó, concebir que las sanciones tuvieran por objetivo lograr la rehabilitación del delincuente.

 

Los positivistas partían de la premisa según la cual mientras más peligroso era un criminal, mayor debía ser su castigo, y añadió que creían en la aplicación de la pena de muerte en algunos casos.

 

En consecuencia, puntualizó, al contrario del principio de igualdad de los ciudadanos ante la ley, los criminólogos afiliados a esta escuela eran partidarios de una aplicación diferenciada de la justicia, lo cual condujo a la aplicación de sentencias mayores a las previstas en los ordenamientos jurídicos penales.

 

 

-         o0o –

PIES DE FOTO

 

Elisa Speckman Guerra, académica del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, durante su conferencia en el Palacio de Minería.

 

La académica del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Elisa Speckman Guerra, habló sobre la criminalidad durante el porfiriato.

-