Boletín UNAM-DGCS-759
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Legalmente podrían representar fuentes de ingresos para los campesinos
más pobres, destacó la investigadora del Jardín Botánico, Léia Scheinvar
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Todas las especies endémicas, dijo, se encuentran en peligro de
extinción
El avance de la
civilización, los pozos petroleros, la formación de nuevos asentamientos humanos y el mercado ilegal, son factores
determinantes en la destrucción de las cactáceas, cuya existencia contribuye a
la conservación y fijación de los suelos, afirmó la investigadora del Jardín
Botánico, Léia Scheinvar.
La especialista
del Laboratorio de Cactología, reconoció que a pesar de que muchas de las
cactáceas se encuentran en lugares inaccesibles para el hombre, todas las
especies endémicas –únicas en el mundo- están en peligro de extinción ante el
saqueo de personas sin conciencia ecológica.
Algunas plantas de
este género, como el nopal, cumplen un papel ecológico importante, ya que
tienen bacterias y hongos asociados a sus raíces donde fijan el nitrógeno del
aire, enriquecen el suelo e impiden la desertificación.
En México existen
894 especies con 283 variedades, de las cuales 66 son endémicas. Por ser una
riqueza extraordinaria, agregó, se deben tomar las medidas necesarias para
evitar su extinción.
Destacó que en el
país existen condiciones especiales para la diversificación de este tipo de
plantas, debido a que más de la mitad del territorio nacional lo constituyen
zonas áridas y semi áridas.
Léia
Scheinvar puntualizó que otros de los
factores que ponen en riesgo la existencia de estas plantas son los catófilos,
es decir, los amantes de las cactáceas tanto mexicanos como extranjeros, así
como la inexistencia de campañas a nivel nacional para que los campesinos, al
limpiar su terreno, se comuniquen con las autoridades y éstas recojan el
material vegetal.
Señaló que hay
comercio ilegal de estos vegetales, por lo cual las autoridades deben tomar cartas en el asunto. Se trata de
personas que trafican con las cactáceas, debido a que en otros países cada
ejemplar puede costar hasta 100 dólares.
Las plantas
cultivadas, recalcó la investigadora, pueden representar fuentes de ingresos
para los campesinos más pobres. Hay que enseñarles a cultivarlas para
importarlas a Europa, América y Japón donde existe gran demanda.
Léia Scheinvar
abundó que no es malo el comercio de híbridos, pero sí su venta, porque son
parte de la riqueza del país. Se deben registrar en la Semarnat como plantas madres
que producirán semillas, las cuales podrían ofertarse para ser germinadas.
Subrayó la
importancia de que las autoridades conozcan las áreas destruidas para hacer una
campaña entre biólogos y técnicos, con el propósito de rescatar lo existente
y no permitir que se extinga.
Para que una
cactácea tenga el tamaño de una biznaga grande en el campo, precisó la
especialista, puede tardar más de 100 ó 200 años, el problema es que cuando son
extraídas para la venta a las industrias del ramo a éstas no se les obliga a
reforestar con la misma especie.
Por ello,
consideró necesario reglamentar el aprovechamiento de plantas silvestres y
obligar a quienes las explotan a que reforesten.
Se trata,
concluyó, de un problema de educación, pues en Europa, por ejemplo, el mayor
orgullo de un padre es enseñar a los hijos a cuidar este tipo de plantas.
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