Boletín UNAM-DGCS-890
EN MÉXICO DEBERÍAMOS UTILIZAR LA MEDICINA
TRADICIONAL COMO PARTE DEL SISTEMA NACIONAL DE SALUD
·
Señaló Carlos Viesca Treviño, jefe del
Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la Facultad de Medicina
·
De esta forma, dijo, se evitarían muchos gastos en la atención
primaria
En México deberíamos pensar en utilizar la medicina tradicional para
establecer un sistema nacional de salud que realmente cubra todas las
necesidades en la materia en nuestro país aseguró Carlos Viesca Treviño, jefe
del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la Facultad de
Medicina.
Una
ventaja es que se evitarían muchos gastos en la atención primaria y en la
curación de enfermedades que pudieran denominarse banales, “aunque no es un
término correcto, porque toda enfermedad puede convertirse en peligrosa”.
De
esta forma, agregó, se podrían concentrar los recursos para gastos de alta
tecnología y resolver problemas que sólo se solucionan gracias a ésta, sea
farmacológica o de otro tipo.
Explicó que la
medicina en todo el mundo, por siglos, se ha manejado con recursos naturales y
es hasta el Renacimiento cuando empiezan a señalarse los principios químicos de
las plantas. En el siglo XVIII se precisa que todos los medicamentos de origen
vegetal, animal o mineral podían tener principios activos, lo cual dio lugar a
que a fines del siglo XVIII e inicios del XIX se empiecen a aislar dichas
sustancias.
Al trabajar
bioquímicamente los recursos naturales y extraer sustancias activas y
utilizarlas en medicina, agregó, se dio lugar a la industria de los
medicamentos.
“Sabemos que la
mayoría de esas plantas sirve, pero también que la mayoría tienen problemas de
toxicidad o de habituación”, es decir, presentan las mismas dificultades de
medicamentos de otro tipo.
Añadió que, en el
caso de México puede decirse que el 95 por ciento de la población “ha tomado
algo que venga de planta medicinal, y los que no lo han hecho, ha sido por una
divergencia cultural”. De hecho, muchas personas que dejaron de usarlas han
vuelto a utilizarlas, pues hay una tendencia a lo natural, fundamentalmente por
la falsa creencia de que la medicina de patente intoxica y aquélla no. “Lo
cierto es que las dos afectan en diferente forma y medida, aunque si son bien
utilizadas no”.
Además, destacó,
en nuestro país hay una riqueza maravillosa de plantas medicinales. Para darnos
una idea, dijo, la medicina griega clásica utilizaba más o menos 250 plantas;
la romana, cerca de mil, y un solo recetario mexicano –el de Martín de la Cruz,
médico indígena del siglo XVI– describe 227 plantas y, de hecho, la
recopilación que se hace en dicho siglo de plantas utilizadas para comer o como
medicina es de alrededor de las tres mil 200. Actualmente se sabe que “hay más
de ocho mil especies diferentes de plantas, con diferentes variedades, que
tienen una muy posible utilidad médica”.
Así, “tenemos
plantas de todo tipo de climas y de todo tipo de ecosistemas, ya que la
geografía de México, que tienen zonas desérticas, tropicales, altiplanos, zonas
de alta montaña”.
Y las culturas
indígenas mexicanas tuvieron la curiosidad de ver qué recursos tenían, para qué
servían, cómo los podían utilizar y hay un conocimiento documentado, muchas
veces de antes de la llega de los españoles, pero que en realidad lo podemos
llevar hasta tres mil años.
Por lo anterior,
aseveró, “conviene usar estas plantas, y no sólo eso, debemos usarlas”. Otras
ventajas son que en todos los mercados hay puestos de plantas medicinales; que
hoy en día la gente que las manejan, en general, saben que bien que plantas
usar, y que son mucho más baratos estos tratamientos que los procedentes de
fármacos de investigación avanzada.
“Y si somos un
país con una geografía complicada, con muchas personas con difícil acceso a
servicios de salud, podríamos seguir estableciendo huertos de plantas
medicinales regionales o locales que podría funcionar muy bien con plantas
perfectamente estudiadas, con bajo riesgo de intoxicación”, indicó.
Los problemas que
conllevaría este proyecto, afirmó, son que no hay un control de calidad del
producto (no se sabe con exactitud de dónde vienen las plantas, cuándo las
cortaron o si las maceraron). Claro que ésta no es una dificultad insalvable,
pues pueden cultivar y hacerles exámenes químicos mínimos para conocer su
actividad a fin de garantizar su actividad.
Otro inconveniente
es que “no tenemos plantas para algunos de los padecimientos importantes que
existen, y muchas veces por andar experimentando se deja pasar un tiempo
precioso, dando tratamientos inadecuados y, en ocasiones, llegándose a
problemas incurables después”.
La cuestión,
finalizó, es no usar las plantas medicinales sin criterio. “Es importante que
pudiéramos disponer de mecanismos de educación para la salud dirigidos a las
comunidades indígenas, planteando que lo que puedan curar lo curen, y lo que no
lo canalicen a las instituciones de salud”.
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Pie de foto
Carlos Viesca
Treviño, jefe del Departamento de Historia y Filosofía de la Facultad de
Medicina, habló sobre los beneficios de usar la medicina tradicional como parte
del sistema nacional de salud.