6:00 hrs. Agosto 1° de 2001


Boletín UNAM-DGCS-741

 

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CADA VEZ MÁS MUJERES RURALES SE INSERTAN AL PROCESO DE MODERNIZACIÓN : PATRICIA CASTAÑEDA

 

·                 Al tener un empleo, se vuelven aportadoras de ingresos en sus hogares y por ende más independientes, afirmó la investigadora del CEIICH

·        Estas nuevas condiciones, las introducen a una nueva modalidad de vida relacionada con el acceso a los servicios de salud, educación y vivienda

 

El acceso a un salario, a servicios de seguridad social y a una vivienda ha permitido la inserción de la mujer rural en los procesos de modernización, afirmó Martha Patricia Castañeda, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH).

 

Pero, señaló, no sólo se trata de una modernización en sentido económico o estructural, sino de la oportunidad de ser más independientes, ya que al tener un empleo se vuelven aportadoras de ingresos en sus hogares y su rol en el seno familiar cambia.

 

En entrevista, la antropóloga social indicó: “La contraparte de esta situación es una agudización en sus relaciones con los hombres; primero, porque el papel de proveedores se ve relativizado y, segundo, porque el acceso a los ingresos genera para las mujeres una fuente de poder de negociación de la autoridad al interior de su familia.

En este sentido, dijo, los roles tradicionales se mantienen pero a contrapelo de las tendencias modernizadoras del campo, en los contextos no indígenas.

 

Estas nuevas condiciones, indicó, introducen a las mujeres a una nueva modalidad de vida relacionada con el acceso a los servicios de salud, educación y vivienda, lo cual marca un momento muy importante en la vida de las comunidades rurales.

 

Cuando las mujeres tienen la opción de contratarse como jornaleras agrícolas o en otro tipo de trabajo asalariado lo hacen y eso se refleja en la organización doméstica, dijo.

 

Por ejemplo, agregó, los requerimientos en el cuidado y educación de los hijos han cambiado. “En el área de Puebla y Tlaxcala hay una fuerte presencia de lo que llamamos grupos domésticos constituidos por familias extensas, por lo cual los niños no conviven únicamente con los padres sino con sus abuelos, tíos y primos”.

 

Esta configuración familiar, refirió, es un soporte fundamental para que mujeres y hombres trabajen, y sus hijos estudien porque en la familia existe suficiente número de miembros para cubrir todas las actividades productivas y reproductivas del grupo.

 

Es por ello, reiteró, que al interior de los hogares rurales no hay un solo proveedor, ni una sola cuidadora de los hijos, lo cual proporciona un fuerte soporte organizacional y afectivo a los niños.

 

Explicó que con base en sus estudios sobre Las mujeres rurales en la organización social, realizado en la región del altiplano central de México se encontró que esa área se caracteriza por una industrialización muy temprana.

 

De hecho, durante el siglo XIX esta región de Puebla Tlaxcala fue un foco de industrialización importante gracias a la incursión de la industria textil, abundó la investigadora.

 

Aunado a ello, acotó, estuvo la construcción de corredores industriales, la pronta introducción de vías férreas y líneas carreteras, así como los procesos de escolarización muy tempranos.

 

Aún cuando Tlaxcala es considerado un estado muy atrasado, no lo es en términos de escolaridad porque ahí, desde principios del siglo pasado, la escuela tiene una fuerte influencia, a diferencia de lo que sucede en otras entidades de la República.

 

Estos elementos, aseveró, han dado como resultado una vida cotidiana diferente para las mujeres que viven en la región. Ahora, el trabajo agrícola no es la única fuente de sustento de las unidades domésticas, sino más bien la combinación de éste con actividades industriales o trabajo asalariado en sus múltiples manifestaciones.

 

Además, puntualizó, las mujeres de esa región han asistido a la escuela, de manera más o menos ininterrumpida, desde finales del siglo XIX. En la actualidad, se puede observar un alto nivel de escolaridad, incluso algunas de ellas ya hacen estudios de posgrado.

 

Esto, mencionó, es un indicativo de que las mujeres ya cuentan con cierto acceso a medios e infraestructura, lo cual les permiten tener una vida más o menos favorable.

 

De hecho, subrayó, esto evidencia una fuerte contradicción entre un sistema cultural que arraiga en la tradición a las mujeres y una modernización económica que las impulsa a incorporarse de manera muy decidida a la sociedad capitalista.

 

Pese a esta situación, aún hay tareas pendientes: “Es necesario contar con una legislación laboral adecuada para proteger el trabajo de las mujeres, porque en el sector rural hay pocas organizaciones sindicales en las que tengan una posición favorable”.

 

La cobertura educativa, indicó, también es importante porque si bien es cierto se ha ampliado mucho la oferta, esto se hizo pensando que la población se queda en el campo y por lo mismo se han abierto universidades tecnológicas que apuntalan carreras agropecuarias, cuando el campo es lo más abandonado en el país.

 

Concluyó: “Es importante reforzar la atención médica para las mujeres del campo, porque aunque se ha hecho un notable esfuerzo por llevar la salud a todas las áreas del país, todavía hay  graves problemas de cobertura y calidad en la atención”.

 

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Cada vez más mujeres rurales se insertan en el proceso de modernización de la vida social, afirmó Martha Patricia Castañeda, del CEIICH

 

 

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Al tener un empleo se vuelven aportadoras de ingresos en sus hogares y por ende más independientes, señaló Martha Patricia Castañeda, investigadora del CEIICH