Boletín UNAM-DGCS-911
POSITIVO EL DESARROLLO DE LA CULTURA DE LA PREVENCIÓN Y ATENCIÓN A DESASTRES EN MÉXICO
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Especialistas de la UNAM destacan que no debe relajarse la atención a
estos problemas ni menoscabar la importancia de ciertos riesgos
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Jorge Álvarez Martínez, Krishna Singh Singh y Roberto Meli Piralla
destacan las aportaciones universitarias al conocimiento cada vez mayor de los
fenómenos naturales y las medidas para enfrentarlos
A 16 años de los sismos que afectaron
a la ciudad de México, la cultura de la prevención de desastres y las medidas
para hacerles frente se han desarrollado de manera óptima en el país, afirmaron
especialistas de la UNAM, quienes subrayaron que no debe relajarse la atención
sobre estos riesgos y las medidas preventivas.
En conferencia de prensa, Jorge Alvarez
Martínez, de la Facultad de Psicología (FP); Roberto Meli Piralla, del
Instituto de Ingeniería (II); y Krishna Singh Singh, jefe del departamento de
Vulcanología y Sismología del Instituto de Geofísica (IG), destacaron las
aportaciones multidisciplinarias de la Universidad Nacional a la prevención,
investigación, estudio y a la atención de las consecuencias que producen
fenómenos naturales como los sismos.
Krishna Singh Singh explicó que a raíz de los
terremotos de 1985, al intensificarse los estudios se conocen mejor las
características de los distintos suelos, su comportamiento al momento de
propagarse las ondas sísmicas, así como el tipo de movimientos que pueden
experimentar.
Estos conocimientos, dijo, se han obtenido
gracias a la información que se obtuvo durante los sucesos de 1985, que sumaron
25 registros útiles. En la actualidad, precisó, se está en posibilidades de
incrementar ese número a 200 para conocer mejor el desarrollo de los
movimientos telúricos.
El especialista universitario sostuvo que
durante un temblor la energía liberada es constante, por lo que su magnitud no
varía. Lo que experimenta alteraciones, acotó, es la intensidad, la cual está
determinada por las características del suelo donde se propaga la onda sísmica.
Singh Singh indicó que en México los sismos más
significativos provienen de la costa del pacífico y su intensidad puede
aumentar al momento que la onda atraviesa la región conocida como eje volcánico.
Al alcanzar la zona lacustre del Valle de México, añadió, esa intensidad se
incrementa aún más, en algunos casos la intensidad aumenta hasta cinco veces.
Añadió que la zona metropolitana cuenta con
mecanismos de registro en las tres zonas en que se encuentra subdividida de
acuerdo a su vulnerabilidad ante los sismos, para medir en cada caso los
niveles de aceleración del terreno, información que resulta útil para el diseño
de edificios y que varía según cuál sea el sitio de origen del temblor.
Roberto Meli señaló que las investigaciones
llevadas a cabo en diversas instituciones, en particular en la UNAM, han
servido como base para la modificación del reglamento de construcciones en el
Distrito Federal, que estableció requisitos más severos para las edificaciones
de ciertas zonas, según el área de la capital mexicana donde se vayan a erigir.
Meli Piralla comentó que como fruto de los
estudios constantes que se llevan a cabo en esta casa de estudios, se elaboró
un nuevo anteproyecto que es analizado por asociaciones profesionales
involucradas con la industria de la construcción. Manifestó que se espera la
aprobación de ese instrumento jurídico para el próximo año.
El investigador universitario indicó que en la
zona metropolitana la región de mayor riesgo es la conocida como zona del lago,
que se extiende en el área antiguamente abarcada por los lagos de la cuenca del
Valle de México.
Esa extensión actualmente está dividida en
cuatro subzonas, de las cuales la de mayor peligro es la que comprende el territorio
de las colonias Roma y Doctores y se extiende hasta el Circuito Interior Río
Churubusco. Entre las distintas subzonas de esa división, las variaciones en la
intensidad de un sismo pueden ser de hasta el 50 por ciento, puntualizó.
Meli Piralla consideró que en la actualidad
existe mejor monitoreo y control del comportamiento de las construcciones para
estudiar con mayor precisión su reacción ante los sismos, a lo cual ha
contribuido de manera significativa el uso de la mesa vibradora del Instituto
de Ingeniería.
El académico del Instituto de Ingeniería
resaltó también la participación de la UNAM en el desarrollo de procedimientos
para elevar la seguridad y realizar labores de rehabilitación de los edificios.
A su vez, Jorge Álvarez Martínez expuso que a
partir de 1985, la Facultad de Psicología mantiene un grupo especializado de
académicos y estudiantes dedicados a dar atención a las víctimas de desastres
naturales.
Este grupo, agregó, ha participado en las
tareas de apoyo a los damnificados por huracanes en Acapulco y, más
recientemente, a las personas afectadas por el desbordamiento de un canal de
aguas negras en la localidad de Chalco.
Se trata de un trabajo interminable,
especificó, ya que la dependencia lo hace extensivo a otras universidades del
interior de la República y a instituciones del sistema educativo nacional para
contribuir a la cultura de atención psicológica a las víctimas de fenómenos
naturales.
Álvarez Martínez destacó que estas labores
deben enfocarse también en las personas que cuentan con liderazgo en las
comunidades, las cuales pueden influir al interior de éstas, como los
religiosos. Asimismo, acotó, es importante el trabajo con los profesores de
escuelas, para atacar oportunamente el descenso que algunos niños pueden experimentar
en su rendimiento a consecuencia de la experiencia traumática.
Resaltó que con motivo de los sismos del 85 se
tuvo que realizar un trabajo especial con los profesores, para que ellos mismos
pudieran con posterioridad ofrecer la ayuda psicológica necesaria a sus alumnos
sin tener que depender de un especialista.
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