Boletín UNAM-DGCS-741
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CADA VEZ MÁS MUJERES RURALES SE INSERTAN AL
PROCESO DE MODERNIZACIÓN : PATRICIA CASTAÑEDA
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Al tener un empleo, se vuelven aportadoras
de ingresos en sus hogares y por ende más independientes, afirmó la
investigadora del CEIICH
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Estas nuevas condiciones, las introducen a
una nueva modalidad de vida relacionada con el acceso a los servicios de salud,
educación y vivienda
El
acceso a un salario, a servicios de seguridad social y a una vivienda ha permitido
la inserción de la mujer rural en los procesos de modernización, afirmó Martha
Patricia Castañeda, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en
Ciencias y Humanidades (CEIICH).
Pero,
señaló, no sólo se trata de una modernización en sentido económico o
estructural, sino de la oportunidad de ser más independientes, ya que al tener
un empleo se vuelven aportadoras de ingresos en sus hogares y su rol en el seno
familiar cambia.
En
entrevista, la antropóloga social indicó: “La contraparte de esta situación es
una agudización en sus relaciones con los hombres; primero, porque el papel de
proveedores se ve relativizado y, segundo, porque el acceso a los ingresos
genera para las mujeres una fuente de poder de negociación de la autoridad al
interior de su familia.
En
este sentido, dijo, los roles tradicionales se mantienen pero a contrapelo de
las tendencias modernizadoras del campo, en los contextos no indígenas.
Estas
nuevas condiciones, indicó, introducen a las mujeres a una nueva modalidad de
vida relacionada con el acceso a los servicios de salud, educación y vivienda,
lo cual marca un momento muy importante en la vida de las comunidades rurales.
Cuando
las mujeres tienen la opción de contratarse como jornaleras agrícolas o en otro
tipo de trabajo asalariado lo hacen y eso se refleja en la organización
doméstica, dijo.
Por
ejemplo, agregó, los requerimientos en el cuidado y educación de los hijos han
cambiado. “En el área de Puebla y Tlaxcala hay una fuerte presencia de lo que
llamamos grupos domésticos constituidos por familias extensas, por lo cual los
niños no conviven únicamente con los padres sino con sus abuelos, tíos y
primos”.
Esta
configuración familiar, refirió, es un soporte fundamental para que mujeres y
hombres trabajen, y sus hijos estudien porque en la familia existe suficiente
número de miembros para cubrir todas las actividades productivas y
reproductivas del grupo.
Es
por ello, reiteró, que al interior de los hogares rurales no hay un solo
proveedor, ni una sola cuidadora de los hijos, lo cual proporciona un fuerte
soporte organizacional y afectivo a los niños.
Explicó
que con base en sus estudios sobre Las
mujeres rurales en la organización social, realizado en la región del
altiplano central de México se encontró que esa área se caracteriza por una
industrialización muy temprana.
De
hecho, durante el siglo XIX esta región de Puebla Tlaxcala fue un foco de
industrialización importante gracias a la incursión de la industria textil,
abundó la investigadora.
Aunado
a ello, acotó, estuvo la construcción de corredores industriales, la pronta
introducción de vías férreas y líneas carreteras, así como los procesos de
escolarización muy tempranos.
Aún
cuando Tlaxcala es considerado un estado muy atrasado, no lo es en términos de escolaridad
porque ahí, desde principios del siglo pasado, la escuela tiene una fuerte
influencia, a diferencia de lo que sucede en otras entidades de la República.
Estos
elementos, aseveró, han dado como resultado una vida cotidiana diferente para
las mujeres que viven en la región. Ahora, el trabajo agrícola no es la única
fuente de sustento de las unidades domésticas, sino más bien la combinación de
éste con actividades industriales o trabajo asalariado en sus múltiples
manifestaciones.
Además,
puntualizó, las mujeres de esa región han asistido a la escuela, de manera más
o menos ininterrumpida, desde finales del siglo XIX. En la actualidad, se puede
observar un alto nivel de escolaridad, incluso algunas de ellas ya hacen
estudios de posgrado.
Esto,
mencionó, es un indicativo de que las mujeres ya cuentan con cierto acceso a
medios e infraestructura, lo cual les permiten tener una vida más o menos
favorable.
De
hecho, subrayó, esto evidencia una fuerte contradicción entre un sistema
cultural que arraiga en la tradición a las mujeres y una modernización
económica que las impulsa a incorporarse de manera muy decidida a la sociedad
capitalista.
Pese
a esta situación, aún hay tareas pendientes: “Es necesario contar con una
legislación laboral adecuada para proteger el trabajo de las mujeres, porque en
el sector rural hay pocas organizaciones sindicales en las que tengan una
posición favorable”.
La
cobertura educativa, indicó, también es importante porque si bien es cierto se
ha ampliado mucho la oferta, esto se hizo pensando que la población se queda en
el campo y por lo mismo se han abierto universidades tecnológicas que apuntalan
carreras agropecuarias, cuando el campo es lo más abandonado en el país.
Concluyó:
“Es importante reforzar la atención médica para las mujeres del campo, porque
aunque se ha hecho un notable esfuerzo por llevar la salud a todas las áreas
del país, todavía hay graves problemas
de cobertura y calidad en la atención”.
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PIE DE FOTO UNO
Cada vez más mujeres rurales se insertan en
el proceso de modernización de la vida social, afirmó Martha Patricia
Castañeda, del CEIICH
PIE DE FOTO DOS
Al tener un empleo se vuelven aportadoras
de ingresos en sus hogares y por ende más independientes, señaló Martha
Patricia Castañeda, investigadora del CEIICH