Boletín UNAM-DGCS-869
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Pies de Foto al Final del Boletín
NO CONTAMOS CON PROGRAMA DE SOLUCIÓN A LA DESNUTRICIÓN
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Se requiere uno que incluya, de manera prioritaria, el
aspecto educativo: Esther Pérez Torrero, del Instituto de Investigaciones
Biomédicas
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No tener
acceso a una dieta adecuada en edad prenatal o desarrollo intrauterino,
predispone a una serie de enfermedades, entre ellas la arteriosclerosis,
obesidad e hipertensión
En México no existe
un programa real de solución a la desnutrición a pesar de que son bien
conocidos los efectos que este problema genera en la edad prenatal, después del
nacimiento y durante toda la vida, aseguró la doctora Esther Pérez Torrero, del
Instituto de Investigaciones Biomédicas.
La investigadora
explicó que en fechas recientes se han echado a andar diversos programas para
hacer frente a esta problemática, como es el caso de la entrega de becas
alimenticias o el suministro de gotas con vitaminas y minerales, las cuales,
empero, en algunos casos se dan sin un estudio previo, sin saber siquiera
cuáles vitaminas necesitan los menores en un momento determinado.
Demandó desarrollar un
programa integral de combate a la desnutrición, el cual incluya, de manera
prioritaria, el aspecto educativo. “El desarrollo humano es complejo y para que
se lleve a cabo de manera normal no sólo se necesita el alimento, sino ingerir
una dieta balanceada y que el niño reciba el cuidado adecuado. Si no se le
explica eso a las madres o a los encargados de cuidar a los menores, el
programa no tendrá éxito, no generará los resultados esperados”.
En México, según
datos de la UNICEF (1996), 12 por ciento de los niños nacen con bajo peso;
padecen desnutrición (aguda, moderada o severa) 14 por ciento de los infantes
menores de cinco años, y 22 por ciento de este mismo grupo tienen desnutrición
crónica.
Señaló que no sólo en
los países en desarrollo existen problemas de nutrición. En las naciones
industrializadas, como Estados Unidos, también los hay porque las madres no se
alimentan adecuadamente durante la gestación y porque la ingestión de drogas
tiene efectos semejantes a los de la falta de alimento.
El problema principal
en ese caso es la “mal nutrición”, o sea, tienen cantidades adecuadas de
alimentos que consumir, pero como no existe una educación idónea para ingerir
dietas balanceadas registran obesidad, por ejemplo.
La cantidad de
alimentos no garantiza que un niño está bien nutrido. Por eso, la solución a
tal asunto puede ser un programa que considere el problema desde su origen,
“desde abajo”, donde se procure que el menor, desde su nacimiento, reciba un
cuidado adecuado.
La especialista señaló que los últimos
avances científicos reportan que el hecho de no tener acceso a una dieta
adecuada en edad prenatal o desarrollo intrauterino, predispone a una serie de
enfermedades, entre ellas la arteriosclerosis, hiperfagía, obesidad e
hipertensión muchas de las cuales sólo se pueden controlar, sin llegar a
erradicarse.
Queda demostrado, abundó la doctora Pérez Torrero, que el hecho de
tener una alimentación adecuada en el desarrollo desde antes de nacer garantiza
una salud integral en la edad adulta. Por eso, tener a la población bien
alimentada es una inversión que a futuro ahorraría gastos en atención médica.
Refirió que un bebé
que nace desnutrido puede pesar 30 por ciento menos en relación con uno normal
y al llegar a la edad escolar no pone atención en sus clases y tiene sueño
porque su ritmo circadiano está alterado.
El aprendizaje y la
memoria están disminuidos y a largo plazo la desnutrición reduce grandemente la
capacidad intelectual lo cual trae consigo un individuo con un desempeño académico
bajo. A nivel cerebral ya está determinado su bajo nivel de coeficiente
intelectual.
La doctora Pérez
Torrero mencionó que por medio de rehabilitación nutricional (suministro de
dietas balanceadas), los recién nacidos desnutridos recuperan el peso corporal
e incluso lo pueden rebasar. “Pero a nivel cerebral, no hay una recuperación
total”.
A esa escala las
neuronas aumentan de tamaño, pero su árbol dendrítico, el cual recibe
información y genera una respuesta adecuada, tiene menos ramas, por lo que la
eficacia funcional del individuo es menor.
La cuestión de fondo
de la desnutrición es que los nuevos conocimientos científicos respecto al tema
generados en ese espacio de investigación y en otros a escala nacional e
internacional, no se toman como base para desarrollar los programas que
resuelvan ese asunto de forma real.
“Las bases
científicas de los efectos de la desnutrición ahí están y pueden servir para
desarrollar programas integrales enfocados a
resolver la desnutrición en el país. Lo que hace falta es que se
apliquen”.
La doctora Pérez
Torrero guía su investigación al desarrollo cerebral con base en el estudio de
conejos neonatos. De una camada se elige al ejemplar más pequeño y al más
grande (el tamaño se determina por su posición en el útero, posterior o
anterior, respectivamente), con el objeto de obtener un modelo de desnutrición
natural.
“Existen varios
modelos para producir desnutrición que se aplican generalmente en ratas.
Nosotros partimos de la observación de que el peso corporal de la cría más
grande y más pequeña de la misma camada se asemejaban mucho a las diferencias
que se encuentran en los modelos de desnutrición establecidos en laboratorio
con fines experimentales”.
Hasta ahora, la
doctora Pérez Torrero ha hecho un análisis de conducta que pueda indicar si los
animales desnutridos naturalmente presentan características que los asemejen a
los desnutridos de forma experimental.
Este modelo también
permite estudiar el desarrollo cerebral en particular. La conducta depende del
funcionamiento del cerebro, y una alteración en ese nivel se puede inferir por
algún registro conductual.
“Queremos información
relevante para el entendimiento del desarrollo cerebral y que ayude a
enriquecer el conocimiento en cuanto a los efectos de tener una dieta
inadecuada durante desarrollo”.
El estudio de las
crías de conejo de menor peso, concluyó la especialista, pueden servir para
comprender lo que sucede con los bebés prematuros, no en el sentido trivial de
los nacidos antes de tiempo, sino de inmadurez por falta de una alimentación
adecuada de la madre, lo cual provoca que no tengan el peso corporal normal y
sus reflejos de prensión o succión, fundamentales para la obtención de la
leche, no se expresen con normalidad, lo cual, de forma adicional, los lleva a
tener una desnutrición secundaria.
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México carece de un programa real
contra la desnutrición, señaló Esther Pérez Torrero, del Instituto de
Investigaciones Biomédicas de la UNAM.
Foto 2
La investigadora universitaria
Esther Pérez Torrero urgió la necesidad de un programa que realmente combata el
problema de la desnutrición en México.