6:00 hrs. Julio 24 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-718

 

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Pies de foto al final del boletín

CAPARAZÓN DE CRUSTÁCEOS USADO PARA FABRICAR PRODUCTOS FARMACEÚTICOS Y ALIMENTICIOS

 

·        La Universidad está en proceso de patentar este nuevo método para obtener quitina: Patricia Miranda Castro, de la FES Cuautitlán

·        La nueva película es biodegradable, biocompatible y no tóxica; en Yucatán ya lo extrae una compañía japonesa

·        Se podría aprovechar el caparazón de 250 mil toneladas de productos marinos que cada año se desperdician

 

Cada año en los litorales de nuestro país se desperdician más de 250 mil toneladas de productos marinos, sobre todo de algunos crustáceos, cuyo caparazón podría utilizarse para fabricar diversos productos en los sectores farmacéutico, médico y de alimentos.

 

Por tal motivo, Patricia Miranda Castro, catedrática de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, trabaja desde hace ocho años en un procedimiento exclusivo para extraer del caparazón de los crustáceos una sustancia conocida como quitina, convertirla en quitosán y fabricar con él diversos productos como películas de celofán.

 

En la actualidad, la patente de este novedoso método está en trámite por la Universidad Nacional. “Se está patentando el método de obtención. Hay muchos procesos, todos están registrados, por lo que creamos uno propio, lo describimos y está por patentarse”, comentó la catedrática.

 

Reconoció que en el estudio de la quitina y el quitosán la UNAM es pionera en México y Latinoamérica, “lo importante es que comencemos a desarrollar este campo de investigación sobre un material de desecho de gran abundancia en la República.

 

El peligro que corre si no lo explotamos es que los japoneses se lo lleven y lo regresen transformado a un precio muy elevado. En Yucatán ya se instaló una compañía nipona para transformar ese material y México no debería permitirlo.

 

Debemos explotarlo no sólo para crear fuentes de trabajo, sino para tener un material con mucho futuro, que es biocompatible, bioamigable con el medio ambiente, no tóxico, del cual podemos obtener muchos beneficios.

 

Explicó que los caparazones están constituidos de quitina, proteínas, minerales, pigmentos y grasas. La quitina es un polisacárido parecido a la celulosa, es un aminoazúcar lineal que tiene carga positiva cuando se convierte a quitosán.

 

A partir de estos caparazones se elimina todo lo que no sea quitina, y sólo se retiene a ésta en forma pura. Dentro de este mismo proceso de obtención de quitina se desechan minerales y proteínas. Estas últimas pueden ser recuperadas de los efluentes y servir como alimento a salmones y flamingos.

 

La quitina en forma pura es un poliaminoazúcar, no soluble en agua, aún así tiene aplicaciones como en forma de hilo de sutura biodegradable. No obstante, debido a que no tiene muchas aplicaciones de esa forma, se hace una modificación química en el carbono 2, mediante la cual se transforma en quitosán.

 

Miranda Castro señaló que este nuevo proceso está diseñado de tal forma que, mediante un proceso de desacetilación química, permite obtener quitina con cero por ciento de proteínas y minerales. Además, no tiene color, sabor, ni olor. El resultado es un quitosán tan depurado que puede competir con los mejores a escala mundial.

 

Al convertirse en quitosán la molécula queda cargada de manera positiva, con propiedades diferentes a la quitina, lo que le permite ser soluble en agua, gracias a ello sus aplicaciones se amplían.

 

En los últimos meses, el equipo de colaboradores de Patricia Miranda se ha enfocado al estudio de películas comestibles hechas con base de quitosán. Una vez que éste se coloca en una solución, se proyecta sobre una superficie no porosa y cuando se seca se obtiene película similar al celofán.

 

También se puede adicionar como cubriente a frutos, ya que además de recubrirlo lo protege del medio ambiente, tiene propiedades antimicrobianas y retarda su respiración.

 

El quitosán se trabaja como película comestible o cubriente, y se llevan a cabo ciertos experimentos para mejorarlo, ya que con el simple tacto o la saliva comienza a degradarse. Esto es un problema porque limita sus aplicaciones. Por ello, se le han adicionado ácidos grasos y surfactantes, que le darán otras propiedades físico químicas y mecánicas.

 

Comentó que cuando se agrega plastificante al quitosán obtiene propiedades mecánicas como las del material que se utiliza en la cocina para envolver alimentos. La ventaja de esta película respecto a la que ya se comercializa es que se biodegrada de forma rápida, mientras que las otras tardan cientos de años en hacerlo por derivarse del petróleo.

 

Además, la catedrática de FES Cuautitlán trabaja en la medición de la permeabilidad de la película al vapor de agua, al oxígeno y al etileno, lo que también modifica sus propiedades mecánicas.

 

"Quizá en el futuro tengamos un nuevo material, biodegradable, biocompatible y no tóxico. Inclusive se puede consumir, ya que es un factor de crecimiento para las bifidobacterias que tenemos en el intestino”, apuntó.

 

Patricia Miranda acotó que el quitosán también es útil en la industria farmacéutica como biomaterial; sirve para fabricar lentes de contacto, prótesis y componentes de pastillas de acción prolongada; además, tiene poder antimicrobiano; es decir, actúa contra ciertos hongos, bacterias y virus.

 

En la industria alimentaria se puede utilizar como emulsificante, estabilizante y espumante.

 

Por otro lado, explicó que nuestro país es el séptimo país productor de camarón en el mundo, con unas 70 a 80 mil toneladas al año, además de jaiba y langosta, de la cual el 30% se exporta. Con una nueva estrategia se podría vender el camarón pelado, que nuestro país se quede con el material de desecho, instalar una industria y concentrar esos desperdicios en los estados de mayor producción, y establecer plantas procesadoras.

 

Agregó que muchos barcos camaroneros pescan, pelan el producto en alta mar y sólo se quedan con la carne, lo demás lo depositan en la basura, otros les cortan la cabeza, la echan al mar y sólo retienen el cuerpo.

 

El nuevo proceso es sencillo y barato. Sólo falta modificar la última parte del proceso debido a que es una reacción muy violenta, lo cual provoca que los efluentes sean peligrosos por ser cáusticos. Queremos realizar este paso por vía enzimática para que sea más amigable con el ambiente. Estamos obteniendo enzimas que conviertan a la quitina en el quitosán.

 

Algunos expertos en el ámbito internacional aseguran que no tiene mucho futuro hacer este proceso por vía enzimática pues no tiene el mismo rendimiento. Sin embargo, en el futuro se pagará por tener un mejor sistema ecológico. Informó que trabajan en tratar de hacer una película biodegradable que sustituya, en parte, a los empaques derivados del petróleo.

 

“Hay que mejorar y perfeccionar esto, pero lo más importante es que la gente en México, sobre todo los investigadores de la UNAM, trabajemos en esto, establecer ligas, investigar diferentes aspectos y tener el control de este material en nuestro país”, concluyó.

 

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Patricia Miranda Castro, de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán de la UNAM, logró extraer del caparazón de los crustáceos quitina, sustancia que sirve para fabricar diversos productos, como películas de celofán.

 

 

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En México se desperdician más de 250 mil toneladas de productos marinos, sobre todo de crustáceos, cuyo caparazón sirve para producir películas de celofán, dijo Patricia Miranda Castro, de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán de la UNAM.