6:00 hrs. Septiembre 11 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-890

 

EN MÉXICO DEBERÍAMOS UTILIZAR LA MEDICINA TRADICIONAL COMO PARTE DEL SISTEMA NACIONAL DE SALUD

 

 

·        Señaló Carlos Viesca Treviño, jefe del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la Facultad de Medicina

·        De esta forma, dijo, se evitarían muchos gastos en la atención primaria

 

 

En México deberíamos pensar en utilizar la medicina tradicional para establecer un sistema nacional de salud que realmente cubra todas las necesidades en la materia en nuestro país aseguró Carlos Viesca Treviño, jefe del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la Facultad de Medicina.

 

Una ventaja es que se evitarían muchos gastos en la atención primaria y en la curación de enfermedades que pudieran denominarse banales, “aunque no es un término correcto, porque toda enfermedad puede convertirse en peligrosa”.

 

De esta forma, agregó, se podrían concentrar los recursos para gastos de alta tecnología y resolver problemas que sólo se solucionan gracias a ésta, sea farmacológica o de otro tipo.

 

Explicó que la medicina en todo el mundo, por siglos, se ha manejado con recursos naturales y es hasta el Renacimiento cuando empiezan a señalarse los principios químicos de las plantas. En el siglo XVIII se precisa que todos los medicamentos de origen vegetal, animal o mineral podían tener principios activos, lo cual dio lugar a que a fines del siglo XVIII e inicios del XIX se empiecen a aislar dichas sustancias.

 

Al trabajar bioquímicamente los recursos naturales y extraer sustancias activas y utilizarlas en medicina, agregó, se dio lugar a la industria de los medicamentos.

 

“Sabemos que la mayoría de esas plantas sirve, pero también que la mayoría tienen problemas de toxicidad o de habituación”, es decir, presentan las mismas dificultades de medicamentos de otro tipo.

 

Añadió que, en el caso de México puede decirse que el 95 por ciento de la población “ha tomado algo que venga de planta medicinal, y los que no lo han hecho, ha sido por una divergencia cultural”. De hecho, muchas personas que dejaron de usarlas han vuelto a utilizarlas, pues hay una tendencia a lo natural, fundamentalmente por la falsa creencia de que la medicina de patente intoxica y aquélla no. “Lo cierto es que las dos afectan en diferente forma y medida, aunque si son bien utilizadas no”.

 

Además, destacó, en nuestro país hay una riqueza maravillosa de plantas medicinales. Para darnos una idea, dijo, la medicina griega clásica utilizaba más o menos 250 plantas; la romana, cerca de mil, y un solo recetario mexicano –el de Martín de la Cruz, médico indígena del siglo XVI– describe 227 plantas y, de hecho, la recopilación que se hace en dicho siglo de plantas utilizadas para comer o como medicina es de alrededor de las tres mil 200. Actualmente se sabe que “hay más de ocho mil especies diferentes de plantas, con diferentes variedades, que tienen una muy posible utilidad médica”.

 

Así, “tenemos plantas de todo tipo de climas y de todo tipo de ecosistemas, ya que la geografía de México, que tienen zonas desérticas, tropicales, altiplanos, zonas de alta montaña”.

 

Y las culturas indígenas mexicanas tuvieron la curiosidad de ver qué recursos tenían, para qué servían, cómo los podían utilizar y hay un conocimiento documentado, muchas veces de antes de la llega de los españoles, pero que en realidad lo podemos llevar hasta tres mil años.

 

Por lo anterior, aseveró, “conviene usar estas plantas, y no sólo eso, debemos usarlas”. Otras ventajas son que en todos los mercados hay puestos de plantas medicinales; que hoy en día la gente que las manejan, en general, saben que bien que plantas usar, y que son mucho más baratos estos tratamientos que los procedentes de fármacos de investigación avanzada.

 

“Y si somos un país con una geografía complicada, con muchas personas con difícil acceso a servicios de salud, podríamos seguir estableciendo huertos de plantas medicinales regionales o locales que podría funcionar muy bien con plantas perfectamente estudiadas, con bajo riesgo de intoxicación”, indicó.

 

Los problemas que conllevaría este proyecto, afirmó, son que no hay un control de calidad del producto (no se sabe con exactitud de dónde vienen las plantas, cuándo las cortaron o si las maceraron). Claro que ésta no es una dificultad insalvable, pues pueden cultivar y hacerles exámenes químicos mínimos para conocer su actividad a fin de garantizar su actividad.

 

Otro inconveniente es que “no tenemos plantas para algunos de los padecimientos importantes que existen, y muchas veces por andar experimentando se deja pasar un tiempo precioso, dando tratamientos inadecuados y, en ocasiones, llegándose a problemas incurables después”.

 

La cuestión, finalizó, es no usar las plantas medicinales sin criterio. “Es importante que pudiéramos disponer de mecanismos de educación para la salud dirigidos a las comunidades indígenas, planteando que lo que puedan curar lo curen, y lo que no lo canalicen a las instituciones de salud”.

 

 

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Pie de foto

 

Carlos Viesca Treviño, jefe del Departamento de Historia y Filosofía de la Facultad de Medicina, habló sobre los beneficios de usar la medicina tradicional como parte del sistema nacional de salud.