19:00 hrs. Septiembre 19 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-918

 

 

 

 

 

MÉXICO CARECE DE NORMAS JURÍDICAS QUE PERMITAN REGULAR LAS INVESTIGACIONES DEL GENOMA HUMANO

 

·        María Elena Mansilla y Mejía, directora del Seminario de Derecho Internacional, destacó que el mal empleo de los estudios de la genética propiciaría discriminación

·        La jurista participó en el ciclo de conferencias sobre aspectos multidisciplinarios en torno al genoma humano, organizado por la Facultad de Derecho de la UNAM

 

México carece de normas jurídicas que permitan regular las investigaciones del genoma humano y garantizar que su aplicación sea en beneficio de la población, afirmó la directora del Seminario de Derecho Internacional de la Facultad de Derecho, María Elena Mansilla y Mejía.

 

Si bien es cierto que México se adhirió, en 1997, a la declaración de la UNESCO en esa materia, nuestro país “no ha hecho nada” como parte del acuerdo de la Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación con los estados miembros de la Comunidad Europea, apuntó Mansilla y Mejía.

 

En el marco del ciclo de conferencias sobre aspectos multidisciplinarios en torno al genoma humano, Mansilla y Mejía refirió que los lineamientos contenidos en ese acuerdo “no nos dicen nada, empero –advirtió– la puerta está abierta para cooperar en las investigaciones en este ámbito con la Unión Europea”.

 

Como parte de su exposición Algunos problemas en torno al genoma humano, María Elena Mansilla consideró que esas declaraciones resultan peligrosas pues no cooperamos en nada y si pueden pedirnos una colaboración “que posiblemente no nos favorecería”.

 

Por ello los legisladores deben tener cuidado, porque esta colaboración que se ofrece en materia de salud podría convertirse en una cooperación para permitir que algunos grupos étnicos fueran dañados a través de las investigaciones de carácter genético, precisó.

 

Afirmó que si bien el conocimiento del genoma permitiría el pronóstico, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, su mala utilización podría derivar en problemas como el racismo, la discriminación de grupos, pueblos y personas, así como el ataque a la intimidad del ser humano por parte de empresas dedicadas a contratar personal, por ejemplo.

 

Dichas empresas, explicó la jurista, así como hacen investigación social y un reconocimiento médico al personal a contratar, mediante el conocimiento genético podrían saber las tendencias a determinadas enfermedades y negar el empleo a las personas.

 

En el ámbito escolar, cabría la posibilidad de que a algunos niños se les prohiba el acceso a las escuelas. De igual manera, las compañías aseguradoras podrían negar sus servicios al saber que los solicitantes son propensos a enfermedades graves, o también se prestaría a la explotación de las personas infradotadas o de las superdotadas.

 

Otro tipo de repercusiones que podría representar el desciframiento del genoma humano es la manipulación genética en la búsqueda de mejorar la raza, el genocidio e incluso la eugenecia, es decir que los pueblos fueran conformados con genes perfectamente útiles a la sociedad, a la industria, a la milicia, etcétera, de acuerdo con los intereses de cada nación.

 

Mencionó que existe una serie de problemas endógenos derivados del estudio del mapa genético, es decir aquellas personas que se saben poseedoras de ciertos genes que le propicien una enfermedad grave, puede deprimirse e incluso llegar al suicidio o defraudar a las empresas aseguradoras.

 

En suma, dijo, el problema fundamental de los estudios de la genética mal utilizados sería la discriminación de las personas, de las familias o de los grupos.

 

Ante ello, abundó, se han propuesto dos grandes medidas: la confidencialidad, es decir todo conocimiento que se tenga de una persona debe ser absolutamente confidencial o el derecho a saber o no los resultados de dicho sondeo, y por otra parte la divulgación del conocimiento, es decir todo avance que se tenga en genética en términos generales, debe darse a la publicidad.

 

Por último, comentó que nuestro país  ha hecho poco en materia jurídica, a pesar de que  se sabe que hay 40 mil genes. “La evolución de la investigación científica es rápida y los juristas nos estamos durmiendo”, concluyó.

 

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