Boletín UNAM-DGCS-799
OBEDECER LAS LEYES, PARTE DE LA BUENA VIDA DE
UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA
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Juan Carlos Pereda dijo que la
moral, la educación y la función legal del castigo contribuyen a que las
personas obedezcan las leyes
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En una democracia todas y cada una
de las personas deben defender las instituciones que promueven su buena vida
En una democracia, obedecer las leyes es parte
de la buena vida de todas y cada una de las personas, y forman parte de la
buena vida la institución de la moral, la tradición de los consejos y la
prudencia, aseguró Juan Carlos Pereda Failache, del Instituto de
Investigaciones Filosóficas (IIF) de la UNAM.
Al participar en el XI Congreso Nacional de Filosofía, con la ponencia La mala fama del castigo, explicó que la
institución de la moral y la tradición de los consejos y la prudencia, es decir
lo que llamamos educación, así como la función legal del castigo son
instrumentos que contribuyen a que las personas obedezcan las leyes.
Estos tres tipos de instrumentos deben usarse
de manera progresiva, si el primero falla debe utilizarse el segundo, si estos
dos no sirven tiene que usarse el tercero; es decir, si la moral y la prudencia
fallan, debe recurrirse al derecho. Además, la moral debe ser condición de la
prudencia y el derecho.
En el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y
Letras, Pereda Failache comentó que en una democracia todas y cada una de las
personas deben defender las instituciones que promueven el buen vivir.
"En una democracia, para defender la buena
vida de todas y cada una de las personas, ellas mismas deben usar, de manera
progresiva y condicional, los tres instrumentos de que disponen para hacer
cumplir las leyes".
Esto, recalcó, es una justificación de la
institución legal del castigo tan directamente política e indirectamente moral.
Además, es una justificación de la institución legal del castigo muy limitada,
lo cual no significa que sea legítima en cualquier sociedad, sino sólo en las
democráticas.
Juan Carlos Pereda se preguntó ¿Qué implica
para cada uno de los miembros de una sociedad que la institución legal del
castigo se justifique a partir de una buena o una mala fama?
Al respecto, sostuvo que pensar en el castigo a
partir de su buena fama concentra la atención en la figura del culpable y en lo
que éste merece. Con ello, se está muy cerca de concebir al concepto del
castigo como un tipo de venganza, y ésta, por correctiva que sea, no deja de
ser una venganza".
Por el contrario, un argumento a partir de la
mala fama, justifica la institución legal del castigo reencontrándose, ante
todo, en el deber de defender las instituciones que en una democracia promueven
la buena vida de todas y cada una de las personas que la conforman. Dicho
argumento, en tanto reconoce que se está justificando un mal, en ningún momento
se niega que cuando se castiga se está frente a la realización intencional del
mal.
A partir de este argumento tal vez pueda
razonarse que la mala fama es indispensable. Así, en ningún momento se
glorifica a la institución legal del castigo y sus organizaciones, como las
cárceles o el sufrimiento de los condenados.
Más aún, se buscará atacar cualquier tendencia
a glorificar el castigo como apelando a nuestros peores estados de ánimo,
deseos de venganza e impotencia que se enreda en fantasías como la de querer
anular el pasado.
"Tampoco con hipocresía quiero disfrazar a
esta institución de lo que no es, más bien, se busca enfrentarla como lo que
es: parte de una justicia correctiva que en una democracia hay muy buenas
razones para sentar so pena de sucumbir y de injusticias mayores", opinó
Pereda Failache.
El investigador universitario señaló que el
problema del castigo es una vieja irritación que preocupó a los clásicos y que
en los últimos años ha vuelto a inquietar a los filósofos.
La institución legal del castigo se constituye
con aquellas teorías y prácticas que articulan los sucesos en los cuales una
persona es castigada por el Estado o una organización subsidiaria o
funcionalmente equivalente a ella porque ha violado la ley.
En este sentido, no forman parte de la
institución legal del castigo las sanciones de los padres a sus hijos, o cuando
se castiga en el interior de una pareja o entre amigo. En éstos, en primer
lugar, no se ha violado ninguna ley, al menos en el sentido legal de la
palabra; en segundo, ambas partes presuponen un trasfondo de confianza y de
relaciones cara a cara; y en tercero, se entiende como castigo una intervención
momentánea en una compleja relación personal basada en algún tipo de
reciprocidad.
La institución legal del castigo conforma uno
de los dispositivos sociales no sólo más antiguos sino también más persistentes
y más variados en la historia, concluyó el filósofo.
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PIES DE FOTO
Foto 1
En un sistema democrático,
obedecer las leyes es parte de la buena vida de la sociedad, afirmó Juan Carlos
Pereda, académico del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.
Foto 2
Al participar en
el XI Congreso Nacional de Filosofía, Carlos Pereda, del Instituto de
Investigaciones Filosóficas de la UNAM, señaló que en un sistema democrático
todos los individuos deben defender las instituciones que promueven el buen
vivir.