6:00 hrs. Julio 22 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-712

 

 

EL PEZ BLANCO Y EL CHARAL, PRÓXIMOS A SER CONSIDERADOS COMO ESPECIES AMENAZADAS

 

·        La solución es el cultivo, aseguró Rodolfo Cárdenas Reygadas, de la Facultad de Estudios Superiores FES Iztacala

·        Un grupo multidisciplinario estudia reproducción y desarrollo en cautiverio, alimentación fisiología y microbiología

 

De continuar las presiones sobre el pez blanco y el charal "es muy probable que pronto estas especies pudieran ser incluidas dentro de las normas de protección para especies amenazadas. Una solución a esta problemática sería realizar cultivos de pez blanco", aseguró Rodolfo Cárdenas Reygadas, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala.

 

Informó que con el evidente crecimiento de la población humana, la presión ejercida sobre estas (pertenecientes al género Chirostoma) ha ido en aumento. Tan sólo durante 1997 se pescaron cerca de 137 toneladas de pez blanco de Pátzcuaro, Michoacán.

 

Por ello, tomando como modelo al Chirostoma humboldtiano, conocido como charal grande o pez blanco del altiplano, un grupo de académicos de la FES Iztacala, coordinado por el propio Cárdenas Reygadas, trabaja en un proyecto integral en el que estudian aspectos de reproducción y desarrollo en cautiverio, alimentación fisiología y microbiología del pez, para lograr, en un futuro mediato, su cultivo.

 

El académico universitario destacó que en nuestro país el género Chirostoma representa un grupo de peces endémicos, en el que están incluidos el blanco de Pátzcuaro y los charales.

 

La distribución principal de estos peces está en la parte centro occidental del país, como Michoacán, Jalisco, Hidalgo, el estado de México, y en algunos estados del norte de México.

 

Se cree -agregó- que el grupo era de origen marino y que invadió aguas continentales, quedando atrapado en ellas. Estos peces han sido parte de la dieta tradicional de las comunidades desde tiempos prehispánicos.

 

Cárdenas Reygadas dijo que al no estar domesticada la especie, el reto es grande, sobre todo en lo que se refiere a aspectos de adaptación a condiciones de cautiverio, que posibiliten el acceso a organismos con mayor facilidad para su estudio.

 

Por lo pronto, se trabaja en la determinación de la secuencia de aminoácidos de algunas hormonas involucradas en el crecimiento y la reproducción, así como en el estudio del tipo de alimento que los peces ingieren en las diversas fases de su ciclo de vida.

 

También se registra el crecimiento en estanques rústicos y se identifica el tipo de bacteria asociada al pez, que puedan representar una amenaza para el mismo o la población que los consume. En ese sentido, hace unas semanas quedó concluido un atlas del esqueleto del organismo.

 

Apuntó que de conseguirse tener los elementos suficientes para lograr el cultivo del charal grande o pez blanco del altiplano, es probable que la presión sobre las poblaciones naturales de este género disminuya de forma considerable.

 

Otra de las ventajas de cultivar estas especies es el hecho de que se puede controlar la calidad de agua en los estanques, ya que si bien el grupo no es tan exigente en cuanto a calidad del agua como las truchas, sí requiere que su medio no tenga la cantidad de contaminantes que en ocasiones se registra en las presas o en los lagos donde se desarrolla, lo cual, además, representa un peligro potencial para la población que lo consume de forma habitual.

 

Por otro lado, de lograr su reproducción en cautiverio, sería la primera especie de pez mexicano de agua dulce que se cultivaría. Todas las demás que se cultivan en estanques en el país son introducidas o, en el mejor de los casos, características de ciertas zonas, como la carpa, la tilapia, la trucha y el bagre.

 

El cultivo también podría ayudar al desarrollo de las comunidades, con lo cual se generarían fuentes de empleo permanentes.

 

El académico de la FES Iztacala sostuvo que dado que el charal grande ya está incorporado en la dieta del mexicano, es muy probable que un aumento en la oferta recibiría buena aceptación por parte de la comunidad, lo cual sería un aliciente para su cultivo.

 

Dijo que si bien la problemática a resolver para lograr el cultivo de este género es compleja, se requiere de la participación de especialistas en varias disciplinas que aporten sus esfuerzos y trabajos, con la idea de conocer lo mejor posible al pez blanco del altiplano.

 

 

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