6:00 hrs. Agosto 9 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-764

 

 

 

 

MÁS DEL 30 % DE PACIENTES DE LOS SERVICIOS DE URGENCIAS, ATENDIDOS POR AUTOMEDICACIÓN

 

·        María Eugenia Posada Galarza, investigadora de la FES Cuatitlán destacó que 50 por ciento de quienes acuden a una farmacia solicitan medicamentos, de cualquier tipo, sin receta

·        En México, las causas de este problema se vinculan con aspectos culturales, sociales y con las precarias condiciones económicas de la gran mayoría de la población

 

Más del 30 por ciento de los pacientes que ingresan a los hospitales a través de los servicios de urgencias, lo hace por sufrir los efectos tóxicos provocados por la automedicación afirmó María Eugenia Posada Galarza, investigadora de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuatitlán.

 

Además, añadió la especialista, cerca del 50 por ciento de las personas que acuden a una farmacia solicitan medicamentos de cualquier tipo sin receta.

 

En México, las causas de la automedicación se vinculan con aspectos culturales como la tradición de la medicina natural –ampliamente y difundida en el país–; sociales y, para ser claros, con las precarias condiciones económicas de la gran mayoría de la población, apuntó.

 

Posada Galarza indicó que una de las particularidades más determinantes en el consumo de medicamentos no prescritos por un doctor, son los bajos recursos económicos en la población, lo cual provoca se recurra más a este método, así como la escasa o nula educación sanitaria.

Al respecto, puntualizó que, según el reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitido en diciembre de 2000, la población mexicana tiene un atraso de 30 años, con respecto a Africa, en el uso y manejo de medicamentos.

 

Realmente, dijo, falta mucho para detener la práctica habitual de consumir fármacos no controlados, no sólo aquellos que por tradición se consideran exentos de riesgos, sino también los que se anuncian en los diferentes medios de publicidad como efectivos para las más diversas afecciones y promocionados como absolutamente inocentes.

 

Si el Sector Salud y todos los profesionales vinculados en esta materia –aunque llevaría tiempo lograrlo– “nos pusiéramos de acuerdo para establecer una campaña amplia de sensibilización se podría mitigar el problema”.

 

Puntualizó que las leyes en el ámbito del Sector Salud son buenas, su aplicación es la que deja mucho que desear. “Simplemente puedo decir que existe un artículo específico que señala que los medicamentos requieren receta médica para su venta; sin embargo en la práctica no sucede así”.

 

Para terminar con este fenómeno, o por lo menos controlarlo, se requiere de mayor educación cultural sobre el uso de medicamentos, insistió María Eugenia Posada.

 

Los químico fármaco biólogos (QFB) son los profesionales que podrían contribuir a beneficiar a la población en el uso y manejo de medicamentos, sobre todos de aquellos de venta libre, destacó la especialista.

 

En otros países, apuntó, la presencia del QFB como parte del personal de una farmacia es de importancia. En México, añadió, en estos establecimientos “tenemos personas con escasa o nula formación”. Hay auxiliares de farmacia y responsables de ésta “que, sinceramente, llamo prestanombres”.

 

Aunque desde hace tiempo –reconoció– las grandes cadenas de autoservicio cuentan con profesionales en sus farmacias, desafortunadamente, en el país no existen servicios farmacéuticos desarrollados, lo que genera actuar en contra de las propias leyes.

 

Salvo aquellos fármacos resguardados –como los narcóticos, el metamizol, la dipirona, la neomelubrina y la fenilpropanolamina, entre otros– cuya venta requiere receta médica, los demás medicamentos se pueden adquirir sin ella.

 

Apuntó que a pesar de la automedicación, en la gran mayoría de los casos, los enfermos deben acudir al médico pues la sintomatología persiste, quizá porque es severa y, entonces, se suscita una situación de emergencia, señaló Posada Galarza.

 

La industria farmacéutica –dijo– nunca indica al consumidor que el naproxeno, por ejemplo, puede provocar hemorragias, sólo señalan que si persisten las molestias consulten a su médico, “eso lo concibo como una desinformación hacia la sociedad”.

 

Destacó que entre los fármacos de mayor consumo a través de la automedicación destacan, por lo general, los antibióticos, los analgésicos y los antibacterianos, entre otros. Son medicamentos que quitan el dolor y por ende de alto consumo.

 

Por otra parte, destacó que el consumo excesivo de sustancias naturales, como los tés, podría ser una prácticas de alto riesgo, similar a la que ocurre con la automedicación: “Beber tés como agua de uso, por contener productos químicos activos capaces de interactuar con algún medicamento, podría dar una respuesta no esperada. En el caso de la medicina alternativa, precisó, todo puede emplearse en beneficio de la salud siempre y cuando no se abuse de ella”.

 

La investigadora universitaria destacó que uno de los sectores más afectados por ambas prácticas, es decir la automedicación y el consumo de medicina alternativa, es el infantil, a quienes las madres, por el afán de aliviar a sus hijos, les suministran dosis excesivas de que, en lugar de mitigar la enfermedad, complican los cuadros clínicos.

 

Para controlar la práctica de la automedicación en la sociedad, se requiere de un servicio de salud más efectivo y de mayor educación, pero, sobre todo, con más participación de los farmacéuticos en donde se vendan medicamentos, como sucede en otras naciones.

 

Mientras el farmacéutico no esté donde le corresponde, será difícil controlar el fenómeno social de la automedicación, concluyó María Eugenia Posada Galarza

 

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