Boletín UNAM-DGCS-764
MÁS DEL 30 % DE PACIENTES
DE LOS SERVICIOS DE URGENCIAS, ATENDIDOS POR AUTOMEDICACIÓN
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María Eugenia Posada Galarza,
investigadora de la FES Cuatitlán destacó que 50 por ciento de quienes acuden a
una farmacia solicitan medicamentos, de cualquier tipo, sin receta
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En México, las causas de este problema se
vinculan con aspectos culturales, sociales y con las precarias condiciones
económicas de la gran mayoría de la población
Más
del 30 por ciento de los pacientes que ingresan a los hospitales a través de
los servicios de urgencias, lo hace por sufrir los efectos tóxicos provocados por
la automedicación afirmó María Eugenia Posada Galarza, investigadora de la
Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuatitlán.
Además,
añadió la especialista, cerca del 50 por ciento de las personas que acuden a
una farmacia solicitan medicamentos de cualquier tipo sin receta.
En
México, las causas de la automedicación se vinculan con aspectos culturales
como la tradición de la medicina natural –ampliamente y difundida en el país–;
sociales y, para ser claros, con las precarias condiciones económicas de la
gran mayoría de la población, apuntó.
Posada Galarza
indicó que una de las particularidades más determinantes en el consumo de medicamentos no prescritos por un doctor, son los
bajos recursos económicos en la población, lo cual provoca se recurra más a
este método, así como la escasa o nula educación sanitaria.
Al respecto,
puntualizó que, según el reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
emitido en diciembre de 2000, la población mexicana tiene un atraso de 30 años,
con respecto a Africa, en el uso y manejo de medicamentos.
Realmente, dijo, falta
mucho para detener la práctica habitual de consumir fármacos no controlados, no
sólo aquellos que por tradición se consideran exentos de riesgos, sino también
los que se anuncian en los diferentes medios de publicidad como efectivos para
las más diversas afecciones y promocionados como absolutamente inocentes.
Si el Sector Salud y
todos los profesionales vinculados en esta materia –aunque llevaría tiempo
lograrlo– “nos pusiéramos de acuerdo para establecer una campaña amplia de
sensibilización se podría mitigar el problema”.
Puntualizó que las
leyes en el ámbito del Sector Salud son buenas, su aplicación es la que deja
mucho que desear. “Simplemente puedo decir que existe un artículo específico que
señala que los medicamentos requieren receta médica para su venta; sin embargo
en la práctica no sucede así”.
Para
terminar con este fenómeno, o por lo menos controlarlo, se requiere de mayor
educación cultural sobre el uso de medicamentos, insistió María Eugenia Posada.
Los
químico fármaco biólogos (QFB) son los profesionales que podrían contribuir a
beneficiar a la población en el uso y manejo de medicamentos, sobre todos de
aquellos de venta libre, destacó la especialista.
En otros países, apuntó, la presencia del QFB como parte
del personal de una farmacia es de importancia. En México, añadió, en estos
establecimientos “tenemos personas con escasa o nula formación”. Hay auxiliares
de farmacia y responsables de ésta “que, sinceramente, llamo prestanombres”.
Aunque desde hace
tiempo –reconoció– las grandes cadenas de autoservicio cuentan con
profesionales en sus farmacias, desafortunadamente, en el país no existen
servicios farmacéuticos desarrollados, lo que genera actuar en contra de las
propias leyes.
Salvo
aquellos fármacos resguardados –como los narcóticos, el metamizol, la dipirona,
la neomelubrina y la fenilpropanolamina, entre otros– cuya venta requiere
receta médica, los demás medicamentos se pueden adquirir sin ella.
Apuntó
que a pesar de la automedicación, en la gran mayoría de los casos, los enfermos
deben acudir al médico pues la sintomatología persiste, quizá porque es severa
y, entonces, se suscita una situación de emergencia, señaló Posada Galarza.
La
industria farmacéutica –dijo– nunca indica al consumidor que el naproxeno, por
ejemplo, puede provocar hemorragias, sólo señalan que si persisten las
molestias consulten a su médico, “eso lo concibo como una desinformación hacia
la sociedad”.
Destacó
que entre los fármacos de mayor consumo a través de la automedicación destacan,
por lo general, los antibióticos, los analgésicos y los antibacterianos, entre
otros. Son medicamentos que quitan el dolor y por ende de alto consumo.
Por
otra parte, destacó que el consumo excesivo de sustancias naturales, como los
tés, podría ser una prácticas de alto riesgo, similar a la que ocurre con la
automedicación: “Beber tés como agua de uso, por contener productos químicos
activos capaces de interactuar con algún medicamento, podría dar una respuesta
no esperada. En el caso de la medicina alternativa, precisó, todo puede
emplearse en beneficio de la salud siempre y cuando no se abuse de ella”.
La investigadora
universitaria destacó que uno de los sectores más afectados por ambas
prácticas, es decir la automedicación y el consumo de medicina alternativa, es
el infantil, a quienes las madres, por el afán de aliviar a sus hijos, les
suministran dosis excesivas de que, en lugar de mitigar la enfermedad,
complican los cuadros clínicos.
Para
controlar la práctica de la automedicación en la sociedad, se requiere de un
servicio de salud más efectivo y de mayor educación, pero, sobre todo, con más
participación de los farmacéuticos en donde se vendan medicamentos, como sucede
en otras naciones.
Mientras
el farmacéutico no esté donde le corresponde, será difícil controlar el
fenómeno social de la automedicación, concluyó María Eugenia Posada Galarza
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