12:00 hrs. Septiembre 6 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-869

 

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Pies de Foto al Final del Boletín

 

NO CONTAMOS CON PROGRAMA DE SOLUCIÓN A LA DESNUTRICIÓN

 

·        Se requiere uno que incluya, de manera prioritaria, el aspecto educativo: Esther Pérez Torrero, del Instituto de Investigaciones Biomédicas

·        No tener acceso a una dieta adecuada en edad prenatal o desarrollo intrauterino, predispone a una serie de enfermedades, entre ellas la arteriosclerosis, obesidad e hipertensión

 

 

En México no existe un programa real de solución a la desnutrición a pesar de que son bien conocidos los efectos que este problema genera en la edad prenatal, después del nacimiento y durante toda la vida, aseguró la doctora Esther Pérez Torrero, del Instituto de Investigaciones Biomédicas.

 

La investigadora explicó que en fechas recientes se han echado a andar diversos programas para hacer frente a esta problemática, como es el caso de la entrega de becas alimenticias o el suministro de gotas con vitaminas y minerales, las cuales, empero, en algunos casos se dan sin un estudio previo, sin saber siquiera cuáles vitaminas necesitan los menores en un momento determinado.

 

Demandó desarrollar un programa integral de combate a la desnutrición, el cual incluya, de manera prioritaria, el aspecto educativo. “El desarrollo humano es complejo y para que se lleve a cabo de manera normal no sólo se necesita el alimento, sino ingerir una dieta balanceada y que el niño reciba el cuidado adecuado. Si no se le explica eso a las madres o a los encargados de cuidar a los menores, el programa no tendrá éxito, no generará los resultados esperados”.

 

En México, según datos de la UNICEF (1996), 12 por ciento de los niños nacen con bajo peso; padecen desnutrición (aguda, moderada o severa) 14 por ciento de los infantes menores de cinco años, y 22 por ciento de este mismo grupo tienen desnutrición crónica.

 

Señaló que no sólo en los países en desarrollo existen problemas de nutrición. En las naciones industrializadas, como Estados Unidos, también los hay porque las madres no se alimentan adecuadamente durante la gestación y porque la ingestión de drogas tiene efectos semejantes a los de la falta de alimento.

 

El problema principal en ese caso es la “mal nutrición”, o sea, tienen cantidades adecuadas de alimentos que consumir, pero como no existe una educación idónea para ingerir dietas balanceadas registran obesidad, por ejemplo.

 

La cantidad de alimentos no garantiza que un niño está bien nutrido. Por eso, la solución a tal asunto puede ser un programa que considere el problema desde su origen, “desde abajo”, donde se procure que el menor, desde su nacimiento, reciba un cuidado adecuado.

 

La especialista señaló que los últimos avances científicos reportan que el hecho de no tener acceso a una dieta adecuada en edad prenatal o desarrollo intrauterino, predispone a una serie de enfermedades, entre ellas la arteriosclerosis, hiperfagía, obesidad e hipertensión muchas de las cuales sólo se pueden controlar, sin llegar a erradicarse.

 

 

Queda demostrado, abundó la doctora Pérez Torrero, que el hecho de tener una alimentación adecuada en el desarrollo desde antes de nacer garantiza una salud integral en la edad adulta. Por eso, tener a la población bien alimentada es una inversión que a futuro ahorraría gastos en atención médica.

 

Refirió que un bebé que nace desnutrido puede pesar 30 por ciento menos en relación con uno normal y al llegar a la edad escolar no pone atención en sus clases y tiene sueño porque su ritmo circadiano está alterado.

 

El aprendizaje y la memoria están disminuidos y a largo plazo la desnutrición reduce grandemente la capacidad intelectual lo cual trae consigo un individuo con un desempeño académico bajo. A nivel cerebral ya está determinado su bajo nivel de coeficiente intelectual.

 

La doctora Pérez Torrero mencionó que por medio de rehabilitación nutricional (suministro de dietas balanceadas), los recién nacidos desnutridos recuperan el peso corporal e incluso lo pueden rebasar. “Pero a nivel cerebral, no hay una recuperación total”.

 

A esa escala las neuronas aumentan de tamaño, pero su árbol dendrítico, el cual recibe información y genera una respuesta adecuada, tiene menos ramas, por lo que la eficacia funcional del individuo es menor.

 

La cuestión de fondo de la desnutrición es que los nuevos conocimientos científicos respecto al tema generados en ese espacio de investigación y en otros a escala nacional e internacional, no se toman como base para desarrollar los programas que resuelvan ese asunto de forma real.

 

“Las bases científicas de los efectos de la desnutrición ahí están y pueden servir para desarrollar programas integrales enfocados a  resolver la desnutrición en el país. Lo que hace falta es que se apliquen”.

 

 

La doctora Pérez Torrero guía su investigación al desarrollo cerebral con base en el estudio de conejos neonatos. De una camada se elige al ejemplar más pequeño y al más grande (el tamaño se determina por su posición en el útero, posterior o anterior, respectivamente), con el objeto de obtener un modelo de desnutrición natural.

 

“Existen varios modelos para producir desnutrición que se aplican generalmente en ratas. Nosotros partimos de la observación de que el peso corporal de la cría más grande y más pequeña de la misma camada se asemejaban mucho a las diferencias que se encuentran en los modelos de desnutrición establecidos en laboratorio con fines experimentales”.

 

Hasta ahora, la doctora Pérez Torrero ha hecho un análisis de conducta que pueda indicar si los animales desnutridos naturalmente presentan características que los asemejen a los desnutridos de forma experimental.

 

Este modelo también permite estudiar el desarrollo cerebral en particular. La conducta depende del funcionamiento del cerebro, y una alteración en ese nivel se puede inferir por algún registro conductual.

 

“Queremos información relevante para el entendimiento del desarrollo cerebral y que ayude a enriquecer el conocimiento en cuanto a los efectos de tener una dieta inadecuada durante desarrollo”.

 

El estudio de las crías de conejo de menor peso, concluyó la especialista, pueden servir para comprender lo que sucede con los bebés prematuros, no en el sentido trivial de los nacidos antes de tiempo, sino de inmadurez por falta de una alimentación adecuada de la madre, lo cual provoca que no tengan el peso corporal normal y sus reflejos de prensión o succión, fundamentales para la obtención de la leche, no se expresen con normalidad, lo cual, de forma adicional, los lleva a tener una desnutrición secundaria.

 

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México carece de un programa real contra la desnutrición, señaló Esther Pérez Torrero, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM.

 

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La investigadora universitaria Esther Pérez Torrero urgió la necesidad de un programa que realmente combata el problema de la desnutrición en México.