Boletín UNAM-DGCS-750
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DIABÉTICOS, MÁS DE OCHO MILLONES DE MEXICANOS
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Rafael Valdés
González, investigador de la Facultad de Medicina de la UNAM, en colaboración
con especialistas de otras instituciones, desarrolla un proyecto experimental
para controlar la enfermedad
Más
de ocho millones de mexicanos se ven afectados por la diabetes mellitus, la quinta parte de ellos padecen el tipo
juvenil, lo que convierte a este padecimiento en un problema de salud pública
de grandes proporciones, aseveró el investigador de la Facultad de Medicina de
la UNAM, Rafael Valdés González.
Esta
enfermedad, además de ser la primera causa de ceguera en México, ocasiona que
quienes la sufren lleguen a ocupar entre el 30 y 40% de las camas disponibles
en centros hospitalarios.
Los
diabéticos también son propensos a presentar deficiencias renales, por lo que
tendrán que ser rehabilitados con terapias como la diálisis peritoneal o
hemodiálisis, con un importante impacto en términos de economía de salud.
Tradicionalmente
estos enfermos son tratados con dietas y el suministro de insulina tres o
cuatro veces al día, de acuerdo con sus niveles de glucosa.
Ante
tales circunstancias, un grupo de investigadores, encabezado por el doctor
Rafael Valdés González, se ha dado a la tarea de diseñar un proyecto
experimental con la intención de controlar esta enfermedad,
“más
no curarla”.
Se
trata de un dispositivo, hecho con células de páncreas de porcino neonatal, el
cual se implanta en forma subcutánea en la cara anterior del abdomen, mediante
el cual se busca estimular la producción de insulina en pacientes de entre 10 y
16 años de edad.
“Se
hace una pequeña incisión –de uno y medio a dos centímetros– después se realiza
una especie de canal para introducir el dispositivo por debajo de la piel. Se
deja durante unos dos meses, tiempo que le toma al organismo formar una especie
de capullo, en el que las células se
depositarán para sobrevivir y producir insulina”.
Los
materiales seleccionados para elaborar el dispositivo, además de las células
porcinas (provenientes de Nueva Zelanda), son el acero inoxidable y el teflón,
ambos elementos son perfectamente aceptados por el cuerpo humano.
Con
este dispositivo –costo aproximado de 40 mil dólares– se busca mantener vivas
las células al interior de los individuos para dar paso a la liberación de la
hormona que requieren los diabéticos. El trasplante cumple la función endocrina
del páncreas: la producción de insulina”.
De
esta manera, añadió el especialista universitario, en colaboración con
científicos del Centro Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del
Instituto Politécnico Nacional, del Hospital Infantil y de Nueva Zelanda, se
diseñó el protocolo clínico experimental de acuerdo con las normas internacionales
y con la aprobación de los comités de ética y científicos correspondientes.
Este proceso llevó aproximadamente un año, periodo durante el cual se
hicieron correcciones y se demostró que el procedimiento es totalmente inocuo y
no pone en riesgo la vida de los pacientes. “El gran dilema es la posibilidad
de que una especie pueda transmitir a otra alguna enfermedad”, comentó.
Al respecto, explicó que se eligieron células porcinas neo natales
provenientes de Nueva Zelanda porque en esa nación existe una compañía
dedicada, desde hace muchos años, a la producción de éstas en óptimas
condiciones.
El
protocolo se probó inicialmente en ratas y luego en cerdos. “Observamos que en
ambas especies funcionó, así que nos dimos a la tarea de mejorar el dispositivo
en forma paralela, de tal suerte que éste pudiera aplicarse en humanos” señaló
Rafael Valdés González.
Hasta la fecha se han realizado 12 transplantes en niños de entre 10 y
16 años, a quienes les fueron colocados dos dispositivos inicialmente. Estos
pacientes aportan una idea cercana a la cantidad de células que pueden mantener
en su interior.
El propósito de elegir a preadolescentes para aplicar en ellos el
protocolo, es que los niños son pacientes mucho más difíciles de manejar y
menos estables en términos de niveles de glucosa en sangre, a diferencia de los
adultos- su organismo responde en forma más rápida que el de los adultos.
“Actualmente tenemos ya dos niños (niña y niño) con más de un año en
tratamiento. La niña ha dejado de ser dependiente de la insulina y su compañero
sólo requiere el 20 % de insulina indicada. A él le hicimos un tercer implante
para colocar células y lograr que no requiera del medicamento para su control.
“Observamos, añadió, que uno de los factores que permiten una mejor
respuesta al trasplante es el grupo sanguíneo de los pacientes elegidos,
responden mejor al trasplante. Por ello, investigamos las condiciones
necesarias para seleccionar a los candidatos a este tipo de implantes.
Indicó
que como parte del proyecto de investigación se desarrolla otra línea celular:
la aplicación de células de certoli las cuales, en combinación con las
productoras de insulina, brindan protección para evitar el rechazo al
trasplante.
Se requiere hacer un seguimiento especial en los pacientes para
disminuir gradualmente las dosis de insulina requeridas por cada uno de los
niños diabéticos de acuerdo con el funcionamiento de su implante. “Tenemos
pacientes con más de un año y no requieren medicamentos en condiciones
perfectamente estables, esto es un éxito incuestionable”. Precisó que aún
cuando se ignora el tiempo de vida de esas células, “sí sabemos que en el mundo
no hay gente con sobrevida con este tipo de transplantes”.
Explicó
que una segunda fase del proyecto considera la aplicación del dispositivo a 18
niños más –a futuro se podrá utilizar en adultos–, cuyo perfil permita
aplicarles un dispositivo con el mismo principio que el original, pero con
mayor capacidad de almacenaje de células.
Puntualizó que
los objetivos iniciales de la primera fase de investigación del protocolo se
cumplieron: “se demostró que el dispositivo funciona; que las células se
mantienen vivas una vez implantadas, y que, con la combinación de ambas líneas
celulares, los pacientes trasplantados no requieren de ningún medicamento para
evitar el rechazo.
Cada una de estas etapas aportan gran cantidad de información la cual
debe analizarse para mejorar los resultados en los próximos pacientes. “En el
momento en que tengamos un alto grado de control de los enfermos diabéticos
mediante este tipo de transplante, se recurrirá a él como una terapia”, señaló.
Este procedimiento, evidentemente, tendrá que abatir los costos
iniciales en la medida en que su aplicación sea rutinaria. Actualmente es
financiado por la Secretaría de Salud y la compañía de Nueva Zelanda que
importa las células.
Además, dijo, se busca la posibilidad de otorgar un crédito a 20 años
por la cantidad del costo del trasplante a las personas con bajos niveles
económicos.
Informó
que se encuentra en vías de concluir el primer laboratorio productor y
procesador de las células de porcino neonatales en el país, de tal suerte que
su calidad y viabilidad sean superiores a las que se importan de Nueva Zelanda,
mismo que estará ubicado en el Hospital Infantil, con el apoyo del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el donativo de ICA.
Consideró que la alternativa de transplantar el páncreas en diabéticos
implica una cirugía de alto riesgo, además de los medicamentos suministrados
para evitar el rechazo. La cantidad de páncreas que se puede obtener por
concepto de donación cadavérica es mínima.
Los especialistas que practican este tipo de cirugía en otras partes
del mundo utilizan de dos a tres órganos de ese tipo por paciente, lo que lo
hace una práctica inviable pues la disponibilidad de estos órganos depende de
los accidentes y de las muertes cerebrales que se susciten, finalizó.
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FOTO 1
Rafael Valdés González, investigador de la UNAM y sus colaboradores,
diseñaron un dispositivo hecho con células de páncreas de porcino neonatal para
controlar la diabetes mellitus en niños.
FOTO 2
Más de ocho
millones de mexicanos se ven afectados por la diabetes mellitus y la quinta
parte de ellos padecen el tipo juvenil de esta enfermedad, afirmó Rafael Valdés
González, investigador de la Facultad de Medicina de la UNAM.