Boletín UNAM-DGCS-885
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María Luisa González Marín, investigadora del IIEc de la UNAM, señaló
que ese hecho hace que las mujeres pierdan sus derechos humanos más elementales
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Participó en el Seminario Perspectiva de Género, organizado por la
Escuela Nacional de Trabajo Social
La discriminación de las mujeres por cuestiones de
género se refleja en una diferencia social, cultural y jurídica, aspecto que se
manifiesta, entre otras formas, en la reclusión de éstas al espacio privado,
“sólo el hombre puede estar en el espacio público” indicó la académica del
Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM (IIEc), María Luisa González
Marín.
Al participar en el Seminario Perspectiva de Género, organizado por la Escuela Nacional de
Trabajo Social, González Marín comentó que el hecho de que la mujer permanezca
en la vida privada la hace perder los derechos humanos más elementales, lo que
la hace víctima de maltrato físico, acoso sexual, violación y que perciba
salarios bajos.
De éste último aspecto comentó que el sector femenino,
en casi todos los ámbitos laborales, percibe remuneraciones inferiores a su
desempeño laboral y casi menores a las
asignadas a los hombres, aunque realicen trabajos similares, debido a que se
considera que los salarios de éstas sólo son un complemento del ingreso
familiar.
El ingreso de las mujeres, reiteró, no se considera
fuente principal de los ingresos familiares, sino sólo como una porción
secundaria, añadió González Marín.
Indicó que la segregación de la mujer se debe a que
formamos parte de una sociedad donde la discriminación hacia ellas data de
tiempos históricos.
Desde el punto de vista cultural y social, aseveró,
las mujeres tienen una educación de sumisión y sujeción con los que se
incorporan al sector laboral.
Por otra parte, comentó que existe descontento social
o la desconfianza hacia aquellas mujeres que realizan diversos oficios que se
consideraban exclusivos del sector masculino.
En la medida en que las profesiones se feminizan
–abundó la especialista– las remuneraciones salariales de las mujeres tienden a
disminuir y las actividades y profesiones a subvaluarse.
La investigadora universitaria subrayó la necesidad de
que el género femenino participe en la esfera política, a fin de realizar los
cambios que permitan eliminar la discriminación en el ámbito laboral y en la
sociedad. También se requieren –abundó– campañas permanentes de sensibilización
sobre la importancia de que el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos se
comparta entre hombres y mujeres
Refirió que el trabajo que realizan las mujeres en el
hogar es a destajo, con la intención de no descuidar a su familia, y forma
parte también de la segregación salarial y laboral; sin embargo, esta actividad
no puede medirse cuando se trata de obtener porcentajes en el estudio de este
fenómeno social.
Las estadísticas, explicó la economista universitaria,
sólo miden tendencias y, cuando se trata de reflejar fenómenos sociales, éstas
no pueden ser exactas.
La segregación de la mujer no sólo responde a aspectos
económicos o jurídicos, sino a todo un proceso cultural social que es difícil
modificar; por lo tanto, dijo, se requiere de una participación masiva y de
cambios importantes en la sociedad, sobre todo en la mentalidad de las mismas
mujeres, concluyó.
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