Boletín UNAM-DGCS-918
MÉXICO CARECE DE
NORMAS JURÍDICAS QUE PERMITAN REGULAR LAS INVESTIGACIONES DEL GENOMA HUMANO
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María Elena Mansilla y Mejía, directora del Seminario de Derecho
Internacional, destacó que el mal empleo de los estudios de la genética
propiciaría discriminación
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La jurista participó en el ciclo de
conferencias sobre aspectos multidisciplinarios en torno al genoma humano,
organizado por la Facultad de Derecho de la UNAM
México carece de normas jurídicas que permitan
regular las investigaciones del genoma humano y garantizar que su
aplicación sea en beneficio de la población, afirmó la directora del Seminario de Derecho
Internacional de la Facultad de Derecho, María Elena Mansilla y Mejía.
Si bien es cierto que México se adhirió, en
1997, a la declaración de la UNESCO en esa materia, nuestro país “no ha hecho
nada” como parte del acuerdo de la Asociación Económica, Concertación Política
y Cooperación con los estados miembros de la Comunidad Europea, apuntó Mansilla
y Mejía.
En el marco del ciclo de conferencias
sobre aspectos multidisciplinarios en torno al genoma humano, Mansilla y Mejía
refirió que los lineamientos contenidos en ese acuerdo “no nos dicen nada,
empero –advirtió– la puerta está abierta para cooperar en las investigaciones
en este ámbito con la Unión Europea”.
Como parte de su exposición Algunos problemas en torno al genoma humano,
María Elena Mansilla consideró que esas declaraciones resultan peligrosas pues
no cooperamos en nada y si pueden pedirnos una colaboración “que posiblemente
no nos favorecería”.
Por ello los legisladores deben tener
cuidado, porque esta colaboración que se ofrece en materia de salud podría
convertirse en una cooperación para permitir que algunos grupos étnicos fueran
dañados a través de las investigaciones de carácter genético, precisó.
Afirmó que si bien el conocimiento del genoma
permitiría el pronóstico, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, su
mala utilización podría derivar en problemas como el racismo, la discriminación
de grupos, pueblos y personas, así como el ataque a la intimidad del ser humano
por parte de empresas dedicadas a contratar personal, por ejemplo.
Dichas empresas, explicó la jurista, así
como hacen investigación social y un reconocimiento médico al personal a
contratar, mediante el conocimiento genético podrían saber las tendencias a
determinadas enfermedades y negar el empleo a las personas.
En el ámbito escolar, cabría la
posibilidad de que a algunos niños se les prohiba el acceso a las escuelas. De
igual manera, las compañías aseguradoras podrían negar sus servicios al saber que
los solicitantes son propensos a enfermedades graves, o también se prestaría a
la explotación de las personas infradotadas o de las superdotadas.
Otro tipo de repercusiones que podría
representar el desciframiento del genoma humano es la manipulación genética en
la búsqueda de mejorar la raza, el genocidio e incluso la eugenecia, es decir
que los pueblos fueran conformados con genes perfectamente útiles a la
sociedad, a la industria, a la milicia, etcétera, de acuerdo con los intereses
de cada nación.
Mencionó que existe una serie de
problemas endógenos derivados del estudio del mapa genético, es decir aquellas
personas que se saben poseedoras de ciertos genes que le propicien una
enfermedad grave, puede deprimirse e incluso llegar al suicidio o defraudar a
las empresas aseguradoras.
En suma, dijo, el problema fundamental de
los estudios de la genética mal utilizados sería la discriminación de las
personas, de las familias o de los grupos.
Ante ello, abundó, se han propuesto dos
grandes medidas: la confidencialidad, es decir todo conocimiento que se tenga
de una persona debe ser absolutamente confidencial o el derecho a saber o no
los resultados de dicho sondeo, y por otra parte la divulgación del
conocimiento, es decir todo avance que se tenga en genética en términos
generales, debe darse a la publicidad.
Por último, comentó que nuestro país ha hecho poco en materia jurídica, a pesar
de que se sabe que hay 40 mil genes.
“La evolución de la investigación científica es rápida y los juristas nos estamos
durmiendo”, concluyó.
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