14:00 hrs. Septiembre 18 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-911

 

POSITIVO EL DESARROLLO DE LA CULTURA DE LA PREVENCIÓN Y ATENCIÓN A DESASTRES EN MÉXICO

 

·        Especialistas de la UNAM destacan que no debe relajarse la atención a estos problemas ni menoscabar la importancia de ciertos riesgos

·        Jorge Álvarez Martínez, Krishna Singh Singh y Roberto Meli Piralla destacan las aportaciones universitarias al conocimiento cada vez mayor de los fenómenos naturales y las medidas para enfrentarlos

 

A 16 años de los sismos que afectaron a la ciudad de México, la cultura de la prevención de desastres y las medidas para hacerles frente se han desarrollado de manera óptima en el país, afirmaron especialistas de la UNAM, quienes subrayaron que no debe relajarse la atención sobre estos riesgos y las medidas preventivas.

 

En conferencia de prensa, Jorge Alvarez Martínez, de la Facultad de Psicología (FP); Roberto Meli Piralla, del Instituto de Ingeniería (II); y Krishna Singh Singh, jefe del departamento de Vulcanología y Sismología del Instituto de Geofísica (IG), destacaron las aportaciones multidisciplinarias de la Universidad Nacional a la prevención, investigación, estudio y a la atención de las consecuencias que producen fenómenos naturales como los sismos.

 

Krishna Singh Singh explicó que a raíz de los terremotos de 1985, al intensificarse los estudios se conocen mejor las características de los distintos suelos, su comportamiento al momento de propagarse las ondas sísmicas, así como el tipo de movimientos que pueden experimentar.

 

Estos conocimientos, dijo, se han obtenido gracias a la información que se obtuvo durante los sucesos de 1985, que sumaron 25 registros útiles. En la actualidad, precisó, se está en posibilidades de incrementar ese número a 200 para conocer mejor el desarrollo de los movimientos telúricos.

 

El especialista universitario sostuvo que durante un temblor la energía liberada es constante, por lo que su magnitud no varía. Lo que experimenta alteraciones, acotó, es la intensidad, la cual está determinada por las características del suelo donde se propaga la onda sísmica.

 

Singh Singh indicó que en México los sismos más significativos provienen de la costa del pacífico y su intensidad puede aumentar al momento que la onda atraviesa la región conocida como eje volcánico. Al alcanzar la zona lacustre del Valle de México, añadió, esa intensidad se incrementa aún más, en algunos casos la intensidad aumenta hasta cinco veces.

 

Añadió que la zona metropolitana cuenta con mecanismos de registro en las tres zonas en que se encuentra subdividida de acuerdo a su vulnerabilidad ante los sismos, para medir en cada caso los niveles de aceleración del terreno, información que resulta útil para el diseño de edificios y que varía según cuál sea el sitio de origen del temblor.

 

Roberto Meli señaló que las investigaciones llevadas a cabo en diversas instituciones, en particular en la UNAM, han servido como base para la modificación del reglamento de construcciones en el Distrito Federal, que estableció requisitos más severos para las edificaciones de ciertas zonas, según el área de la capital mexicana donde se vayan a erigir.

 

Meli Piralla comentó que como fruto de los estudios constantes que se llevan a cabo en esta casa de estudios, se elaboró un nuevo anteproyecto que es analizado por asociaciones profesionales involucradas con la industria de la construcción. Manifestó que se espera la aprobación de ese instrumento jurídico para el próximo año.

 

El investigador universitario indicó que en la zona metropolitana la región de mayor riesgo es la conocida como zona del lago, que se extiende en el área antiguamente abarcada por los lagos de la cuenca del Valle de México.

 

Esa extensión actualmente está dividida en cuatro subzonas, de las cuales la de mayor peligro es la que comprende el territorio de las colonias Roma y Doctores y se extiende hasta el Circuito Interior Río Churubusco. Entre las distintas subzonas de esa división, las variaciones en la intensidad de un sismo pueden ser de hasta el 50 por ciento, puntualizó.

 

Meli Piralla consideró que en la actualidad existe mejor monitoreo y control del comportamiento de las construcciones para estudiar con mayor precisión su reacción ante los sismos, a lo cual ha contribuido de manera significativa el uso de la mesa vibradora del Instituto de Ingeniería.

 

El académico del Instituto de Ingeniería resaltó también la participación de la UNAM en el desarrollo de procedimientos para elevar la seguridad y realizar labores de rehabilitación de los edificios.

 

A su vez, Jorge Álvarez Martínez expuso que a partir de 1985, la Facultad de Psicología mantiene un grupo especializado de académicos y estudiantes dedicados a dar atención a las víctimas de desastres naturales.

 

Este grupo, agregó, ha participado en las tareas de apoyo a los damnificados por huracanes en Acapulco y, más recientemente, a las personas afectadas por el desbordamiento de un canal de aguas negras en la localidad de Chalco.

 

Se trata de un trabajo interminable, especificó, ya que la dependencia lo hace extensivo a otras universidades del interior de la República y a instituciones del sistema educativo nacional para contribuir a la cultura de atención psicológica a las víctimas de fenómenos naturales.

 

Álvarez Martínez destacó que estas labores deben enfocarse también en las personas que cuentan con liderazgo en las comunidades, las cuales pueden influir al interior de éstas, como los religiosos. Asimismo, acotó, es importante el trabajo con los profesores de escuelas, para atacar oportunamente el descenso que algunos niños pueden experimentar en su rendimiento a consecuencia de la experiencia traumática.

 

Resaltó que con motivo de los sismos del 85 se tuvo que realizar un trabajo especial con los profesores, para que ellos mismos pudieran con posterioridad ofrecer la ayuda psicológica necesaria a sus alumnos sin tener que depender de un especialista.

 

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