17:00 hrs. Septiembre 20 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-922

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Pies de foto al final del boletín

EL TLC NO ES EL ÚNICO CULPABLE DE LAS AGOTADAS CONDICIONES DEL AGRO EN MÉXICO

 

·        Urgen nuevas políticas de autosuficiencia alimentaria, advierten especialistas reunidos en la Facultad de Economía

·        Para el consumo nacional México importa 90% de soya y arroz; 33% de sorgo, señalan

 

Si bien es cierto que el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLC) afectó en gran medida al agro mexicano, la situación de éste deriva de las ineficaces políticas de las administraciones anteriores y de la actual, por lo que es necesario instrumentar nuevas formas de independencia alimentaria, ahora con mayor razón ante la proximidad de un conflicto bélico de Estados Unidos.

 

En lo anterior coincidieron los académicos Jorge Calderón Salazar, Javier de Jesús Aguilar Gómez y Alfredo Córdoba Kuthy durante la conferencia  El capítulo Agrícola en el TLC y su impacto en el campo mexicano, organizada por la Facultad de Economía (FE).

 

Javier de Jesús Aguilar dijo que en el TLC el sector agropecuario fue tratado de una manera muy particular toda vez que se encuentra en la segunda parte referido en un carácter fitosanitario, lo que permite ver que el objetivo era desaparecer los apoyos, subsidios o ayudas que en todo el mundo y en particular en México, se tenían respecto de los precios del mercado.

 

Al examinar las consecuencias  de las relaciones comerciales, comentó, aparecieron una serie de consideraciones que no son únicamente las causantes de las condiciones actuales del agro, sino que ya se preveía desde hacia algunos años el desmantelamiento de la política agropecuaria mexicana como condición para el otorgamiento de créditos por parte del Banco Mundial.

De esta manera, el TLC si bien contribuyó a la situación del campo mexicano, lo que hizo fue validar las acciones ya decididas, apuntó.

 

Javier de Jesús Aguilar además destacó, que no se ha estudiado de manera debida el impacto de las inversiones extranjeras a raíz del acuerdo comercial, así como el control de la producción de alimentos y sobre todo, la autoproducción.

 

Cuestionó el hecho de que se continúen con políticas inequilibradas donde se compra más de lo que se vende, además de que muchas empresas han presionado al gobierno mexicano para que no se les cobren ciertos aranceles entre 1994 y el 2000, que tan sólo en el caso del maíz y el trigo dejaron de pagar dos mil millones de dólares, es decir 20 mil millones de pesos, que equivalen a los dos tercios del presupuesto de la Secretaría de Agricultura en el 2001.

 

Asimismo, se importa más de un quinto del maíz que se consume y más de un tercio del trigo a pesar de que México es uno de los principales productores en el mundo, lo que habla de una pésima política agrícola.

 

Agregó que se importa 90% de la soya, más de 90% del arroz y 33% de sorgo.

 

Por todo esto, enfatizó Jesús Aguilar, la política del combate a la  pobreza es más cara que la política agropecuaria toda vez que este sector contribuye a la generación de la pobreza.

 

En tanto, Jorge Calderón Salazar comentó que a varios años de firmado el TLC, la agricultura mexicana no ha podido salir de la crisis en la que ya se encontraba en distintos sectores al inicio de la década de los 90.

 

El incumplimiento de los supuestos beneficios que ofrecía el TLC no debe sorprender, dijo, ya que se trata de un resultado lógico y previsible de cómo fue negociado el acuerdo que obedeció a una política profundamente dañina a los intereses de los productores del país.

 

El ex legislador criticó el alto nivel de dependencia alimentaria con que se manejaron las administraciones anteriores y la actual, y destacó que debido a los diversos mecanismos de control político, manipulación y verticalismo corporativo, a pesar de que las bases de numerosas organizaciones de productores estaban en contra de que se incorporaran granos, carnes y lácteos a la negociación, sus cúpulas se hicieron cómplices del acuerdo.

 

En 1988, apuntó, la producción de los 10 principales cultivos agrícolas fue cercana a los 23 millones de toneladas y en 1993 –un año antes de la entrada en vigor del TLC– llegó a 27 millones de toneladas y seis años después apenas alcanzó los 29 millones con un incremento poblacional de tasa acumulativa de 2%.

 

Indicó además que es preocupante que durante el gobierno de Carlos Salinas se negoció una doble cuota para el maíz en particular, por un lado, una libre de arancel del orden de dos y medio millones de toneladas anuales, lo que afectó profundamente a los exportadores mexicanos.

 

Y otra cuota donde México tendría la posibilidad de establecer aranceles hasta de 150% pero en realidad, dijo, el país no ha cobrado nada, lo que le representa pérdidas de más de 20 mil millones de pesos, que en su oportunidad debieron haberse cobrado, pero que por decisión unilateral de las secretarías de Hacienda y Comercio y Agricultura no fue posible instrumentar.

 

Finalmente se pronunció por la urgencia de implantar nuevas políticas de autosuficiencia alimentaria, con mayor razón ahora que el contexto internacional se encamina a un conflicto bélico donde las exportaciones mexicanas se verán afectadas significativamente y los grandes volúmenes de importación serán cada vez más difíciles de alcanzar ante la elevación de precios y escasez de productos.

 

 

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Javier de Jesús Aguilar, académico universitario opinó  que el TLC no es la única causa de la problemática agraria en México.

 

 

 

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La precaria situación del campo mexicano no debe extrañar a nadie ya que es consecuencia de las malas políticas prevalecientes en el país, destacó Jorge Calderón Salazar, académico universitario.