6:00 hrs. Agosto 19 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-799

 

OBEDECER LAS LEYES, PARTE DE LA BUENA VIDA DE UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA

 

·        Juan Carlos Pereda dijo que la moral, la educación y la función legal del castigo contribuyen a que las personas obedezcan las leyes

·        En una democracia todas y cada una de las personas deben defender las instituciones que promueven su buena vida

 

En una democracia, obedecer las leyes es parte de la buena vida de todas y cada una de las personas, y forman parte de la buena vida la institución de la moral, la tradición de los consejos y la prudencia, aseguró Juan Carlos Pereda Failache, del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF) de la UNAM.

 

Al participar en el XI Congreso Nacional de Filosofía, con la ponencia La mala fama del castigo, explicó que la institución de la moral y la tradición de los consejos y la prudencia, es decir lo que llamamos educación, así como la función legal del castigo son instrumentos que contribuyen a que las personas obedezcan las leyes.

 

Estos tres tipos de instrumentos deben usarse de manera progresiva, si el primero falla debe utilizarse el segundo, si estos dos no sirven tiene que usarse el tercero; es decir, si la moral y la prudencia fallan, debe recurrirse al derecho. Además, la moral debe ser condición de la prudencia y el derecho.

 

En el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras, Pereda Failache comentó que en una democracia todas y cada una de las personas deben defender las instituciones que promueven el buen vivir.

"En una democracia, para defender la buena vida de todas y cada una de las personas, ellas mismas deben usar, de manera progresiva y condicional, los tres instrumentos de que disponen para hacer cumplir las leyes".

 

Esto, recalcó, es una justificación de la institución legal del castigo tan directamente política e indirectamente moral. Además, es una justificación de la institución legal del castigo muy limitada, lo cual no significa que sea legítima en cualquier sociedad, sino sólo en las democráticas.

 

Juan Carlos Pereda se preguntó ¿Qué implica para cada uno de los miembros de una sociedad que la institución legal del castigo se justifique a partir de una buena o una mala fama?

 

Al respecto, sostuvo que pensar en el castigo a partir de su buena fama concentra la atención en la figura del culpable y en lo que éste merece. Con ello, se está muy cerca de concebir al concepto del castigo como un tipo de venganza, y ésta, por correctiva que sea, no deja de ser una venganza".

 

Por el contrario, un argumento a partir de la mala fama, justifica la institución legal del castigo reencontrándose, ante todo, en el deber de defender las instituciones que en una democracia promueven la buena vida de todas y cada una de las personas que la conforman. Dicho argumento, en tanto reconoce que se está justificando un mal, en ningún momento se niega que cuando se castiga se está frente a la realización intencional del mal.

 

A partir de este argumento tal vez pueda razonarse que la mala fama es indispensable. Así, en ningún momento se glorifica a la institución legal del castigo y sus organizaciones, como las cárceles o el sufrimiento de los condenados.

 

Más aún, se buscará atacar cualquier tendencia a glorificar el castigo como apelando a nuestros peores estados de ánimo, deseos de venganza e impotencia que se enreda en fantasías como la de querer anular el pasado.

 

"Tampoco con hipocresía quiero disfrazar a esta institución de lo que no es, más bien, se busca enfrentarla como lo que es: parte de una justicia correctiva que en una democracia hay muy buenas razones para sentar so pena de sucumbir y de injusticias mayores", opinó Pereda Failache.

 

El investigador universitario señaló que el problema del castigo es una vieja irritación que preocupó a los clásicos y que en los últimos años ha vuelto a inquietar a los filósofos.

 

La institución legal del castigo se constituye con aquellas teorías y prácticas que articulan los sucesos en los cuales una persona es castigada por el Estado o una organización subsidiaria o funcionalmente equivalente a ella porque ha violado la ley.

 

En este sentido, no forman parte de la institución legal del castigo las sanciones de los padres a sus hijos, o cuando se castiga en el interior de una pareja o entre amigo. En éstos, en primer lugar, no se ha violado ninguna ley, al menos en el sentido legal de la palabra; en segundo, ambas partes presuponen un trasfondo de confianza y de relaciones cara a cara; y en tercero, se entiende como castigo una intervención momentánea en una compleja relación personal basada en algún tipo de reciprocidad.

 

La institución legal del castigo conforma uno de los dispositivos sociales no sólo más antiguos sino también más persistentes y más variados en la historia, concluyó el filósofo.

 

 

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PIES DE FOTO

 

Foto 1

 

 

En un sistema democrático, obedecer las leyes es parte de la buena vida de la sociedad, afirmó Juan Carlos Pereda, académico del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.

 

Foto 2

 

Al participar en el XI Congreso Nacional de Filosofía, Carlos Pereda, del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, señaló que en un sistema democrático todos los individuos deben defender las instituciones que promueven el buen vivir.