6:00 hrs. Julio 18 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-697

 

 

LA INTEGRACIÓN ENERGÉTICA DE MÉXICO CON EU, SÓLO ROMPIENDO ESQUEMAS INSTITUCIONALES

 

·        Víctor Rodríguez Padilla, académico del CIE de la UNAM indicó que la unificación plantearía un cambio constitucional

·        Participó en el Seminario Internacional Los nuevos actores en el espacio de América del Norte

 

Debido a que las formas, institucional y regulatoria, de organización de la industria eléctrica nacional difieren de las de Estados Unidos, la integración energética plena de ambos mercados implicaría romper los esquemas institucionales mexicanos aseveró Víctor Rodríguez Padilla, académico del Centro de Investigación en Energía (CIE) de la UNAM.

 

Ello, añadió el especialista universitario, requeriría cambiar la Constitución en los artículos 27 y 28. Pero como es bien sabido, resulta difícil llevar a cabo reformas constitucionales.

 

Al participar en el Seminario internacional Los nuevos actores en el espacio de América del Norte, Rodríguez Padilla apuntó que recientemente Vicente Fox propuso una modificación de la ley del servicio público de electricidad “y ya hay una controversia”.

 

Precisó que, por la composición del Senado de la República, durante los próximos años será prácticamente imposible realizar cambios en la Constitución. A menos que el PRI negocie con el PAN, aunque en ciertas situaciones no es tanto un problema de partidos, sino de las personas que están en las comisiones.

 

El investigador universitario destacó que el ritmo y alcance de la integración energética en América del Norte dependerá, fundamentalmente, de tres factores: la dotación de recursos energéticos a bajo costo, las formas de organización y la regulación de las industrias de la energía, así como de los factores institucionales.

 

Apuntó que si existe la disponibilidad de recursos, si son compatibles las formas de organización y regulación, y hay voluntad política, la integración avanzará a grandes pasos, “de lo contrario su marcha será bastante lenta”.

 

Consideró que la política energética de Estados Unidos implica para México mayor presión, “para que el país abra su sector energético en pro de la mayor integración”. Puntualizó que es grande el nivel de integración que México ha alcanzado con ese país, sin embargo “no se encuentra en el nivel óptimo deseable”.

 

Rodríguez Padilla se manifestó en favor de la integración energética con América del Norte, así como por el diseño y puesta en marcha de una estrategia ordenada de integración que permita maximizar el beneficio económico, financiero, industrial tecnológico y estratégico para cada nación, a la vez que se limiten los efectos ambientales y sociales negativos y se fortalezcan la soberanía y la independencia nacional.

 

Puntualizó la necesidad de vincular el concepto de integración con el desarrollo y no con el de subordinación. “De ahí la necesidad de evitar abordar el tema de la energía desde un enfoque estrictamente comercial o se acepte aisladamente proveer volúmenes garantizados”.

 

Ante todo, se trata de compartir riesgos y beneficios pero no de la actividad extractiva, sino de la transformación de sus fases. Las rentas económicas asociadas a los hidrocarburos deben ser para los mexicanos no para los estadounidenses”, finalizó Víctor Rodríguez.

 

La directora del Centro de Investigaciones Sobre América del Norte, Paz Consuelo Márquez Padilla, por su parte, señaló: la globalización conlleva un acelerado proceso de relaciones internacionales entre las naciones.

 

Márquez Padilla apuntó que en la actualidad existen una serie de relaciones trasnacionales en las que los actores pueden no ser gubernamentales.


 

Apuntó, que hay cerca de 38 mil 500 compañías transnacionales, con 250 mil filiales extranjeras, así como 5 mil organizaciones no gubernamentales, aproximadamente. Algunas de éstas, como Amnistía Internacional o Greenpeace son muy conocidas y son entidades con un claro objetivo.

 

Por otra parte, hay 300 organizaciones intergubernamentales como las Naciones Unidas, la Unión Europea o la 0rganización del Café; sin embargo habría que anotar que no todas las redes transnacionales son buenas por definición.

 

Por ejemplo, el crimen organizado, el narcotráfico y el terrorismo, construyen complejas redes difíciles de combatir. “No todas las ONG’s sirven solamente al propósito que persiguen. En ocasiones pueden ayudar a intereses específicos, económicos, comerciales o hasta políticos, para atacar a un país determinado”, dijo.

 

Lo que es claro, precisó, es que estas organizaciones ayudan a definir la agenda de los países y ocupan un lugar determinante en la política mundial.

 

Resaltó que el Producto Interno Bruto de algunas empresas trasnacionales es superior a la mayoría de las naciones desarrolladas. Esta característica, abundó, las convierte en inevitables actores internacionales que ponen en entredicho las políticas económicas exteriores de los países.

 

Los tiempos actuales, finalizó, se caracterizan por las alianzas transnacionales, en ocasiones constituidas de manera informal con un propósito determinado, como es el caso de las llamadas comunidades epistémicas, formadas en torno a convicciones o valores que contribuyen a crear conciencia mundial sobre un determinado problema, como podría ser el medio ambiente.

 

 

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Víctor Rodríguez Padilla, del Centro de Investigación en Energía, dijo que la integración en América del Norte dependerá de las formas de organización y regulación de las industrias del ramo, entre otros factores.