16:30 hrs. Agosto 21 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-808

 

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IMPOSIBLE ESTABLECER UN SISTEMA ELECTORAL DEFINITIVO: LUIS ALBERTO DE LA GARZA

 

·        El académico de la FCPyS mencionó que los sistemas políticos están en constante cambio

·        Participó en el Seminario de Análisis Político Electoral

·        La transmisión formal del poder nunca ha sido cuestión de procesos electorales, sino un aspecto de negociaciones y conflictos, dijo Carlos Sirvent

 

No es posible establecer de una vez y para siempre un sistema electoral definitivo que pudiera aplicarse en todo tipo de procesos electorales, toda vez que los sistemas políticos están en constante cambio afirmó Luis Alberto de la Garza, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.

 

Al participar en el Seminario de Análisis Político Electoral, organizado por la Facultad, el académico universitario puntualizó que los partidos políticos están cambiando y con ello la relación de fuerzas al interior. “De tal manera que lo que resultaba conveniente en cierto momento ya no lo es en otro y esta correlación de fuerzas conlleva a una serie de transformaciones”.

 

De la Garza señaló que los sistemas electorales se modifican o mantienen de acuerdo con las características del mismo, tratando de transformar las relaciones de fuerza en su interior añadió el académico universitario; “por lo cual hablar de una última reforma electoral, como se hizo en el sexenio pasado es sólo un planteamiento político”.

 

En la Casa Universitaria del Libro, el profesor Luis Alberto de la Garza apuntó que no puede haber tal situación, en la medida en que el sistema electoral está íntimamente vinculado al sistema político y todo cambio en él hace que se modifiquen también los sistemas electorales.

 

Cada una de estas transformaciones indica los cambios en el sistema político en su conjunto, añadió.

 

Precisó que esta relación de dominio del sistema político sobre el electoral, se refuerza por el hecho de que en el primero está el origen del segundo.

 

“En este caso, añadió, estos últimos se modifican o mantienen tratando de mantener o modificar las relaciones de fuerza al interior de los mismos. Esto explica una serie de procesos de transformación que sufren los procesos electorales”.

 

Indicó que para muchas personas uno de los éxitos más importantes de la transformación democrática reside en la limpieza de cada una de las etapas por las que pasa una elección. “En algunos casos, dijo, se redujo la idea de que elecciones limpias y democracia prácticamente se convierten en elementos fundamentales del desarrollo democrático”.

 

El sistema electoral –indicó– es un medio privilegiado, porque su función consiste en tratar de asegurar la comunicación entre gobernados y gobernantes.

 

Explicó que en el caso de sistemas políticos autoritarios, éstos requieren de cierta dosis de legitimidad, por lo que realizan sus comicios imponiendo reglas para evitar el probable triunfo de la oposición.

 

Por otra parte, Luis Alberto de la Garza consideró que en los sistemas democráticos requieren de aspectos imprescindibles que garanticen la confiabilidad en un sistema de participación electoral en condiciones mínimas de igualdad, como la  transparencia, vigilancia y equidad.

 

Apuntó que el funcionamiento de la institucionalidad democrática requiere para su reproducción de la participación ciudadana. “De no darse este aspecto no importa si el proceso electoral es impecable, habrá una falla importante en la participación”, abundó.

 

Si se logra interesar a la ciudadanía y que participe, si realmente se establecen lazos entre gobernados y gobernantes y los asuntos de la esfera pública se ventilan perfectamente entre la sociedad para dar a conocer el desarrollo de las instituciones políticas, entonces realmente habrá un sistema de participación adecuada, finalizó.

 

Carlos Sirvent, también profesor de la FCPyS, por su parte, consideró que históricamente en México, la transmisión formal del poder, sobre todo de la presidencia, nunca ha sido cuestión de elecciones, sino un aspecto de negociaciones y de conflictos.

 

En particular, explicó, durante el siglo XIX se vivieron diversos conflictos armados por esa causa. “En esa época, aún cuando un candidato mostrara su triunfo en unos comicios, generalmente el perdedor tenía la capacidad de dar un golpe de Estado, tal como sucedió en 1828, e impedir que el triunfador llegara al poder”.

 

Con esta herencia de una falta total de práctica democrática electoral, los políticos mexicanos aprendieron a confiar más en el ascenso al poder por medio de la fuerza y no tanto por la voluntad ciudadana.

 

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